La crisis climática ha impulsado a nivel global la búsqueda de alternativas al uso de carbón y petróleo, llevando a sectores como energía, transporte e industria, a dejar estos combustibles y migrar hacia fuentes más limpias de energía. En el caso específico de Colombia, según el Foro Económico Mundial (WEF), el país continúa siendo uno de los destinos más atractivos en términos de transición energética en la región de América Latina y el Caribe.

Colombia ocupa el puesto 39 en la clasificación del Índice de Transición Energética, con una puntuación de 60.5, quedando detrás de naciones como Brasil, Uruguay, Costa Rica, Chile y Paraguay. A pesar de ello, en años recientes, la posición del país ha experimentado cambios, y ha descendido hasta diez lugares en el ránking global.

Colombia enfrenta varios retos por en materia de transición energética. | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA

De hecho, en el ámbito latinoamericano ha caído del tercer al sexto puesto, dejando en evidencia los obstáculos que enfrenta en su camino hacia una transición efectiva, a pesar de que esta es una de las banderas del Gobierno actual.

Colombia enfrenta la necesidad de superar los desafíos ligados a la transición hacia fuentes de energía más limpias. El Gobierno de Gustavo Petro continúa priorizando la construcción de una matriz energética más sostenible, basado en las metas de descarbonización trazadas para el año 2050.

Es en este punto donde el hidrógeno surge como una de las soluciones clave para lograr tal cometido, según el equipo de la firma KPMG, si el país adopta este combustible, marcaría una gran diferencia a nivel internacional: “las diversas categorías de hidrógeno y las variadas cadenas de suministro brindan oportunidades para que Colombia construya una economía del hidrógeno amplia. La relevancia de este gas radica en su capacidad de ser producido a un costo viable y, a diferencia de los combustibles fósiles contaminantes, puede ser generado en grandes cantidades a partir de fuentes renovables, impulsando así la descarbonización”.

Si bien hay condiciones para migrar hacia el hidrógeno verde, Colombia tiene problemas estructurales para lograrlo. | Foto: Getty Images

Dentro de las ventajas que le traerían al país la producción, uso y exportación del hidrógeno, se destacan: la disponibilidad de recursos para la generación del gas, bajo en emisiones, su ubicación geográfica estratégica, un marco legal y regulatorio que favorece las energías renovables, entre otros.

Según Linda Díaz, consultora de KPMG, “no es suficiente con tener el potencial para producirlo, sino que también es crucial incentivar la implementación de proyectos piloto y de infraestructura a gran escala”. Agrega que “el hidrógeno verde puede transformar los sectores de energía, industria y transporte en Colombia, pero es fundamental familiarizarse con la tecnología y tomar decisiones fundamentadas de cara al futuro”.

Dentro del balance de la consultora, destacan que en Colombia la industria del hidrógeno verde está en sus primeras etapas, lo que se nota en los costos y la disponibilidad de financiamiento para proyectos.

¿Es el hidrógeno verde el combustible del futuro? | Foto: Getty

A pesar de los retos inherentes en la adopción de este combustible, Colombia, enfrenta desafíos en términos de capacidad, instituciones, tecnología, mercado y financiamiento, y que no son exclusivos del país, pues en Latinoamérica se ven las mismas trabas.

“Hemos visto que hay talento en Colombia formulando y presentando proyectos en distintas etapas de desarrollo y que las grandes empresas están en búsqueda permanente de soluciones novedosas. Poder conectar a emprendedores con un patrocinador puede facilitar el acceso a la financiación e impulsar el crecimiento de la economía del hidrógeno en el país”, agrega Díaz.

KPMG concluye que la apuesta de Colombia debe consistir en expandir la capacidad de energías renovables, y acelerar el desarrollo de la industria del hidrógeno verde. Sin embargo, es imperativo fomentar la innovación, para que el país pueda consolidarse como un centro de referencia en la transición energética en la región, además de alcanzar los objetivos trazados para 2050.