SEMANA: ¿cuáles fueron las causas para usted del hundimiento de la reforma laboral?
BRUCE MAC MASTER: creo que la propuesta de reforma evidentemente era incompleta desde el punto de vista de que no atendía realmente las principales preocupaciones alrededor del mundo laboral, entendiendo que, en un país como Colombia, el mundo del trabajo tiene grandes distorsiones, tiene la inmensa distorsión de un desempleo endémico que no sale, que no somos capaces de erradicar y que además se mueve siempre en cifras que están entre el 10 % y el 20 %, la reforma no hacía nada con eso. Y cuando estamos hablando del 10 %, si tenemos en cuenta que el total de la población económicamente activa son 22 millones de personas, estamos diciendo, ni más ni menos, que en Colombia hay cerca de 2 millones de 200.000 personas, al menos, que no están pudiendo conseguir trabajo. Entonces no es entendible para mucha gente que la reforma no atendiera eso. Luego varios estudios, todos los estudios técnicos que se han hecho demuestran que la reforma no solamente no hacía eso, sino que producía más desempleo.
Entonces, ¿cómo se puede uno imaginar una reforma que eventualmente pueda hacer que esa cifra pase de 2′200.000 a 2′.700.000 y no pase nada? Y claro, el Congreso, yo creo, se vio supremamente preocupado por esta realidad incluyendo el hecho de que sin duda alguna la ciudadanía se lo va a cobrar al Gobierno o al Congreso o a quien sea que eventualmente termine produciendo este resultado.
SEMANA: hay una frase del Gobierno y de la misma ponente del proyecto en la que señalan que la reforma laboral no debería buscar generar más puestos de trabajo ni reducir o acabar con la informalidad ¿Usted qué piensa de eso?
B.M.: una reforma laboral tiene que atender los principales problemas del mundo laboral. Entonces, esa frase, que fue una frase de la ponente, también fue una frase de la ministra, es una frase que de alguna forma denota que se están ignorando los dos hechos más importantes y protuberantes del mundo laboral. Nadie concibe que Colombia decida entrar en un proceso de reforma del tamaño del que estamos hablando y se olvide de los dos grandes problemas.
Y no solamente eso, sino que crea problemas nuevos. Esa reforma crea por lo menos 500.000 nuevos problemas en 500.000 familias. Uno lo que tiene es una reforma que no atiende eso. Luego, el otro gran problema es que de esos 22′000.000 de personas económicamente activas al menos 12′000.000 están en condición de informalidad. Y la reforma, si bien hacía algunas cosas en el espacio de tratar de atender la informalidad, lo cierto es que no la atacaba ni la solucionaba. En un país como Colombia, ¿cómo se va a olvidar del principal problema laboral el día que se está haciendo una reforma laboral? La reforma se concentraba en un grupo muy pequeño, de muy pocos trabajadores que, eventualmente, se iban a ver beneficiados que seguramente es el reflejo del hecho de que Colombia tiene unas tasas de sindicalización relativamente bajas. Y el espíritu que había detrás de la reforma era como el espíritu exclusivamente de los sindicatos, no era el espíritu de los trabajadores. El que estaba reflejado ahí no era el espíritu de los colombianos económicamente activos, era el espíritu de los sindicatos.
Con eso sobre la mesa, pues claramente lo que tenemos es un mundo laboral lleno de distorsiones que son solamente profundizadas por la reforma. Eso es lo que nadie comprende.
SEMANA: con la decisión del Gobierno de volver a presentar la reforma laboral, ¿cuáles son esos temas que deberían incluirse en esta discusión que quedaron pendientes de la discusión anterior?
B.M.: creo que la reforma debe tener soluciones para generar empleo. La misión de empleo había dado una gran cantidad de sugerencias y propuestas alrededor de qué se debería hacer para poder generar empleo. La reforma también tiene que reducir la informalidad. Es que mientras no tengamos la reducción de la informalidad, que no es otra cosa que trabajadores sin derechos, ¿cómo va a legislar solamente para un grupo pequeño de trabajadores que son especialmente los que han sido de alguna forma cubiertos o eran cubiertos por las medidas que estaban incluidas allí, genera al mismo tiempo nuevos desempleados y se olvida de los informales. Es decir, la reforma como un todo realmente es una gran pérdida de oportunidad para poder generar mejores condiciones para todos los trabajadores.
SEMANA: ¿qué otro problema generaba la reforma?
B.M.: la reforma tiene otro problema inmenso. Termina generando grandes barreras para que las pymes y los emprendedores en Colombia puedan trabajar en encadenamientos productivos internos. Es decir, a las pymes y a los emprendedores no se les permite realmente contratar con empresas de mayor tamaño. Siempre pongo este ejemplo: si alguien quisiera ser contratista de Ecopetrol, bajo la reforma tendría que ofrecerles las mismas condiciones laborales a sus trabajadores que las condiciones que tienen los trabajadores de Ecopetrol, lo que por supuesto hace inmediatamente inviable que cualquier compañía se pueda volver contratista de Ecopetrol.
Entonces, lo que íbamos a tener era una mortandad inmensa de pymes y de emprendimientos. Yo creo que la reforma es una reforma técnicamente muy pobre, llena de ideología, pero que además se olvida de la gente, se olvida de los trabajadores, se olvida de los emprendedores, se olvida de los microempresarios, se olvida de los informales. Es una reforma que se olvidó de prácticamente todo el mundo y se dedicó a pensar solamente en un universo muy pequeño.
SEMANA: ¿cómo quedan o cómo deberían quedar los trabajadores de las plataformas colaborativas, el tema de Rappi, de Uber y demás?
B.M.: yo sí creo que uno tiene que propender por generarles la mayor protección posible a esos trabajadores. Pocas de las cosas interesantes que tenía la reforma era que sí había comenzado a dar la discusión alrededor de cuál podía ser eventualmente el estatus de los trabajadores de las plataformas. Inclusive yo creo que es la oportunidad para crear probablemente una figura laboral o contractual especial que nos permita darles cobertura a ellos.
No era demasiado moderna en términos de que no generaba flexibilidades. Por ejemplo, en términos de trabajo por horas o de cotizaciones a la seguridad social por horas, que es una de las principales razones de la informalidad de hoy en día, que es la otra crítica que le hacemos a la reforma: se olvidaba de las nuevas formas de trabajo, incluyendo las formas de trabajo digital, o las formas de trabajo transnacional o transfronterizo, o las formas de trabajo flexibles que de alguna forma es la decisión más común hoy en día de la gente que entra al mercado de trabajo o el deseo más grande de la gente que llega al mercado de trabajo. La reforma no hacía nada de eso.
Si vamos a hacer una reforma, hagámosla bien, hagámosla completa, hagámosla moderna, hagámosla para generar empleo, hagámosla para generar trabajo, hagámosla para generar productividad laboral. Yo coincido con el presidente Petro que es uno de los temas más importantes de nuestra economía. Pero hagámosla para eso, no concentrarse solamente en dos o tres temas que eventualmente solo pueden producir poco empleo o pueden producir desempleo. Eso es en mi opinión una actitud increíblemente miope.
SEMANA: ¿qué opinión le merece la declaración del presidente en su alocución en Francia, hablando de una era esclavista y explotadora frente al sector trabajador al defender su reforma laboral?
B.M.: no tengo la menor duda de que se trata de una declaración completamente fuera de lugar, con términos fuera de lugar, términos que no representan la realidad por supuesto. Pero no solamente eso, sino que pueden terminar sirviendo para justamente generar mayores polarizaciones en Colombia. Yo siempre he estado muy preocupado por la forma en que uno se expresa, por la forma en que uno habla y por las emociones que generan las expresiones de los líderes políticos. Creo que en Colombia tenemos que ser especialmente cuidadosos en que, por tratar de generar un objetivo de corto plazo, individual que seguramente va de la mano de las ideas que uno tiene, uno no cometa el inmenso error de simplemente generar mayores polarizaciones. Colombia ha sido un país demasiado violento para que los líderes políticos en este momento estén en posición de generar nuevas violencias. Yo creo que eso no puede suceder. De verdad lamento que se haya producido, que se produzcan ese tipo de expresiones que no construyen nada y que, en cambio, pueden producir inmenso daño.
SEMANA: una de las propuestas del sector académico, particularmente de Stefano Farné, habla de la posibilidad de incluir en la reforma una figura de seguro al desempleo. ¿Usted lo ve viable?
B.M.: eso es muy interesante, ojalá, Colombia, tuviera seguro al desempleo. Creo que tenemos que ser en este momento bastante más creativos que lo que hemos sido hasta ahora. Tenemos que inventarnos cosas nuevas, cosas distintas, cosas que además vayan en beneficio de toda la población. Que seamos muy conscientes eventualmente de cuáles son nuestras reales capacidades.
Uno de los llamados más fuertes que quiero hacer es el de que tomemos las decisiones con información técnica a nuestra disposición, que utilicemos las evaluaciones de impacto. No podemos caer en la idea de que los modelos de equilibrio general son modelos neoliberales y que, por lo tanto, vamos a tomar decisiones todas sin evaluación de impacto. Eso es muy equivocado, Colombia no puede tomar decisiones de la envergadura de las que estamos tomando hoy día si no acudimos realmente a los modelos económicos que nos permiten prever qué es lo que va a suceder y tratar de identificar si vamos a cometer un error o no.
Me parece peligrosa la afirmación de que los modelos económicos son una expresión del neoliberalismo. Yo no soy neoliberal y no estoy de acuerdo con los neoliberales. Pero yo creo que los modelos económicos son una gran herramienta para poder tomar la mejor decisión posible. No comparto la idea de que no vamos a utilizar modelos económicos para evaluar el impacto de nuestras medidas porque resulta que son una expresión de la ideología neoliberal. No lo puedo compartir.