Aunque ya han pasado siete meses desde el inicio del mandato de Germán Bahamón como gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, el gremio y el Gobierno se siguen lanzando pullas con respecto a la independencia de la entidad a la hora de elegir a sus líderes.
Al inicio del Congreso Nacional Cafetero número 92, el miércoles 29 de noviembre en Bogotá, Alberto Elías Mejía, presidente del evento que reúne a los representantes de los comités cafeteros del país, pidió respeto y más reconocimiento por el rol de la institución e incluso controvirtió algunas de las propuestas del Gobierno como la de “generar una comisión de la verdad para los cafeteros, lo que solo funciona para los que están al margen de la ley”.
Así mismo, Bahamón aseguró que la Federación es una institución privada, democrática, representativa y acostumbrada a la construcción de consensos, lo cual ha hecho con 21 gobiernos en sus casi 100 años de historia, acompañado el desarrollo de la Nación.
Frente a estos reclamos y también ante las insinuaciones de que el Gobierno estaría creando una institucionalidad cafetera paralela, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, dijo que esa no es la intención del Ejecutivo y que lo que buscan es mejorar el mundo agrícola del país y que el café nacional dependa menos de lo que pase con Brasil, razón por la que propuso un cambio en el fondo de estabilización de precios del café.
Ese mecanismo busca proteger a las 540.000 familias cafeteras del país en momentos como el actual en que los precios están a la baja, pero Bonilla alertó que está mal financiado. Actualmente tiene un saldo de 330.000 millones de pesos, que provienen de recursos públicos y del aporte cafetero de 6 centavos de dólar por cada libra de café exportado. De esos 6 centavos, medio centavo va para el fondo, pero es un aporte minoritario frente al monto actual, pues de los 330.000 millones, 200.000 millones son puestos por el Gobierno.
“Al crear el fondo no se pensó en financiarlo mejor en los momentos en que los precios subieran para que sirviera más cuando viniera el descenso de precios. Por eso hay que reformular su financiación, pues cuando este se active (el fondo aún no ha empezado a entregar recursos) los 330.000 millones no van a dar un brinco”, advirtió Bonilla, y explicó que no se ha activado porque hoy el costo promedio de producción de café es de 1,2 millones por carga, un nivel aún por debajo de precio internacional.
Su propuesta es que para reformular la financiación del fondo se haga un buen estudio de cuánto es el costo del café, entendiendo que hay diferencias entre las viejas y las nuevas zonas cafeteras del país. De hecho, hoy es más costoso producir en el viejo Eje Cafetero, que en departamentos como el Huila.
Consumo interno
El ministro de Hacienda también se refirió a la necesidad de aumentar el área sembrada, pues en el pasado era de 1,2 millones de hectáreas y ahora es de 800.000. Esto va acorde con el propósito del Gobierno de recuperar tierras de vocación agrícola, que hoy están dedicadas a la actividad pecuaria, con el fin de depender menos del sector extractivista.
“El café es un producto que funciona bien en ese propósito, pues Colombia tiene un producto reconocido internacionalmente. La idea es buscar cómo lo hacemos y, repito, no estamos trabajando de espaldas a los cafeteros ni creando instituciones paralelas; estamos buscando soluciones para que Colombia dependa menos de lo que pasa en Brasil, porque si allá estornudan, acá hay bonanza, pero cuando se recuperan se acaba la bonanza y es lo que hoy estamos viviendo”.
Finalmente, Bonilla se refirió a la necesidad de evaluar qué pasa con los sistemas de comercialización, pues si la cosecha es de 12 millones de sacos y se exportan 11 millones, eso quiere decir que solo se consume 1 millón de sacos en el país, cuando en realidad el consumo interno es mayor. Ya no sería solo decir que en el país se consume pasilla, hay algo más que está pasando”, puntualizó.