A los mercados financieros no les gustan las malas noticias y desde que llegó el coronavirus estas han sido el pan de cada día. De un virus lejano en China se pasó a una pandemia global y sin remedio. Luego vinieron unas esperanzadoras vacunas, que no llegaron a todos por igual, y ahora las nuevas variantes, así como el impacto de los movimientos antivacunas, amenazan a las economías.
Ese sube y baja de emociones se convierte en el caldo de cultivo para la especulación con distintos activos financieros, como las acciones y, por supuesto, las tasas de cambio. Si a eso se le suman factores locales, como un hueco gigante en las finanzas externas y un proceso electoral altamente polarizado, el resultado no puede ser otro que un dólar cada vez más caro.
Ya el año pasado la tasa de cambio dio los primeros signos de alerta al subir a un máximo histórico de 4.153 pesos por dólar el 20 de marzo cuando nadie entendía lo que estaba pasando y todo era nerviosismo. Luego vino un periodo de relativa calma, y a mediados de diciembre la divisa había bajado 600 pesos. En 2021, la cotización del billete verde fluctuó entre 3.500 y 3.900 pesos, pero a finales de noviembre se volvió a encaramar por encima de los 4.000 pesos durante cinco jornadas consecutivas (al cierre de esta edición la TRM se ubicó en 3.945,18).
De nuevo, las razones para el alza son externas e internas. Entre las primeras, la culpa es de ómicron, la variante del coronavirus recientemente descubierta en África, que no solo tumbó las bolsas cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) la presentó en sociedad, sino que también revivió los temores de restricciones y confinamientos derivados de la pandemia, noticias que no le gustan para nada a la tasa de cambio, y menos en un mundo cada vez más globalizado.
La moneda estadounidense es considerada un activo refugio que sirve para protegerse de situaciones de incertidumbre, y ómicron es tal vez la mayor, hoy por hoy. Esta moneda dura se ha fortalecido casi contra todos sus pares, y el peso colombiano no es la excepción. Es más, en el último mes es el que más ha perdido valor frente al dólar entre las monedas latinoamericanas (ver gráfico).
Faltan dólares
¿Qué hace diferente al peso colombiano del chileno o del real brasileño en su relación con el dólar? Algunos lo atribuyen al tema electoral, que, en efecto, es un factor, pero no es exclusivo, pues el 12 de diciembre se elegirá presidente en Chile, y en 2022, en Costa Rica y Brasil. El problema cambiario de Colombia está en sus cuentas externas, que, al final del día, determinan qué tantos dólares entran y salen del país por todo concepto (deuda, comercio exterior, remesas, inversión, etcétera). Ese dato ayuda a establecer el precio local del dólar, y la diferencia entre lo que entra y sale se conoce como déficit de cuenta corriente. La información más reciente hasta septiembre de este año muestra que ese déficit se ubica en 5,5 por ciento del PIB; eso implica un faltante de 12.594 millones de dólares (el doble de un año atrás) y uno de los indicadores más altos del mundo.
Precisamente, Munir Jalil, economista jefe de BTG Pactual para la región andina, considera que el principal problema del país es el déficit de cuenta corriente. “Si al cierre del año se ubica en 6 por ciento del PIB, no solo se ratifica como el más alto del mundo, sino que nos pone en un mapa complicado, porque indica que necesitamos más dólares para cubrir ese hueco”, señala. Aclara que por este motivo la tasa de cambio se moverá en el corto plazo entre 3.930 y 4.100 pesos.
Los expertos de Corficolombiana piensan, sin embargo, que gracias a un impulso de las exportaciones, que crecerían 13 por ciento en 2022, el año entrante se podría reducir el déficit de cuenta corriente a 4,4 por ciento del PIB; esto llevaría a que el precio del dólar se mueva, de aquí a junio del año entrante, entre 3.753 pesos, en el escenario más optimista, y 4.060 pesos, en el más pesimista.
Fuerzas contrarias
Camilo Pérez, director de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, es de los que cree que hay más razones para prever que el dólar cierre este año alrededor de los 4.000 pesos y el entrante, en 4.100, que razones para esperar bajas.
Entre los causantes de una mayor devaluación, Pérez menciona el deterioro del balance macroeconómico del país por más endeudamiento y pérdida del grado de inversión, cambio de expectativas sobre liquidez futura y riesgos de inestabilidad social y elecciones.
A favor de un dólar un poco más barato, estarían la amplia liquidez global, los avances en la lucha contra la pandemia, un precio más alto del petróleo y los dólares que traiga el Gobierno por su endeudamiento externo, e incluso los que podrían entrar al país como consecuencia de las opas que están en curso en la bolsa local.
Volatilidad
Pero más allá del precio puntual que tendrá el dólar en 2022, en lo que sí hay claridad es que se viene un año de mucha volatilidad (subidas y bajadas constantes de su cotización), causada por la cercanía de las elecciones presidenciales.
Hay un riesgo de incertidumbre que ocurre en todas las elecciones y hace que tanto empresas como consumidores pongan en pausa sus decisiones de inversión (nuevas fábricas, viajar o comprar vivienda) mientras se define quién será el nuevo inquilino de la Casa de Nariño.
Los mercados financieros temen, además, que el país sea liderado, por primera vez, por un dirigente de izquierda, pero Jalil considera que en ese escenario el riesgo macro más grande es que se repita una situación como la de México. Allí, tras la elección de Andrés Manuel López Obrador, se postergaron decisiones de consumo e inversión, pero el presidente ha demostrado responsabilidad fiscal, provocando incluso subidas en los precios de la bolsa mexicana. “El tema es que los colombianos están muy desconfiados, y tocaría ver qué tanto de las promesas de campaña se puede convertir en realidad, pues probablemente el que gane no va a tener mayorías en el Congreso”, reitera el experto.
Pérez opina, por su parte, que en las elecciones actuales el riesgo no es tanto quién sea el ganador, sino el populismo que están mostrando los candidatos tanto de derecha como de izquierda; pero señala que los sondeos recientes revelan que el país está cambiando políticamente y que cada vez más ciudadanos dicen identificarse con el centro del espectro político (más del 55 por ciento del total), lo que podría ponerles freno a las propuestas populistas.
No obstante, estadísticas recopiladas por Corficolombiana demuestran que siempre ha habido volatilidad antes de las elecciones. En 2014 se alcanzó una devaluación de 10 por ciento previa a los comicios, y en 2018, de 15 por ciento.
En los mercados financieros existe el adagio de que hay que comprar en el rumor y vender en la noticia, y con el precio del dólar, de aquí en adelante, es muy probable que esa frase guíe a muchos operadores.