Una carta firmada por 18 nombres, entre los que hay decanos de facultades de prestigiosas universidades, exministros de diversas áreas, directores de planeación, entre otros, llegó al despacho de la jefe de la cartera del Trabajo, desde donde se lidera la reforma pensional, que ya va a entrar a segundo debate en el Congreso de la República.
Los firmantes del documento envían un potente mensaje al Gobierno que pretende ser neutral, sin tintes políticos, pues resalta tanto lo bueno, como lo malo y lo feo del proyecto de ley que busca transformar el sistema de aseguramiento para la vejez, es decir, un tema altamente sensible.
Principalmente, porque en Colombia se gastan billonarias sumas para pensionar a unos pocos, mientras millones de personas en edad de pensión que no lograron cotizar al sistema quedan en la absoluta pobreza, agrandando así la desigualdad.
Lo bueno
En el documento, los firmantes resaltan como elementos positivos el aumento de la cobertura en la casi totalidad de la población en edad de pensión.
Adicionalmente, destacan la eliminación de los tratamientos inequitativos entre personas con las mismas condiciones. Pero no se quedan allí, también aplauden la reducción sustancial de los subsidios en el régimen de prima media que maneja Colpensiones.
Pero, claramente, lo que más destacan es la creación del pilar solidario, que hasta el momento, según lo previsto, servirá para sacar a millones de personas de la pobreza extrema, con una asignación inicial de 224.000 pesos mensuales, pese a que originalmente se hablaba de 500.000 pesos por persona.
Lo malo
Lo malo, desde la perspectiva de los firmantes de la carta, es que hay puntos que requieren ajustes sobre los cuales, por ahora, no ha habido oídos en el Ministerio de Trabajo.
Entre ellos estaría el tema de la sostenibilidad y la equidad con las futuras generaciones, según la carta. En ese contexto, los académicos y exministros ponen el foco en el umbral del pilar de prima media, el cual, según lo aprobado hasta ahora, está en los 3 salarios mínimos, mientras que ellos opinan que debería ser de solo un salario mínimo. Así, las opiniones varían y unos se inclinan por un umbral de dos salarios mínimos.
“El envejecimiento acelerado de la población colombiana hace cada vez más difícil la sostenibilidad de los sistemas de prima media o de reparto que financian la mesada de los actuales pensionados con las cotizaciones de los jóvenes”, sostiene la carta.
El argumento, para sustentar la propuesta, es la rápida transición demográfica que hay en Colombia, país en el cual, cada vez hay más viejos y las parejas no quieren tener hijos. “Los jóvenes cada vez van a ser una proporción menor frente a la población en edad de retiro”.
Pero no es todo, los académicos sostienen que la reducción del umbral, según lo proponen, ayudaría aún más a que el Estado colombiano dejara de subsidiar tantas pensiones con los dineros públicos que surgen del pago de impuestos de los contribuyentes, quienes hacen esfuerzos enormes ―en el caso de los asalariados― para cumplir con las obligaciones tributarias.
Los subsidios en Colombia tiene el problema de que beneficia a ciudadanos de ingresos medios y altos, en especial, por lo cual, de no mover el umbral, se seguiría incurriendo en el error de la falta de progresividad en el sistema pensional.
Lo feo
De igual manera, el establecimiento de un el esquema diferencial para mujeres, fue otro de los temas sobre los cuales hablaron los académicos. A su juicio, este debe incorporar una reducción de 50 semanas de cotización por cada hijo, hasta por tres hijos, como se había propuesto en la versión inicial del proyecto de ley. Esto, teniendo en cuenta que en la propuesta actual hay una cierta extralimitación, pues se habla de 300 semanas, lo que implicaría que las mujeres solo cotizarían 19 años, para empezar a disfrutar la pensión por 29 años. Es decir, continuaría el problema de la bomba pensional por los pasivos del sistema.
Eso, sin contar con que también habría inequidad, pues las mujeres seguirían obteniendo pensiones paupérrimas, al no poder sumar un mayor ahorro, según ha conceptuado la Ocde.