En las últimas horas, el galón de la gasolina en Estados Unidos superó los US$ 5 (unos $ 19.700 pesos colombianos).
Según datos de la Asociación Americana de Automóviles (AAA), este es un precio nunca antes visto en este país y se debe al aumento que ha tenido el precio internacional del petróleo tras la invasión de Rusia a Ucrania, que inició el pasado 24 de febrero.
A diferencia de Estados Unidos, Colombia cuenta desde el 2007 con el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), que evita trasladarle a los usuarios la volatilidad de los precios internacionales. Por ello, desde febrero pasado, los colombianos han disfrutado de una estabilidad en el precio de la gasolina y del diésel.
Ahora, los colombianos pagan menos de la mitad de lo que pagan los estadounidenses por un galón de gasolina. Según datos del Ministerio de Minas y Energía, el precio promedio de venta del galón de gasolina en las 13 principales ciudades del país es de $ 9.030, mientras que el precio promedio del galón del diésel es $ 8.868.
En Estados Unidos, que en mayo registró la inflación más alta en 41 años (8,6 %), algunos de los consumidores están asumiendo los precios altos, mientras otros están cambiando sus hábitos o apretándose el cinturón.
Camioneros ven austeridad
Mientras debe lidiar con el aumento de los precios del combustible, el camionero Lamar Buckwalter ve señales a su alrededor que le dicen que los consumidores están recortando gastos.
La demanda por la comida para mascotas refrigerada, un negocio álgido hace tres meses, virtualmente ha desaparecido. Los consumidores también están cambiando su propia dieta, ordenando menos carnes de alta calidad como ternera y cangrejo.
“La gente está empezando a recortar los (gastos) extra”, dice Buckwalter, hijo y nieto de camioneros que vive en Pensilvania. “No están comprando filet mignon”.
La última vez que repostó, Buckwalter gastó US$ 5,79 por galón de diésel, más del doble del precio de hace un año, un cambio exacerbado por las bajas tasas de empleo conforme se enfría la demanda de servicios para camiones.
Para mitigar un poco la situación, Buckwalter es miembro de una asociación de pequeños camioneros que ofrece descuentos en combustible. Sin embargo, la dolorosa subida de precios “basta para hacer maldecir a un creyente”, dice Buckwalter, quien ha tenido que rechazar algunos viajes porque no salía a cuenta.
También planea apretarse el cinturón con los beneficios que ofrece a sus tres empleados, como el picnic de verano familiar. “Todavía damos bonos de Navidad. Desafortunadamente, debo recortar por donde pueda”, dice.
Tiempos difíciles para los taxis
El impacto también lo percibe Rutz Alliance, un taxista de Nueva York a quien diariamente le toca el bolsillo. “Solía poner US$ 25 de gasolina cada día. Ahora son más de US$ 45″, le dijo Alliance a la Agencia AFP.
“Estamos tratando de vivir. No tengo opción. La inflación está en todas partes. El alquiler, la comida, todo, pero es ‘tómalo o déjalo’”, agregó.
En marzo, la Alianza de Taxistas de Nueva York calificó la disparada de precios como una “emergencia” y solicitó una sobretasa temporal de 75 centavos. Sin embargo, los funcionarios no han llegado a tomar acción.
Aerolíneas esquivan el golpe
Las aerolíneas han estado entre los sectores más directamente afectados por los picos en los precios de la energía, con el del combustible de avión escalando casi 50 % desde mediados de marzo, según Argus. Un escenario así normalmente derivaría en un enorme resbalón para la industria, pues el combustible y la mano de obra son dos enormes fuentes de costos.
“La regla en esta industria es que puedes atravesar por dos tercios de aumento en el precio del combustible entre tres y seis meses y por un aumento completo entre seis a 12 meses”, dice Savanthi Syth, experto del sector en Raymond James.
Pero las aerolíneas se están beneficiando de la “demanda reprimida” de los consumidores que desean viajar luego de permanecer más de dos años confinados por la pandemia de la covid-19.
Los tiquetes aéreos han aumentado un 38 % en comparación con el año anterior, mientras ejecutivos de la industria dicen que no están teniendo mayores problemas para evitar el impacto del combustible más caro.
Una demanda reprimida salva el turismo
Para Chayzz Devyant, los precios de la gasolina la ha dejado sin la habitual visita de verano a Atlantic City. Solo ir y volver a la ciudad de los casinos puede costar unos US$ 162 en gasolina, sin contar los gastos de alojamiento. “La culpa es de las grandes petroleras”, dice Devyant, quien espera trabajar desde casa para ahorrar dinero de combustible.
Sin embargo, expertos en viajes todavía esperan un verano movido, incluso si consumidores como Devyant recortan sus traslados. “Vemos mensajes encontrados. Los precios del petróleo obviamente tienen un efecto”, prevé Aaron SzyF, economista de la Asociación Estadounidense de Viajes.
“Sin embargo, la demanda reprimida es tan alta que se espera que hoteles, atracciones, parques nacionales y vuelos estén en capacidad máxima este verano”, aseguró.
*Con información de la Agencia AFP