En su informe anual sobre la estabilidad financiera mundial (GFSR), publicado en anticipación a las próximas reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que están programadas para comenzar el 9 de octubre en Marrakech, se subraya una llamada urgente al sector privado.
El FMI hace hincapié en que, en aras de abordar las considerables necesidades de inversión en pro del clima en las economías emergentes y en desarrollo, el sector privado debe desempeñar un papel sustancial.
De acuerdo con los datos recopilados recientemente por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), se estima que se requieren asombrosos 2 billones de dólares de inversión anual hasta el año 2030 para alcanzar el ambicioso objetivo de lograr cero emisiones netas de carbono para el año 2050.
Esta cifra está muy lejos de las estimaciones previas, que sugerían una inversión de aproximadamente 400 mil millones de dólares anuales para los próximos siete años.
Es importante destacar que los estados, especialmente aquellos en economías emergentes y en desarrollo, enfrentan desafíos significativos para reunir estos recursos de inversión. El informe del FMI señala que, en muchos casos, la única opción para financiar tales inversiones sería aumentar drásticamente los niveles de deuda pública, lo que podría implicar un aumento promedio del 45 al 50%. Esto representa una carga financiera considerable que podría comprometer aún más la estabilidad económica de estas naciones.
“No es fiscalmente sostenible”, estimó Ruud de Mooij, director adjunto del departamento de asuntos presupuestales del Fondo, en una conferencia de prensa en línea. “La buena noticia es que el 90% de las tecnologías necesarias para reducir las emisiones de aquí a 2030 ya existen”, añadió De Mooij.
Pero para lograrlo, el sector privado debe doblar su contribución, que actualmente representa el 40% de las inversiones, hasta el 80%, destaca el informe.
Sin embargo, mientras algunos emergentes como India o China, disponen de un sector privado con los recursos necesarios, no pasa lo mismo con otros países, lo que implica crear las condiciones para atraer la inversión internacional, según el FMI.
Pero estos países se enfrentan a dificultades, en especial “cerca del 40% de los mercados emergentes tienen una calificación inferior al grado de inversión, lo que significa que para algunos inversores globales esos países no forman parte del universo en el que se puede invertir”, explicó Fabio Natalucci, director adjunto del FMI.
Además, es crucial destacar que, a pesar de la creciente proliferación de fondos de inversión que dicen enfocarse en la sostenibilidad, esta tendencia no necesariamente se traduce en un incremento significativo en los recursos financieros destinados a abordar las necesidades urgentes relacionadas con el cambio climático.
El informe proporciona una perspectiva esclarecedora al enfatizar que únicamente una pequeña fracción de estos fondos demuestra un genuino deseo de generar un impacto positivo en la lucha contra el cambio climático.
La gran mayoría de ellos basa sus decisiones de inversión en criterios más amplios que abarcan aspectos sociales, gobierno corporativo y medio ambiente. Aunque estos criterios son innegablemente importantes, no necesariamente abordan de manera directa los desafíos específicos que plantea el cambio climático.
Un punto crucial que el informe pone de relieve es que, en ocasiones, estos fondos pueden no ser tan “verdes” ni tan comprometidos con la sostenibilidad como sugiere su etiqueta. Esto subraya la necesidad apremiante de garantizar que las etiquetas asociadas a estos fondos reflejen con precisión el grado real de inversión en proyectos y empresas que aborden de manera efectiva los problemas climáticos y ambientales.
El mensaje clave es claro: para que la inversión sostenible tenga un impacto significativo en la lucha contra el cambio climático, es esencial que los inversores, tanto individuales como institucionales, realicen un escrutinio minucioso de las estrategias y los objetivos de los fondos de inversión que eligen respaldar.
Solo de esta manera se puede asegurar que los recursos financieros se utilicen de manera efectiva para abordar los desafíos climáticos actuales y futuros, y que no queden atrapados en intenciones superficiales o en un etiquetado engañoso.
*Con información de AFP.