Pese a que Colombia será uno de los países de mejor desempeño económico en América Latina en 2022, la coyuntura externa y el cambio de gobierno probablemente le pasarán una cuenta de cobro en 2023, cuando se prevé que el ritmo de crecimiento caiga a la mitad.
Como ante la situación externa es poco lo que se puede hacer, en el frente local sí hay espacio para trabajar y ayudar a que la desaceleración de la economía no sea mayor. Para la prestigiosa agencia de calificación de riesgos Moody’s (una de las tres más importantes del mundo) los retos que enfrenta el nuevo gobierno en este frente son tres. El primero tiene que ver con fomentar la confianza inversionista, pues esta es la que permite que se mantenga el ritmo de crecimiento tradicional que ha tenido el país de entre 3,5% y 4,5%.
El segundo reto consiste en continuar con la senda de consolidación fiscal, es decir, seguir reduciendo el hueco entre lo que gasta y le ingresa al gobierno, así como el endeudamiento. El tercer reto deberá ser reducir las tensiones sociales, no solo para evitar una mayor conflictividad y grandes movimientos de protestas, sino también para reducir el riesgo político o más aumentos del gasto público.
Renzo Merino, vicepresidente del Grupo de Riesgos Soberanos de Moody’s y analista líder para Colombia, explicó en el evento Inside LatAm de la calificadora en Bogotá, que es factible que el crecimiento del país pase de 5,7% este año (cifra que podría cambiar cuando se conozca el dato del segundo trimestre) a 3,5% el entrante. Su expectativa es que esta trayectoria se pueda mantener, gracias a que Colombia ha demostrado una recuperación económica más rápida de lo previsto y a que pese al cambio de tendencia política del gobierno entrante, el país tiene factores institucionales destacables.
“En Colombia hay una buena formación de consensos que sirven para promover políticas y que se evidencia en lo que ha pasado en el Congreso. Además, hay contrapesos institucionales importantes, como la independencia del Banco de la República, las Cortes y la misma regla fiscal”, precisó.
Escenarios de la tributaria
Como muchos expertos, los de Moody’s ven con buenos ojos que se tramite una reforma tributaria en el país, la cual en el gobierno Petro podría tener tres escenarios. En el positivo, el entrante ministro José Antonio Ocampo y su equipo logran una reforma estructural, que compensa el reciente aumento del gasto por la pandemia y ayuda a reducir el déficit fiscal de forma anticipada. En el escenario neutro, la reforma compensa solo parcialmente el aumento del gasto social y solo ayuda a una baja gradual del déficit. El tercer escenario es el negativo, en el cual la reforma aprobada es insuficiente, impide detener el deterioro fiscal y resulta en un mayor hueco de las finanzas públicas.
Esto indicaría que más que el tipo de impuestos que se creen o que se eliminen, lo que le importa a calificadoras como Moody’s es el impacto agrado de la reforma tributaria.
Con respecto a si la reforma tributaria u otras decisiones de política del entrante gobierno Petro pueden afectar la calificación de riesgo del país, Merino explicó que aunque constantemente están revisando lo que ocurre en el país, no reaccionan a todo, solo si ven cambios sustanciales. Si bien el giro de Colombia hacia un gobierno de izquierda es un cambio importante, aclaró que ellos no reaccionan a las propuestas de campaña, sino en realidad a las políticas que se puedan implementar. “Las calificaciones no se mueven al ritmo de lo que digan los políticos”, precisó.
A diferencia de Fitch y de Standard and Poor’s, que le quitaron la calificación de grado de inversión a Colombia en plena pandemia, Moody’s la ha mantenido por encima de ese nivel y en su última revisión, en octubre del año pasado, de hecho cambió su perspectiva del país de negativa a estable.
La calificación de Moody’s para Colombia es de Baa2 y es la misma que tienen México, Panamá, Uruguay, Hungría, Filipinas e Indonesia. En comparación con esas economías, la nacional ha mostrado una gran capacidad de recuperación tras la pandemia y hoy es una de las que más crece en ese grupo. Así mismo, se esperaba que la carga de deuda del gobierno, que se disparó entre 2019 y 2020, solo lograra estabilizarse y empezar a bajar en 2023, pero lo empezó a hacer desde finales del año pasado.