SEMANA: Este ministerio tiene varios temas que son de interés para el Gobierno. Industria, comercio, turismo y ahora la economía popular. ¿Qué le encargó concretamente el presidente Gustavo Petro cuando lo puso en el cargo?
Luis Carlos Reyes: La mejor manera de entender la política industrial que busca el gobierno es con el retrovisor. Hace varias décadas se buscó fomentar el crecimiento económico a través de una industrialización basada en la sustitución de importaciones que implicaba decir ‘aislemos la competencia internacional a través de aranceles’, para que nuestras industrias lleguen a un punto en el que tengan economías de escala y la fuerza suficiente para ser industrias de talla mundial. Muchos otros países latinoamericanos siguieron una estrategia similar, mientras que naciones del sudeste asiático, por ejemplo Corea del Sur, usaron una estrategia de fomento de la industrialización basada en la promoción de exportaciones, con un apoyo muy grande desde el gobierno a la industria exportadora. Al sudeste asiático le fue muy bien y a América Latina no tanto. Nuestra respuesta entonces fue adoptar una apertura, con menos restricciones a la competencia internacional. Fue así como nos inundaron.
Lo que ha planteado este gobierno es que no vamos a regresar a la etapa preapertura económica (con aranceles), pero como la apertura tampoco nos están funcionando, la apuesta es que la industrialización esté basada en la promoción -mucho más fuerte de lo que ha sido hasta ahora- de las exportaciones. Es parte de lo que me encomendó el presidente.
SEMANA: ¿Cómo entra la economía popular en este engranaje?
L.C.R..: La economía popular está compuesta por actores pequeñitos y los esquemas tradicionales del gobierno, incluso desde este ministerio, para esos casos, han sido con ONG. Los programas de apoyo que han salido desde esta cartera son líneas de crédito relativamente pequeñas, programas de capacitación, cosas muy del estilo ONG.
Lo que buscamos ahora es la aglutinación de todos estos actores de la economía popular a través de la asociatividad, para que puedan hablar de tú a tú con grandes compradores, con industrias, y montarse así en esa estrategia de industrialización a través de la promoción de exportaciones.
SEMANA: Con el turismo también se habla de involucrar a los que no habían estado en la foto. ¿Qué implica?
L.C.R.: Por el lado del turismo, lo que se quiere es un fortalecimiento más allá de lo que hemos visto -incluso en estos dos años- de la promoción turística de Colombia en el exterior, y un énfasis en los nuevos destinos turísticos del país. Serían aquellos destinos que usualmente han estado aislados de los beneficios de la institucionalidad colombiana, como el Pacífico, la Guajira, todo el sur del país. Estos lugares, además de ser territorios excluidos, son territorios con una riqueza natural, cultural y gastronómica enormes, y queremos que el mundo y el país los conozcan.
SEMANA: ¿Cómo quedarían en ese contexto los destinos tradicionales?
L.C.R.: Los destinos turísticos tradicionales son fantásticos y vamos a seguir promoviéndolos -desde luego- para que el mundo los conozca, pero Colombia tiene muchas otras cosas para ofrecer y están precisamente en esas áreas que han estado históricamente marginadas de una participación efectiva en la vida política del país. Así que se combina la promoción del turismo de nuevos destinos con un énfasis en los territorios excluidos y en las personas históricamente menos favorecidas del país.
SEMANA: En esta propuesta de industrialización, basada en potenciar exportaciones, cómo entra la importación.
L.C.R.: Todo país necesita importar. Precisamente, no estamos hablando de volver a esa política de sustitución de importaciones que se tuvo en el pasado, sino de poner el foco en exportaciones y no de cualquier tipo de exportaciones. De esa forma, nos interesa que las materias primas para las industrias de alto valor agregado puedan entrar con menos restricciones comerciales que las que hasta ahora han tenido. Pongo un ejemplo de algo que conjuga todas esas preocupaciones y es la industria de confecciones. Un negocio de ropa en Colombia tiene un componente muy fuerte de economía popular. Los confeccionistas de San Victorino son un verdadero clúster económico que ha crecido sin ningún apoyo del gobierno. Como un todo está dentro de las industrias más productivas. Los textiles son una materia prima para las confecciones y el valor agregado grande está es en la industria de confecciones: diseño de nuevas marcas, nuevos estilos… Esas cosas por las cuales el consumidor final en otros países pagaría una prima adicional. No se necesita necesariamente tener grandes empresas confeccionistas -que son muy importantes claro-, pero hay una oportunidad para que esas pequeñas fami-empresas en las que una señora en su casa, con una sola máquina de coser, está haciendo diseños y vendiéndolos pero al por menor. Encontrar un mecanismo para aglutinarlos para que se presenten en conjunto ante empresas que puedan pedirles grandes órdenes.
SEMANA: ¿Y cuál será el papel del gobierno en ese caso?
L.C.R.: Fomentar esa asociatividad, dar el apoyo en puntos críticos, con financiación para lograr que toda esa logística funcione. Terminaríamos así apoyando la economía popular de los confeccionistas de San Victorino, enganchándolos en una industria que es la de las confecciones con una marca, con un diseño de alto valor agregado que tiene potencial tanto en el mercado nacional como en el internacional. La idea es replicar ese tipo de estrategias en otros sectores.
SEMANA: Por el momento, se sabe que los negocios pequeños son los menos productivos y todos sabemos que Colombia requiere una reactivación de la economía en el corto plazo. ¿Cómo harán para que funcione?
L.C.R.: Lo que estamos buscando son medidas que nos sirvan tanto para la coyuntura como para el mediano y el largo plazo. Casi todas las industrias, para lograr transformaciones grandes, requieren un tiempo.
Una apuesta de corto plazo es en el sector turístico. Hay caminos para que muy fácilmente una persona pueda generar ingresos adicionales y son, por ejemplo, adecuar una parte de su residencia como hospedaje y empezar a ofrecerla para que vengan visitantes y dejen divisas.
Y algo que nosotros podemos hacer desde el gobierno es articular esa promoción de nuevos destinos turísticos en los cuales, las residencias turísticas tienen un papel fundamental para promoverlas.
Un tour, una ruta turística es algo que se organiza muy rápidamente, solo requiere una coordinación central y ese es el papel que buscamos tener desde el Ministerio. Esto requiere a veces unas adecuaciones, una capacitación a la persona que quiere incursionar en esta industria sobre cómo se atiende a un huésped, cómo adecúa la residencia para que sea atractiva a los potenciales visitantes. Entonces, en el corto plazo, es el turismo el que juega un papel central.
SEMANA: ¿Pensaría de todas maneras en aranceles en algún sentido para proteger la industria nacional y así, además pueda exportar más?
L.C.R.: El uso de aranceles para permitirles a ciertas industrias que son apuestas estratégicas, alcanzar unas economías de escala que las lleven a potenciar sus exportaciones, es algo que queremos hacer. Esto no se puede confundir con una política proteccionista. Pongo el ejemplo de lo que estamos adelantando en la industria automotriz y de autopartes. Combinamos una serie de herramientas de política pública, como una cierta protección arancelaria para permitir que en la industria nacional haya un mercado más seguro, con una reasignación de cupos de importación que tienen esas empresas, para que la estrategia esté basada no solo en producción nacional, sino también en inversión en producción nacional. Dicha inversión, entre otras, es el capital que permite fortalecer la productividad y las economías de escala. Por eso, utilizaremos beneficios tributarios como el CERT (certificado de reembolso tributario) para darles créditos tributarios a quienes exportan.
Entonces, es todo un paquete de medidas orientado a fomentar las exportaciones de manera que sea una actividad más competitiva, para posicionar a esos actores en mercados extranjeros. A diferencia de apuestas del pasado, que era encerrémonos durante unos años a ver qué pasa, acá se trata de exportar con beneficios.
SEMANA: En Colombia siempre se tiene la preocupación con esa idea de reemplazar las exportaciones de petróleo con agroindustria, principalmente por temas de ingresos para la nación. Las ventas externas de commodities han caído. ¿Cómo piensan reemplazar esos ingresos para la nación con los nuevos sectores a los que le apuestan?
L.C.R.: Por el momento, ya es muy prometedor el hecho de que los ingresos del turismo son comparables con los del carbón. La idea es ir reemplazando esas exportaciones tradicionales que no tienen mucho valor agregado, que no dejan un legado en el país, sobre todo en un contexto de cambio climático y transición energética, por otras apuestas, primero sostenibles y segundo de alta productividad y alto valor agregado que sí le dejen resultados duraderos al país.
SEMANA: ¿Qué opina de la prohibición de las exportaciones a Israel si, precisamente la política es incentivar el comercio exterior como ha mencionado?
L.C.R.: La prohibición de exportación de carbón a Israel tiene dos variantes: lo económico y lo geopolítico. Lo primero, es que se trata de uno de los productos que hacen parte de los mercados más carbonizados. En eso estamos siendo coherentes con la visión del gobierno, de promocionar el sector descarbonizado como futuro de la economía. Además, las ventas de carbón a Israel representan menos del 5 por ciento de las exportaciones colombianas de ese producto. No es, en términos de magnitud, algo significativo y se pueden encontrar rápidamente compradores distintos a Israel.
Se ha hablado de un impacto en las regalías, pero hay que tener en cuenta que estas no dependen de las ventas, sino de lo que va saliendo de la mina. Es decir, no hay un gran impacto en la economía del país ni en la de las comunidades que se benefician de regalías.
Lo segundo es lo geopolítico. Hay múltiples elementos que se balancearon apara llegar a la sanción: la medida es de poco costo, quizás cero costo para Colombia, pero de impacto grande para Israel. Así se envía el mensaje de una sanción en el contexto de una violación grave de derechos humanos.
SEMANA: Pero Venezuela también viola los derechos humanos y ahora, está en situación de presunta falta de transparencia con las elecciones…
L.C.R.: El gobierno colombiano, junto con los de México y de Brasil han manifestado una gran preocupación con la transparencia de las elecciones en Venezuela, y por eso han instado para que actúe de una manera consistente con sus propias normas y con la transparencia electoral. Principalmente porque es un vecino con el que tenemos una frontera cercana y unas relaciones comerciales enormes que, entre otras, fue un gran error haberlas cerrado en el gobierno anterior.
En el caso de Israel estamos hablando de unas violaciones de derechos humanos absolutamente atroces que no se comparan con la situación alrededor de la transparencia en las elecciones de Venezuela. Nosotros podemos llevar a su mínima expresión las relaciones comerciales con Israel y no pasa nada, con Venezuela no es lo mismo.
SEMANA: En el caso de Venezuela, hay violación cuando la gente vive en una situación precaria, de hambre, desempleo, que los obliga a migrar de su país. Pero, además, Estados Unidos lo tiene sancionado. ¿Aún así podemos hacer negocios con ellos?
L.C.R.: Insisto en que haber cerrado las relaciones comerciales con Venezuela fue un tremendo desacierto y nosotros no lo vamos a repetir bajo ninguna circunstancia. Porque aquí el que sufre es el pueblo colombiano y el venezolano. Las relaciones comerciales entre Colombia y Venezuela son de pueblo a pueblo.
Ahora, si uno hace el balance, incluso si uno acepta los argumentos geopolíticos del gobierno anterior, vemos que fueron sanciones que no lograron su cometido y en cambio tuvieron un costo muy alto, tanto para colombianos y venezolanos. Repetir una medida que en su momento era cuestionable pero que ahora está demostrado que fue absolutamente inútil y perjudicial no tiene sentido.
Sobre las sanciones de Estados Unidos, le hacen daño a Venezuela. Algo que sí es cierto es que esas sanciones, sobre todo a las compañías multinacionales que operan en Estados Unidos, les pueden generar tanta dificultad con el país que a nivel de compañía toman la decisión de abstenerse de estar en el mercado venezolano. El daño es más económico no es que exista un impedimento legal.
SEMANA: En este contexto, le plateo dos casos, uno es el de Monómeros, que tenía un permiso para operar acá, con un limite en el tiempo, justamente por la sanción que impuso a Venezuela la Ofac (Oficina de Control de Activos Extranjeros) de Estados Unidos. Y Pdvsa, que a Colombia le interesa por el poliducto para traer gas en medio de la escasez, pero no se ha podido consolidar, por la sanción. Entonces sí hay efecto.
L.C.R.: En efecto, en casos como esos en los que las operaciones de las empresas pasan por algunos de los países que han sancionado a Venezuela se dificultan las relaciones, incluso si desde Colombia hacia Venezuela no hay ningún impedimento legal ni sanción para el gobierno colombiano para que ocurran este tipo de relaciones comerciales. Son dificultades que están ahí y que nos llevan a reiterar el llamado que le ha hecho el gobierno de este país a su vecino, porque quien termina sufriendo es el ciudadano de a pie más que los gobernantes.
SEMANA: En cuanto al incentivo tributario que mencionó, el CERT, ¿cómo aplicaría en esa idea de una política de industrialización, a qué sectores estaría dirigido, entendiendo que tiene un costo fiscal y en el país no alcanzan los recursos públicos?
L.C.R.: El CERT lo que hace es que a las empresas que exportan les permite tener devoluciones de impuestos indirectos hasta de un 5 por ciento del valor de sus exportaciones. Es cierto que tiene un costo fiscal, pero lo vemos como una inversión que se hace, para el futuro de la industria del país. Como toda inversión tiene costos de corto plazo, pero un retorno proyectado de largo plazo que es grande. Es importante que no dejemos de invertir en estas apuestas a futuro para la industria colombiana, incluso cuando la caja que tenemos en este momento es menos de lo que nos gustaría.
SEMANA: Cuando se arreció esta guerra comercial entre China y Estados Unidos se habló de oportunidades para otros países, como el nearshoring. México lo está aprovechando, y Colombia, ¿para cuándo?
L.C.R.: En estos dos meses que llevo en el Ministerio he buscado fortalecer esa articulación con la industria colombiana para aprovechar estas oportunidades. El nearshoring, esa iniciativa de estrategia geopolítica de Estados Unidos, de traer más industrias claves para ellos acá en el hemisferio es algo que debemos hacer y estamos trabajando con la industria para lograrlo.
SEMANA: El presidente (Petro) en algún momento habló de revisiones de los TLC (Tratados de Libre Comercio). ¿Cómo va esa tarea? ¿Qué beneficio nos puede traer en estos momentos en donde estamos tratando de reactivar una política de industrialización?
L.C.R.: Las revisiones de los TLC, o incluso, el mismo uso de los mecanismos de resolución de controversia que hay dentro de los TLC logra muchos de los objetivos que nos habíamos propuesto. En concreto, temas de soberanía alimentaria. Recién llegado a este cargo abrimos una investigación a las importaciones de leche en polvo desde Estados Unidos, a la luz de las dificultades por las que está pasando la industria lechera nacional y ahí queremos dar el mensaje al campo colombiano de que esa sensación que tienen, de que gobiernos pasados los han dejado a la deriva frente a la competencia de bienes altamente subsidiados que proceden de otros países, nosotros esperamos ofrecerles soluciones concretas. Es en ese contexto en el que se está haciendo esta investigación en el tema de leche en polvo.
Estamos dispuestos a utilizar las herramientas dentro de los TLC para proteger la soberanía alimentaria del país. Puntualmente, una renegociación de un tratado requiere aprobaciones, tanto en el Congreso de la República como en las legislaturas de los países respectivos. Serían herramientas de última instancia frente a lo que se puede lograr con la aplicación estratégica de mecanismos que ya existen como el que acabo de mencionar.
SEMANA: En relación con la reciente crisis de los combustibles para aviones, que además toca directamente al turismo, uno de los sectores de este ministerio. ¿Qué está pensando el gobierno? Aunque hubo una solución temporal parece que el problema es más estructural. Se podría volver a presentar desabastecimiento.
L.C.R.: Fue una crisis mediática. Como algunas de las crisis mediáticas que más resuenan, se basan en medias verdades. Es cierto que hubo dificultades en la refinería (Reficar), pero Ecopetrol actuó rápidamente para garantizar el abastecimiento de combustible.
No obstante, estamos preocupados desde todas las carteras involucradas, incluyendo esta, con los ruidos que hubo desde las comercializadoras de combustible, pues en últimas, no es solo necesario que el combustible esté en el país, sino que llegue a los aeropuertos donde se necesita. Frente a anuncios que se hicieron desde las comercializadoras con respecto a que no iba a haber suficiente combustible, las aerolíneas empezaron a rehacer sus planes. Fue donde a nosotros como gobierno nos tocó entrar con una intervención muy rápida, aeropuerto por aeropuerto, a verificar lo que se estaba diciendo. Y lo que se encontró es lo que la opinión pública conoce: hay combustible para los vuelos programados. Y es en esto donde se harán las investigaciones que correspondan.
SEMANA: Finalmente, luego de su entrada al gabinete de ministros, ¿con quién ha hecho más llave?, porque lo vemos muy seguido con Laura Sarabia.
L.C.R.: Todos son muy queridos.