La economía se sigue recuperando y para el segundo trimestre del año su crecimiento, según el Dane, fue de 17,6 por ciento frente al mismo periodo del año anterior. La demanda interna continúa siendo la base de la explicación del resultado con un crecimiento de 23 por ciento anual y una contribución de 24,4 puntos porcentuales (p.p.) a la variación total del PIB.
Sin embargo, en los resultados que entregó el Dane se sintieron dos tipos de efectos: el primero, que si bien la cifra entusiasma y genera optimismo, la base de comparación frente al año anterior fue muy baja.
Es decir, la vara estaba baja y lo que se evidenció fue un efecto rebote, pues la comparación se hizo con uno de los peores periodos en la historia reciente, cuando entre abril y junio de 2020 la economía se contrajo 15,7% .
Y el segundo efecto estuvo estrechamente relacionado con los bloqueos que se dieron en el marco del paro nacional que inició a finales de abril y se postergó durante todo el mes de mayo.
El resultado pudo ser mejor
La señal de alerta se da al comparar los resultados trimestrales. Mientras entre enero y marzo (primer trimestre de este año) hubo un avance de 1,1% frente al cuarto trimestre de 2020 (octubre -diciembre), el segundo trimestre de 2021 (abril a junio) muestra una contracción de 2,4% frente al primer trimestre.
Precisamente, los sectores que más jalonaron esa caída intertrimestral fueron los más perjudicados por el paro: la industria manufacturera –a la que no llegaron materias primas ni pudo producir y cuando lo logró no consiguió llevar sus productos a puertos o centros de distribución- que registró una caída de 5,3%; el comercio –al por mayor y al por menor, transporte, alojamiento y servicios de comida-, que físicamente no pudo operar y tuvo una caída fue de -6,7 por ciento; y construcción, que ante los bloqueos, no logró llevar sus materiales para el desarrollo de un sector que este año ha registrado cifras récord en ventas.
A pesar de los impactos coyunturales del paro, hay optimismo en el mercado. Para Oxford Economics, la fuerte caída del 2,4 por ciento intertrimestral en el segundo trimestre estuvo por debajo de sus cálculos que eran de -1,5 por ciento.
“Aun así, reafirmamos nuestra previsión de un crecimiento de 7,5% del PIB para este año, ya que la composición de los datos mensuales del trimestre mostró una recuperación después de la fuerte contracción registrada en mayo”, dice su análisis.
Desde hace unos meses, las expectativas de crecimiento de la economía del país han sido revisadas al alza por Gobierno, Banco de la República, analistas, instituciones financieras y organismos internacionales, situándolas en un rango de entre 6% y más de 7%, cuando en principio estaban apenas por encima de 4%.
Pero como le comentó un analista a SEMANA, la dinámica podría llevar a que el crecimiento al final del año se dé incluso por encima de 8%. Esto demuestra la resiliencia del aparato productivo en el país, que en la medida en que tenga las posibilidades de trabajar y producir, lo podrá hacer con una gran capacidad de respuesta.
A lo largo del año se ha visto el desempeño de las actividades productivas, la recuperación del comercio, la industria y también de la construcción, al levantar las restricciones de la pandemia, la ejecución del plan nacional de vacunación y algunos frentes externos.
También ha favorecido el mayor crecimiento económico a nivel mundial y el mejoramiento de los precios de las materias primas como petróleo y café, que han estado por encima de lo esperado a lo largo de este año.
A su vez, el consumo va bien, como mencionó Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital en una conversación con SEMANA hace unos días.
“Hemos visto un incremento en las tasas de ahorro privadas. En la medida en que durante el año pasado las personas que lograron mantener un nivel de ingresos o empleo ahorraron en muchas cosas (viajes, vestuario, comidas fuera del hogar) durante la pandemia se creó un nivel de ahorro importante y a eso se suman las ayudas del Gobierno y las de los bancos comerciales para reprogramar carteras. Todo eso ha contribuido en que de alguna u otra manera, conjuntamente con la situación de la economía, el consumo haya estado muy bien”, aseguró. Además, el Índice de Confianza del Consumidor salió favorable, en su más reciente medición con un rebote muy fuerte en el mes de julio.
Incluso las remesas juegan un papel importante al crecer 40% en los últimos dos años en pesos, comparado contra 2019, debido al alto precio del dólar, que se ha valorizado 30 por ciento frente al peso en los últimos tres años.
La paradoja del empleo
Otro de los puntos que preocupa a los analistas es la lenta recuperación del mercado laboral, que definitivamente no avanza al mismo ritmo del crecimiento. Hoy, casi año y medio después de la llegada de la pandemia, la tasa de desempleo desestacionalizada es de 15,1%, prácticamente, la misma que se ha observado desde el mes de abril.
Las más recientes cifras parecen confirmar que se está dando uno de los fenómenos que más temían los analistas: recuperación sin empleo.
Pero cabe aclarar que esto no es algo nuevo. De hecho es una tendencia que se venía presentando desde 2019, año en el que si bien la economía creció 3%, el desempleo se mantuvo en dos dígitos.
“Cuando se rompe la relación entre crecimiento y empleo, se quiebra la fuente principal de ingreso para los hogares, y eso implica que la recuperación de las cifras de pobreza va a ser más lenta y difícil”, le dijo recientemente Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, a SEMANA.
¿Se puede cantar victoria?
Al conocer el resultado del PIB, tanto el presidente, Iván Duque, como el ministro de Hacienda José Manuel Restrepo, celebraron la buena noticia para el país y la catalogaron como una cifra histórica.
“Este crecimiento, calificado como histórico desde que comenzó la pandemia y sumado a lo sucedido en el primer trimestre del año, nos lleva a que la tasa de crecimiento en el primer semestre del año esté por el orden del 9%”, expresó Restrepo.
Aunque el avance de la economía logrado en el primer trimestre es importante y parece demostrar que la reactivación es un hecho, el camino no está despejado.
El crecimiento tiene amenazas o circunstancias que podrían ralentizarlo. Una, los efectos que pueda tener la variante delta del coronavirus en la economía no solo nacional (donde aún no se ha registrado un alto número de contagios) sino global. Según un análisis del Diario Financiero de Chile, “la evolución de los contagios de coronavirus por la variante delta y las referencias macroeconómicas que se están conociendo en las últimas jornadas en las principales economías (más débiles de lo previsto) acentúan las dudas sobre el ritmo de la recuperación económica en el mundo”.
La segunda es de carácter interno: la mayor preocupación está en la inversión privada y la contratación de empleo en un contexto de elecciones, tensión social que aún no desaparece y la polarización política.
Con la situación social reciente, el empresariado empieza a tener más precaución en las decisiones que toma. Como pasa en varias partes del mundo, cuando entra el periodo electoral se posponen algunas decisiones de inversión y las empresas esperan tener más información y ver cómo se decantan las posibilidades de los distintos candidatos.