El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de hacer ajustes a sus proyecciones sobre la economía global en 2023, las cuales había anunciado en octubre pasado. En el caso de América Latina calcula que el crecimiento ya no será de 1,7%, sino de 1,8%, gracias a que mejoró su pronóstico sobre Brasil y México, las dos locomotoras de la región. El primero ya no avanzaría 1%, sino 1,2% y el segundo pasaría de 1,2% a 1,7%.

El caso de Colombia será al contrario, pues hasta octubre pasado el FMI era uno de los más optimistas con la economía nacional en 2023, al estimar un crecimiento del PIB del 2,2% y ahora lo bajó a 1,1%. Con este descenso, el organismo multilateral se alinea con los vaticinios de la mayoría de expertos, que en promedio creen que el país avanzará 1,3 % este año, según el sondeo de LatinFocus Consensus. Este dato promedia pronósticos que van desde una contracción de 1,5 %, calculada por los expertos de Oxford Economics, hasta un máximo de 2,5 %, calculado en Société Générale.

Con la nueva estimación del FMI Colombia y Chile serían las dos naciones de América Latina con peor desempeño en 2023, aunque en el caso del país austral, el resultado sería más malo, pues se prevé una caída del PIB del 1,5 %. El mejor resultado lo tendría Venezuela, que crecería 6,5 %.

Los riesgos

En un blog sobre la actualización de sus proyecciones regionales, los economistas del FMI, Gustavo Adler, Nigel Chalk y Anna Ivanova, advierten que aunque las presiones inflacionarias están retrocediendo en muchos países, debido a los esfuerzos tempranos y decididos de los bancos centrales, así como a menores precios mundiales de los alimentos y la energía, la inflación subyacente (es decir, la que excluye alimentos y energía) se mantiene alta en alrededor del 8 por ciento en Brasil, México y Chile y aún más alta en Colombia.

“Es probable que 2023 sea un año desafiante para la región, en medio de tasas de interés más altas y la caída de los precios de las materias primas. La creación de empleo y el gasto de los consumidores en bienes y servicios se están desacelerando, y la confianza de los consumidores y las empresas se está debilitando”, advierten en el blog y agregan que otro factor en contra del crecimiento latinoamericano será la desaceleración de socios comerciales como Estados Unidos y la Zona Euro, junto con condiciones financieras más estrictas de lo previsto y la guerra de Rusia en Ucrania.

Los economistas del FMI creen que hacer que la inflación vuelva a los objetivos de los bancos centrales probablemente será un proceso prolongado en medio de riesgos, como el aumento de las presiones salariales.

Panorama desafiante

Otra advertencia de los expertos del organismo multilateral es que el menor crecimiento, la alta inflación y la incertidumbre global harán que muchos latinoamericanos sientan una desmejora en su estilo de vida este año y probablemente enfrentarán una mayor ansiedad sobre su futuro.

“El creciente descontento social y la disminución de la confianza en las instituciones públicas ha sido una tendencia importante en la región desde hace algún tiempo. Las tensiones sociales ciertamente se exacerbaron durante la pandemia. Las personas más pobres, en particular las que trabajaban en servicios presenciales, fueron las más afectadas. Si bien el apoyo del Gobierno ayudó, muchos no pudieron aislarse por completo del impacto negativo, como lo demuestra el notable aumento de la pobreza. El alza de la inseguridad alimentaria también es un síntoma clave de los efectos socioeconómicos duraderos de la pandemia”, sostienen el blog.

Los manifestantes participan en una protesta para exigir la renuncia de la presidenta de Perú, Dina Boluarte, en Lima, Perú, el 28 de enero de 2023. | Foto: REUTERS

Alertan igualmente que la clase media de la región también enfrenta una situación económica más inestable, pues muchas pequeñas empresas tuvieron problemas durante los cierres y los salarios de los trabajadores de ingresos medios se vieron erosionados por la inflación. Su recomendación para revertir esas tendencias consiste en restaurar la estabilidad macroeconómica e impulsar el crecimiento de manera duradera a través de reformas estructurales.

“Sin embargo, encontrar un terreno común para llevar a cabo reformas económicas sensatas en un entorno de importantes tensiones sociales será una batalla cuesta arriba. Al mismo tiempo, la posibilidad continua de disturbios y parálisis política tiene el potencial de erosionar la confianza y pesar sobre la actividad económica”, alertan en el blog.