El dólar se ha convertido en el termómetro de la incertidumbre en el país. Aunque en los últimos días sus movimientos se han estabilizado alrededor de los 4.400 pesos, lejos de los 5.000 que alcanzó a tocar a principio de año, todavía sigue muy por encima frente al comportamiento de otras monedas de la región.
La corrección reciente se ha dado tras el aumento que se presentó en el segundo semestre del año pasado, luego de la llegada a la jefatura de Estado de Gustavo Petro. Los anuncios en torno al futuro de la industria extractiva, en especial del petróleo y el gas, en donde se advirtió que no habrá nuevos contratos de exploración para avanzar con la transición energética, amenazando la autosuficiencia y las cuentas fiscales del país, pusieron nerviosos a los mercados y a los inversionistas, pues se trata del sector más importante en materia de generación de divisas por lo que representan sus exportaciones y su papel al ser uno de los principales dinamizadores de la inversión extranjera directa. Además, también es una gran parte de la caja de la nación, por impuestos, dividendos que genera Ecopetrol y regalías a las regiones donde operan las empresas.
Tampoco cayeron bien las reiteradas comparaciones con la coca que hizo en su momento el presidente Petro, en escenarios internacionales y locales, de sectores como el petrolero o el del carbón.
Pero no fueron los únicos anuncios que sacudieron los mercados. En el último trimestre del año pasado, mientras se avanzaba en la discusión de la reforma tributaria que terminó por consolidarse en 20 billones de pesos, se empezaron a ventilar las primeras propuestas de las reformas estructurales que plantea el Gobierno, en especial la pensional, que contemplaba financiar un cuantioso programa de subsidios a población vulnerable con el ahorro de cerca de 18 millones de personas en los fondos privados de pensiones, lo que representaría un golpe a las finanzas públicas y, en especial, al mercado de capitales.
También generó nerviosismo la advertencia del presidente Petro sobre adoptar controles cambiarios que llevaron al dólar a techos históricos de 5.104 pesos, situación que llevó al entonces ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, a salir a calmar los mercados.
La volatilidad en la cotización del dólar en el país ha hecho que se registren jornadas en las que ha subido o bajado cien pesos en un solo día, situación que deja en evidencia la incertidumbre local, que amplifica los fenómenos globales.
En ese escenario, en medio de la incertidumbre, mientras en otros países las divisas se fortalecían frente al dólar, el peso perdía terreno, que ahora ha venido recuperando, pero no lo suficiente.
Según un estudio de Corficolombiana, la tasa de cambio y la prima de riesgo de Colombia han corregido en 2023 parte del deterioro que sufrieron durante el segundo semestre de 2022, aunque el castigo relativo a países comparables de América Latina sigue siendo importante.
“Estimamos que el precio del dólar en Colombia actualmente es un 21 % superior al que tendría si se hubiera comportado, en promedio, como en países comparables en la región (Brasil, Chile, México y Perú), lo que equivale a un diferencial de 784 pesos. Esta brecha, no obstante, llegó a ser de 28 % (1.140 pesos) a comienzos de noviembre del año pasado”, señala el informe.
La situación ha sido muy particular: las monedas de esos países –Brasil, Chile, México y Perú, liderados hoy por hoy por gobiernos de izquierda- mostraban cierta fortaleza respecto al dólar, favorecidas por los altos precios de las materias primas que exportan (como petróleo y cobre), en medio del conflicto entre Rusia y Ucrania.
La prima de riesgo país ha tenido un comportamiento parecido al del precio del dólar. Esta prima, medida por los Credit Default Swaps (CDS), es el sobreprecio que paga un país para financiarse en los mercados, en comparación con otros. “En marzo de 2021, el CDS a cinco años de Colombia estaba alineado con el promedio de Brasil, Chile, México y Perú, y se encontraba alrededor de 115 puntos básicos (pbs). Sin embargo, el estallido social que tuvo lugar en abril y mayo de 2021, derivaría posteriormente en un proceso de inestabilidad política y en la pérdida del grado de inversión del país por parte de las agencias S&P y Fitch. Luego de este evento, el CDS de Colombia se separó del promedio regional y a finales del año 2021 estaba en 168 pbs, lo que implicaba una brecha frente al promedio de sus pares de entre 40 y 65 pbs. Desde mediados de 2022 este diferencial se incrementó de forma significativa. El CDS de Colombia llegó a 371 pbs y la brecha frente a los países de Latinoamérica ascendió a un nivel máximo de 185 pbs”, explica el informe de Corficolombiana. Ahora, el diferencial del CDS de Colombia frente al promedio de sus pares latinoamericanos disminuyó de 185 pbs en noviembre de 2022 a 140 pbs.
Hoy el panorama es de un contexto de menor aversión al riesgo global, donde las monedas han venido recuperando terreno, y el dólar, en medio de la tranquilidad, ya no es tan necesario como activo refugio.
“Pero también parece ser resultado de las dificultades del Gobierno para sacar adelante su agenda de reformas en el Congreso. Esta menor gobernabilidad de la administración Petro ha sido percibida como un factor positivo que demuestra la fortaleza institucional del país para moderar las propuestas más radicales del Gobierno”, señala el informe y advierte que se ha evidenciado una menor sensibilidad de los mercados locales a comentarios de algunos funcionarios del Ejecutivo sobre la política mineroenergética, mientras que los mensajes del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, sobre el manejo macroeconómico responsable han sido bien recibidos por los inversionistas.
El informe destaca dos hechos. Por una parte, las dificultades del Gobierno para sacar adelante su agenda de reformas en el Congreso. “La menor gobernabilidad de la administración Petro ha sido percibida por los mercados como un factor positivo que demuestra la fortaleza institucional del país para moderar las propuestas más radicales del Gobierno”, destaca Corficolombiana.
Recordó que la coalición que le permitió al Gobierno aprobar de forma expedita la reforma tributaria el año pasado ha sufrido varios reveses durante 2023. En particular, los partidos Conservador, Liberal y de la U, dejaron de respaldar de forma generalizada algunas iniciativas del Gobierno debido a desacuerdos con su contenido. “Así, el Ejecutivo tuvo que afrontar varias derrotas en esta legislatura, tales como el retiro de la iniciativa de reforma política y el fuerte desgaste y pérdida de capital político en la discusión de la reforma a la salud”, agrega el análisis.
Por otra parte, ese deterioro de la gobernabilidad llevó al presidente Petro a realizar ajustes en su gabinete, siendo lo más relevante las salidas de José Antonio Ocampo y Carolina Corcho de las carteras de Hacienda y Salud, respectivamente.
“Además, ha tenido que acudir a estrategias poco ortodoxas para conseguir el respaldo a la reforma a la salud, que recientemente fue aprobada en Comisión VII de la Cámara y que ahora iniciará su trámite en plenarias de la Cámara y el Senado. No está claro cómo el Gobierno obtendrá los votos suficientes para aprobar las reformas pendientes, incluso la de salud podría todavía tener nuevos traspiés en el Senado, mientras que el debate de la reforma laboral será complejo ante la fuerte oposición de gremios empresariales y varios segmentos políticos”, explica la firma.
Corficolombiana, en su análisis, concluye que los riesgos idiosincráticos seguirán pesando en contra del peso colombiano y de la prima de riesgo país en los próximos meses, pero en la medida que las propuestas más radicales del Gobierno encuentren contrapeso institucional y las reformas se moderen en su paso por el Legislativo, se anticipa que las brechas frente a países de la región tienen espacio para corregir aún más de lo que lo han hecho hasta ahora.