Una bomba de tiempo inició su conteo regresivo en Colombia. La pandemia puso de presente una dura realidad: que los trabajos del futuro ya llegaron y cada vez se necesitarán más personas para suplirlos.

Esta situación venía tocando las puertas del país desde hace unos años. No es gratuito que el desempleo tuviera un piso de entre 8 y 9 por ciento de la población trabajadora, aun cuando la economía estaba en plena expansión.

Las cifras se quedaban en ese punto y reducirlas, como lo habían logrado otras naciones, parecía misión imposible.

Sin embargo, al mantenerse en un dígito, economistas y miembros del Gobierno estaban tranquilos. A pesar de lo anterior, el problema de fondo seguía activo, y la covid-19 lo agravó. La crisis sanitaria tuvo un efecto diverso en el mercado laboral. Aceleró procesos planeados para las próximas décadas; pero también le aclaró el panorama al sector privado sobre cuáles son los puestos de trabajo que realmente requiere actualmente y de cuáles puede prescindir más fácilmente.

La cuarta revolución industrial llegó para quedarse, y en Colombia ya comenzó a mostrar sus primeros coletazos. No es gratuito que el Gobierno incluyera un aparte de esta realidad en el Conpes de reactivación económica, con el que prevé billonarias inversiones para darle un nuevo impulso a la economía en época de pospandemia.

Allí se destaca una cifra aterradora: más del 40 por ciento de los empresarios en el país ha presentado dificultades en la contratación de personal, principalmente por falta de experiencia, competencias y habilidades específicas. Eso sin contar con que apenas uno de cada cuatro ciudadanos registra altos niveles de cualificación, es decir, responden a lo que realmente se está demandando.

Áreas de trabajo como la selección de personal son cada vez menos demandadas en las empresas. La digitalización relevará a miles de personas en sectores más automatizables.

En plata blanca, estas cuentas revelan un complejo panorama a mediano y largo plazo: que la fuerza laboral en Colombia está poco capacitada para las necesidades del ramo privado.

Al estilo de Tinder, la aplicación de citas en la que las personas se emparejan, las empresas y los trabajadores deben tener puntos comunes para lograr un acuerdo. El problema actual es que lo que una parte está demandando tiene poca oferta del otro lado.

Esto, sin duda, pone en la agenda una tarea clave para la nación. Es necesario mejorar los programas de capacitación y, por ende, los niveles de cualificación laboral. Lo anterior, claro está, no depende únicamente de los trabajadores, sino también de lo que las universidades y los centros de formación les den a los estudiantes.

La administración de Iván Duque es consciente de lo que le corre pierna arriba al país. Por ello, decidió incluir en el Plan de Desarrollo un artículo para crear el Sistema Nacional de Cualificaciones. La idea es tener una radiografía del futuro mercado laboral, y hacerle frente antes de que se materialicen los grandes cambios que ya empezaron a darse.

La calidad de la formación para el trabajo es la piedra angular. No hay que ser un experto para saber que si se enseñan habilidades u oficios que serán exitosos en unos años, se evitarán los altos niveles de desempleo que se prevén en caso de no actuar en esa dirección.

Los que sí se buscan

En la práctica, este sistema tendrá la información de lo que requieren las regiones del país, así como de las competencias o aptitudes. Así, las entidades formadoras del talento humano podrán saber en dónde poner su foco. Los resultados encontrados hasta ahora son reveladores.

En turismo será necesario responder a nuevas tendencias como turismo accesible e inclusivo, reputación online, sistemas de información, robótica, entre otros. De allí que serán determinantes habilidades multilingües y multiculturales, conocimientos en programación de soluciones informáticas y gestión de sistemas automatizados e inteligencia artificial (IA).

Algo similar sucederá con la moda. Estudios de MinTrabajo señalan que se optará por el uso de materiales ecoamigables, los cuales reemplazarán el cuero y otros similares. La digitalización y la IA también formarán parte del cambio, por lo cual se demandarán expertos en desarrollo de tejidos, sostenibilidad, impresión 3D y psicología del consumidor, entre otros.

Y en el sector de las TIC, los perfiles que más se pedirán incluyen a científicos de datos, administradores de servicios en la nube y arquitectos TI. Así como aquellos relacionados con áreas de desarrollo de software, pruebas, administración de bases de datos, infraestructura y seguridad, diseñadores web e ingenieros de big data.

Estos casos son apenas una muestra del papel preponderante que han tomado las tecnologías en el mercado laboral. Según el ministro de Trabajo, Ángel Custodio Cabrera, esta iniciativa permitirá fomentar la educación en talento humano y reducir las brechas para mejorar la empleabilidad. En este punto aparecen los gremios de la producción, que deberán validar los perfiles ocupacionales con el fin de que haya match entre empleadores y trabajadores.

Eso sí, no se trata de un debate que se limite a Colombia. En el ámbito mundial, cerca de 50 países ya han incluido las ciencias de computación en sus planes de estudio. Y al mismo tiempo, avanzan en proyectos de capacitación para el personal activo en las empresas. En últimas, se busca que el golpe de la digitalización en el trabajo sea el menor posible, aunque este será inevitable.

De hecho, la covid-19 se convirtió en el abrebocas de esta disrupción laboral. Un demoledor informe de McKinsey Global Institute lo confirma: cientos de empleos desaparecerán una vez termine la pandemia. Un ejemplo concreto está en hoteles, restaurantes y tiendas, segmentos que se verán afectados por la reducción de los viajes empresariales, calculada en 20 por ciento.

Tareas urgentes

A ciencia cierta, el mercado laboral del futuro tendrá sus puertas abiertas a trabajadores y asistentes de la salud; ingenieros, matemáticos y expertos en tecnología; asesores legales, creativos y gerentes. En contraste con profesionales y técnicos en recursos humanos, agricultura, servicios de alimentación, comercio y ventas, por mencionar solo algunos.

“Antes de la pandemia, la pérdida de empleos se concentraba en ocupaciones de ingresos medios, como manufactureros o trabajadores de oficina (…). Pero con la covid-19, el impacto será para los de ingresos bajos. Más de la mitad de estos empleados tendrá que cambiar de ocupación”, señala el reporte.

Si bien esto no sucederá de la noche a la mañana, sí implicará que el 25 por ciento de las personas en el mundo deberá hacer borrón y cuenta nueva en sus labores. El problema podría ser aún más grave en Colombia, donde cerca del 50 por ciento de los trabajadores es de ingresos bajos, es decir, gana menos del salario mínimo.

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Eso sin contar a aquellos que viven del día a día y a quienes definitivamente no han podido insertarse en el mercado laboral.

Un avance clave en este frente se presentó cuando el Gobierno le dio luz verde a Piso de Protección Social. Este programa les permite a los empleadores contratar nuevo personal con ingresos por debajo del mínimo, garantizándoles salud, riesgos laborales y un ahorro para la vejez. No obstante, la tarea debe ir más allá.

El propio Conpes de reactivación asegura que el Sistema de Cualificaciones mantiene un enfoque nacional y tiene pendiente encontrar las fallas del mercado en los territorios. Avanzar en este eje será indispensable, pero también será necesario que se implementen los cambios planteados por la Misión del Empleo.

El Gobierno ya ha recibido avances de esta mesa, aunque en 2021 terminará la labor de los expertos, con lo cual será fundamental poner en práctica sus conclusiones. Sin duda, el trabajo del futuro ya llegó, y es el momento de que el país enfrente esta realidad.

La tarea también estará en manos del sector educativo, que deberá formar a los trabajadores en las habilidades que se requerirán. Hacer estos análisis le permitirán al Gobierno avanzar en las políticas claves. Pero de ahí en adelante, la responsabilidad será de instituciones educativas, empresas y ciudadanos.