SEMANA: ¿Cuál es el balance que arroja este primer año de reapertura del comercio entre Colombia y Venezuela?
JAVIER DÍAZ: Creo que es un balance positivo. Yo creo que fue un error haber cerrado todo tipo de relacionamiento con Venezuela. El vecino siempre va a estar ahí y no tener unos canales de comunicación, pues no es lo ideal. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas permitió restablecer también las relaciones comerciales y en este año hemos visto cómo ese comercio comienza a recuperarse.
Claro, las cifras no pueden ser las mismas. En el 2008 tuvimos unas exportaciones por encima de 6.000 millones de dólares. Eran más de 4.000 diferentes productos, más de 3.000 empresas pequeñas, medianas, vendiendo en el vecino país.
Pero hay que entender que entre los años 2013 y 2021 el producto interno de Venezuela cayó 75 por ciento; es decir, la Venezuela de hoy es la cuarta parte de lo que fue en ese entonces. Hoy tenemos unas cifras relativamente pequeñas, en este primer año 600 millones de dólares y yo creo que vamos a cerrar el 2023 con unas cifras aproximadas a los mil millones de dólares, que es positivo. Creo que eso es mejor que tener totalmente cerrada la frontera.
SEMANA: ¿Qué tan lejos estamos de las expectativas que se había fijado el Gobierno?
J.D.: Si uno mira las expectativas frente al momento en que se reanudó el comercio, el exembajador Benedetti, el embajador en ese entonces, habló de que el comercio iba a llegar a 10.000 millones de dólares. Creo que está totalmente desbordada esa cifra.
El ministro Germán Umaña planteó al Ministerio de Comercio que deberíamos llegar este año a 1.800 millones y vamos a estar en mil y han planteado que nuevamente para el 2024 esa es la meta, en 1.800 millones.
Eso depende en buena parte de los precios del petróleo. Venezuela sigue siendo una economía petrolera y cuando los precios del petróleo suben, Venezuela tiene capacidad de pago y cuando los precios del petróleo bajan, Venezuela ve disminuida su capacidad de compra.
Este año arrancamos creciendo, después cayeron y ahora empieza otra vez a recuperarse un poco. Entonces vamos a cerrar con unas cifras por debajo de lo que plantearon inicialmente y como le digo cercanas a los mil millones y esa meta del 2023 queda nuevamente puesta para el 2024.
SEMANA: Si miramos el vaso medio lleno de las cosas buenas de esta reapertura del comercio, ¿usted qué destacaría?
J.D.: Lo positivo, pues nuevamente tener un comercio formal, tener un relacionamiento con Venezuela, yo creo que eso es lo positivo. Creo que, repito, fue un error cortar todo lazo de comunicación. Entonces lo positivo, el restablecimiento de las relaciones, los acuerdos a los cuales se ha llegado y creo que eso nos permite ser optimistas de que ese mercado natural de Colombia se va a ir recuperando.
SEMANA: Si miramos el vaso medio vacío, ¿qué desafíos todavía están pendientes?
J.D.: Yo diría que uno de los principales retos es brindar mucha más seguridad en la frontera. Esa mafia que estaba debajo del puente cobrando por pasar productos por las trochas ahora está encima del puente y pretende cobrar por pasar los productos formales. Usted pasa la frontera y hay 14 alcabalas, 14 retenes, muchos de ellos de la Guardia Nacional, que cobran por dejar seguir la mercancía.
Entonces algunos empresarios me dicen yo no voy a vender en esas circunstancias. Creo que seguridad en la frontera es un tema que hay que trabajar.
El tema de transporte hoy se sigue haciendo transbordo en la frontera. Creo que debemos recuperar que los carros puedan pasar de un lado al otro. El parque automotor venezolano está obsoleto y por eso tienen líos en tener los seguros obligatorios aquí en Colombia. Entonces, los carros no pasan de un lado al otro y hay que hacer transbordo. Superar eso creo que es fundamental.
En fin, creo que hay que generar un clima de confianza. Recuperar la confianza en ese comercio para poder verlo crecer.
SEMANA: ¿Cómo se está haciendo el pago con los empresarios en este momento?
J.D.: Hay que entender que Venezuela eliminó esas tasas de cambio diferenciales y en la práctica la economía se dolarizó. Y hoy no es delito ni infracción poseer dólares. Entonces se puede transar en dólares.
Claro, las sanciones que Estados Unidos impuso a Venezuela llevan a que el sistema financiero esté por fuera del mecanismo SWIFT, que es el mecanismo que usan los bancos para hacer sus transferencias. Entonces, las transferencias tienen que hacerse a través de bancos de terceros países y el empresario colombiano, el exportador colombiano, lo que ha adoptado como seguro, como mecanismo para disminuir el riesgo de pago, es pedir que se pague de manera anticipada la mercancía: una vez yo recibo los dólares, despacho, antes no. El pago anticipado es lo que lleva a que las mercancías se puedan despachar.
SEMANA: ¿Qué pasa con el tema de las sanciones? ¿Hasta dónde se están desarrollando los acuerdos y las aproximaciones para el levantamiento de las sanciones?
J.D.: Prácticamente, está en ese tema de empresas estatales y de funcionarios, de altos funcionarios del gobierno, con los cuales no se pueden hacer operaciones.
Se ha flexibilizado en el caso de petróleo. Estados Unidos ha permitido que empresas europeas entren a recuperar la industria petrolera e incluso alguna empresa estadounidense también puede hacerlo.
Pero uno tiene que observar con quién está haciendo negocios, que no vaya a estar en una de estas listas para evitar líos. En buena medida los empresarios colombianos están haciendo negocios con sus pares privados y esos pares privados no están sancionados.
SEMANA: Hoy, ¿dónde están las oportunidades en el mercado venezolano?
J.D.: Diría que básicamente en productos de primera necesidad. Cuando usted se levanta en la mañana un sábado y abre la nevera y no hay nada para el desayuno, pues usted va a la tienda de la esquina a comprar la leche, los huevos y el pan.
Yo diría que eso es lo que está ocurriendo. Colombia es como la tienda de la esquina y allí se abastece Venezuela. ¿Y qué es lo que necesita? ¿Qué productos de primera necesidad? Alimentos, productos farmacéuticos, medicamentos y productos de aseo. Creo que en buena parte de ese comercio está centrado allí.
Hay una parte de productos químicos que también se están exportando, pero esencialmente eso. Y hacia el futuro, hacia mediano y largo plazo, uno espera que las oportunidades también estén en la recuperación de sectores productivos que otrora fueron muy importantes en Venezuela: la industria de empaques o la petroquímica, la siderurgia, la metalmecánica, que fueron arrasados, destruidos en la crisis y se tienen que entrar a recuperar.
Creo que un mercado como Colombia, un país vecino, tiene oportunidades de participar en ese proceso de recuperación de esos sectores.
SEMANA: ¿Qué está pasando con el tema de la recuperación en el tráfico aéreo? ¿Los vuelos se han reactivado? ¿Cómo está esa operación aérea entre los dos países?
J.D.: Al comienzo fue algo difícil, pero creo que en la medida en que avanzó el tema, pues están los permisos por parte de la Aeronáutica y yo diría que en buena medida ese mercado ya está siendo atendido por empresas de lado y lado.
Muy seguramente en la medida en que los negocios crezcan, que la actividad crezca, se van a necesitar más viajes. Uno ve que algunas compañías aéreas internacionales tienen viajes a Cúcuta. Y uno dice, pero ¿cómo hay viajes Cúcuta, Miami, Cúcuta?
No, están atendiendo un mercado venezolano. Los venezolanos vienen a Cúcuta y toman esa conexión internacional. Pero el intercambio y el transporte aéreo entre los dos países creo que va respondiendo a las necesidades.
SEMANA: Esa dinámica del comercio entre Colombia y Venezuela coincidió con una desaceleración y una caída profunda en el tema de las exportaciones y también de las importaciones. ¿Qué es lo que está pasando con el comercio exterior y particularmente con el tema de las exportaciones?
J.D.: Después de la pandemia viene todo un proceso de recuperación del comercio mundial. Desaparece esa crisis de contenedores. Los fletes vuelven a su normalidad. Y uno ve un 2022 creciendo el comercio. Le apostaba a que 2022 cerráramos con unas cifras cercanas a los 60.000 millones de dólares. Pero en diciembre se nos caen las exportaciones, fruto de la inflación, altas tasas de interés que adoptan las autoridades monetarias en la mayoría de países y el consumo se cae.
Y desde entonces, desde diciembre del año pasado, estamos viendo ese fenómeno. Las tasas de interés siguen altas, la inflación en el mundo sigue alta y, por lo tanto, el consumo sigue castigado y creo que eso lo estamos sintiendo en un país pequeño como Colombia que vive o depende de la dinámica de la demanda internacional.
El mismo fenómeno estamos viendo en las importaciones. En la medida en que aquí en Colombia la alta inflación lleva a subir las tasas de interés, el consumo también baja y esas importaciones en buena medida están destinadas al aparato productivo nacional.
Son materias primas, insumos que se requieren para producir bienes con destino al mercado local o a la exportación. El consumo baja y esas importaciones bajan como consecuencia del menor ritmo de la actividad económica y el menor ritmo del aparato productivo.
Entonces estamos en una combinación de caída del mercado internacional, caída del mercado doméstico y menores exportaciones, menores importaciones.
SEMANA: ¿Qué tanto nos impacta la volatilidad del precio del dólar?
J.D.: Hemos visto que se ha venido ajustando a lo largo de este año. El peso ha sido una de las monedas que más se ha revaluado a lo largo del año después de haber alcanzado picos de cinco mil pesos por dólar en algunos momentos de este año.
Es indudable que la volatilidad del dólar afecta porque usted no puede planear de manera adecuada. Uno insiste en que se hagan coberturas, pero es difícil. Creo que la caída que estamos viendo en el precio del dólar responde también al incremento que sufrió desde agosto del 2022 cuando llega el nuevo gobierno, hace unos anuncios en materia energética, no más exploraciones de petróleo, no más exploraciones de gas carbón.
Eso indudablemente el mercado lo leyó de una manera muy negativa. Cómo así que usted no va a seguir con estos productos si son el 50 por ciento de sus exportaciones, si son una buena parte de los ingresos fiscales y esa incertidumbre de qué va a pasar con eso disparó el dólar. En la medida que el gobierno señaló a través del Ministerio de Hacienda, que no de Minas, que la transición energética duraría por lo menos 15 años, que el mercado empieza a ver que las reformas no pasan en el Congreso tal como quería el Gobierno, pues el mercado empieza a ajustar, dice: “esto que habíamos previsto no va a ocurrir” y Colombia retorna un poco al precio promedio de las divisas de la región, que repito, por factores políticos de incertidumbre, se había salido de ese rango en el cual se movían las divisas de la región.
Y creo que en este momento está afectando la volatilidad más el precio del petróleo y los fenómenos monetarios internacionales que está haciendo la Reserva Federal en materia de tasas de interés. Es alrededor de eso lo que se está viendo, que afecta la tasa de cambio, más que fenómenos internos.
SEMANA: ¿Cómo están viendo la dinámica del crecimiento global frente al tema de exportaciones e importaciones? Se está enfriando mucho el tema de la demanda, el crecimiento en países como China y Estados Unidos, que son los motores de la economía global.
J.D.: Sí, yo creo que ahí hay una serie de nubarrones en el horizonte que llevan a que la incertidumbre siga siendo una variable preponderante. ¿Qué va a pasar con la inflación en Estados Unidos? Va a continuar bajando. ¿Qué va a pasar con las tasas de interés? El crecimiento en China que esperaba un poco más alto. ¿Eso qué va a pasar allí? ¿Qué pasa en Europa? En fin, el fantasma de la posibilidad de una recesión se ha alejado, pero no ha desaparecido totalmente.
Y en el caso de Colombia, algunos analistas hablan de la posibilidad de una estanflación, es decir, de una inflación alta con una recesión económica. Ese sería un mundo perverso para la economía colombiana.
SEMANA: El otro escenario de discusión en materia de comercio exterior ha sido un anuncio del presidente Gustavo Petro. Inicialmente habló de una renegociación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y luego el ministro Umaña aclaró que se trata de una revisión del tratado. ¿Eso en qué va?
J.D.: Nosotros entendemos es que no se va a dar una renegociación, que se utilizó un término que no era el adecuado, porque el proceso que se ha estado adelantando en las conversaciones con los Estados Unidos de revisión está previsto dentro del mismo acuerdo. El mecanismo de revisión a través de la Comisión Administradora del Acuerdo.
Y entonces creo que el ruido que se creó allí al utilizar nuevamente el término de renegociación, ya ha sido aclarado. Uno espera que se adelante el proceso de revisión para ver qué cosas se pueden mejorar en términos de funcionamiento del acuerdo.
Nosotros tenemos unos intereses muy específicos en poder mejorar algunas cosas en normas de origen. Por ejemplo, en el caso textil-confección, la posibilidad de acumulación de origen en el tema agrícola, poder tener unos protocolos fitosanitarios mucho más expeditos. Alrededor de esos temas creo que se puede trabajar.
El ministerio quiere mirar temas de propiedad intelectual, de inversión, pero lo que no se puede hacer en una revisión es subir aranceles. Entonces eso que planteó el presidente de renegociar y subir el arancel del maíz, pues eso no es posible. Vamos a ver.
El Gobierno ha planteado que lo haría a través de seguridad alimentaria. Creo que sería un error meternos en esa dinámica porque usted terminaría subiendo el precio del maíz, que es base para la producción del concentrado que alimenta las aves para producir la carne de pollo, para producir los huevos, para producir la carne de cerdo.
Y entonces uno diría no tiene sentido que un Gobierno que se dice popular, que defiende a los pobres, termine subiendo el precio de la proteína animal que pueden consumir los pobres, que es el huevo, para beneficiar a unos terratenientes. Eso políticamente no se entiende.
SEMANA: ¿Hemos aprovechado esta coyuntura después de la pandemia de un tema del que muchos hablan y es el nearshoring, traer producción hacia Colombia y tenerla más cerca de los consumidores, particularmente de los Estados Unidos? ¿Se ha materializado en inversiones?
J.D.: Eso está planteado en la política que esbozó el Gobierno tanto en su plan de reindustrialización como en la política de comercio exterior.
Pero no vemos que eso haya bajado del discurso a la realidad. Creo que hay que ver cómo materializa uno esas posibilidades, porque eso sigue presente en los mercados internacionales.
Estados Unidos está buscando proveeduría mucho más cercana que para que reemplace a esa proveeduría que hoy tiene en China o en Asia. Y Colombia podría jugar en algunos de estos sectores para atraer esos inversionistas que se localicen aquí y exporten a los Estados Unidos.
Nosotros hemos denominado esa política de importar exportadores que nos vinculen con esas cadenas regionales de valor. Pero creo que hay que hacer también unos arreglos en materia de certidumbre, de las reglas de juego en materia de normativa aduanera, que sigue siendo muy complicada y que toma mucho tiempo para las operaciones, porque esos mecanismos lo que requieren es que usted pueda importar fácilmente, producir y exportar. Pero si usted no tiene procedimientos ágiles en ese sentido, pues no va a competir.
Sacar un contenedor de exportación en Colombia toma más de seis días. Ese proceso en Panamá toma minutos, no horas, minutos. Entonces, competir en esas circunstancias no es fácil.
Necesitamos desregular este tema de comercio exterior, simplificar, hacer mucho más barato el hacer comercio, tanto de importación como de exportación y que exportar sea rentable frente al mercado local.