Un default o moratoria ocurre cuando un Estado no cumple con un vencimiento de pago a sus acreedores, sin importar si se trata de capital adeudado o intereses vinculados al crédito contraído, explican los expertos.
La suma en juego puede ser modesta, pero la falta de pago puede constituir un default parcial o total.
Un gobierno puede declararse en default al anunciar que no pagará vencimientos de deuda. El anuncio puede provenir asimismo de una agencia de calificación financiera tras un período de gracia de 30 días y conlleva una degradación de su nota crediticia.
Un acreedor privado puede denunciar públicamente que un país dejó de pagarle. También puede conocerse la moratoria por intermedio de la agencia estadounidense ISDA (International Swaps and Derivatives Association), que regula los CDS, una suerte de seguro contra defaults.
En general, Estados Unidos tiene la mayor nota posible y su crédito se considera totalmente seguro.
¿Quién posee la deuda de Estados Unidos?
En el imaginario colectivo estadounidense, la deuda está esencialmente en manos extranjeras y el primer lugar en la lista de acreedores lo ocupa China, seguido por Japón.
Pero en los hechos, la situación tiene algunos matices: sobre un total de 31 billones de dólares, solo 7,4 billones están en manos extranjeras, según datos del Tesoro. De ese total, solo 859.000 millones están en poder de China, es decir 2,7 % de la deuda pública estadounidense.
Este total concierne tanto a los bancos centrales o gobiernos extranjeros, como a las instituciones financieras instaladas fuera de Estados Unidos. Por ello, 285.000 millones tienen “sede” en las islas Caimán.
Más del 75 % de la deuda estadounidense está en manos de actores económicos nacionales. Y más de 12 billones de dólares están en manos del gobierno, las agencias federales o la propia Fed, que es la Reserva Federal o banco central estadounidense. Se trata de casi 40 % del total de la deuda pública vía los fondos de pensiones de los funcionarios.
El resto, casi 11,6 billones de dólares, está en manos de privados estadounidenses como bancos, aseguradoras, fondos de pensión y, en menor medida (160.000 millones de dólares), particulares.
¿Si hubiera un default cuál sería el impacto sobre la economía de EE. UU. y del mundo?
Antes de un default, la necesidad que tendrá el gobierno de ajustar sus gastos tendrá un impacto directo sobre la economía del país: puede haber funcionarios en desempleo técnico, un aumento del ahorro por precaución, medidas que reducirán la cantidad de dinero que llega a la economía.
Con un default, es otro nivel de dificultad que enfrentaría el país, puesto que implica una pérdida neta para los acreedores y también una caída del valor del activo “deuda estadounidense”, lo que podría desestabilizar a algunos tenedores.
Se produce además un alza automática de los costos del crédito para el país, las empresas y los particulares.
El efecto sobre los mercados financieros sería inmediato, con la posibilidad de un crack bursátil producto de la inquietud general.
En caso de default durante tres meses, la Casa Blanca esperaría una pérdida de 6,1 % del PIB en 2023 y la destrucción de ocho millones de empleos.
Una moratoria más corta tendría un efecto más acotado, pero aun así se trataría de 500.000 empleos y una contracción del PIB de 0,5 %.
Habría además un efecto enorme sobre la confianza de los inversores en la propia deuda de Estados Unidos.
El hecho de que el país siempre haya honrado sus obligaciones ha hecho de la deuda estadounidense un valor refugio en la economía mundial y contenido el costo de endeudamiento del país, que por esa confianza puede pagar menos intereses para financiarse.
Con información de la agencia AFP.