La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) considera que el daño económico por la invasión de Rusia a Ucrania, iniciada el pasado 24 de febrero, ya se está sintiendo en todo el mundo y los riesgos se vuelven cada vez más graves y duraderos. Además de entender este conflicto como “un desastre humanitario”.
Antes del estallido de la guerra, la Ocde consideraba que la mayoría de las variables macroeconómicas globales clave volverían a la normalidad durante 2022 - 2023 tras la pandemia de la covid-19, sin embargo, ahora afirma que este conflicto ha puesto en duda la recuperación de la economía.
La guerra en Ucrania tendrá un impacto significativo a pesar del relativo pequeño tamaño de las economías de los países en conflicto y, según advirtió la Ocde, podría llegar a restar más de un punto porcentual al crecimiento global, mientras que sumará 2,5 puntos a la inflación situándola en torno al 6,7 %.
En este sentido, el ‘think tank’ de las economías más avanzadas calcula que el impacto de la invasión de Rusia a Ucrania y de las sanciones implementadas puede llegar a restar alrededor 1,4 puntos porcentuales al crecimiento del PIB estimado para la eurozona limitándolo al 2,9 %, mientras que la subida de los precios se acelerará en más de dos puntos porcentuales y superará el 5 %.
“Esto refleja mayores aumentos del precio del gas en Europa que en otras partes del mundo y la relativa fortaleza de los vínculos comerciales y energéticos con Rusia antes del conflicto”, explicó la Ocde.
De este modo, la organización espera que en las economías avanzadas de la región Asia-Pacífico y de las Américas ―cuyos vínculos comerciales y de inversión con Rusia son más débiles― el impacto directo sea más moderado, aunque anticipa que el crecimiento aún se verá afectado indirectamente por una demanda mundial más débil y el efecto de los precios más altos sobre la renta de los hogares.
En el caso de Estados Unidos, las previsiones de la Ocde anticipan un freno de ocho décimas al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2022 y una aceleración de 1,5 puntos de las presiones inflacionistas.
Asimismo, bajo el supuesto de que las perturbaciones de los mercados financieros y de materias primas persistan durante el año, las previsiones de la Ocde contemplan una “profunda recesión” en Rusia, con una caída del PIB de más del 10 % y un aumento de la inflación de hasta 15 puntos porcentuales.
“Justo cuando la economía mundial parecía estar emergiendo de dos años de la crisis de la covid-19, ha estallado una guerra brutal y devastadora en Europa”, señaló la economista jefe y secretaria general adjunta de la Ocde, Laurence Boone.
En su análisis, la Ocde reconoce que la guerra complica la labor de las autoridades políticas y monetarias, pero considera que los pasos hacia la normalización de la política monetaria deberían continuar en las economías avanzadas, aunque subraya que deberá desarrollarse a un ritmo diferenciado y con frecuentes reevaluaciones a medida que evoluciona el conflicto.
“Los argumentos a favor de la normalización son particularmente sólidos en economías como Estados Unidos, donde la recuperación de la pandemia está muy avanzada y las señales de presiones inflacionarias duraderas ya eran evidentes”, apunta la organización, que considera recomendable un ritmo más lento de normalización en las economías donde la inflación subyacente sigue siendo baja, las presiones salariales siguen siendo modestas y el impacto adverso del conflicto sobre el crecimiento es mayor.
Alza en precios de energía y alimentos
Rusia suministra alrededor del 16 % del gas natural del mundo y el 11 % del petróleo. Europa, en particular, depende en gran medida del gas y el petróleo rusos. Por el conflicto entre Rusia y Ucrania, los precios al contado del gas en Europa ahora son más de diez veces más altos que hace un año, mientras que el costo del petróleo casi se ha duplicado durante el mismo período.
De acuerdo con la Ocde, el shock de precios, que han aumentado de forma alarmante, podría aumentar la pobreza y perturbar la producción de bienes y servicios en todo el mundo.
Adicionalmente, al ser Rusia y Ucrania importantes productores de trigo, fertilizantes y metales utilizados en la industria como el níquel y el paladio, las interrupciones en el suministro puede aumentar el hambre y la inseguridad alimentaria en todo el mundo, en particular en los países de mercados emergentes y de bajos ingresos. Mientras que el aumento de los precios de los metales podría afectar a una amplia gama de industrias, como la fabricación de aviones, automóviles y chips.
Por ello, la Ocde considera que a corto plazo muchos gobiernos deberán amortiguar el golpe de los precios más altos de la energía, diversificar las fuentes de energía y aumentar la eficiencia siempre que sea posible. En el caso de los alimentos, una mayor producción en los países de la Ocde, la abstención del proteccionismo y el apoyo multilateral a la logística, ayudarán a los países más afectados por la interrupción del suministro de Rusia y Ucrania.
“La guerra ha subrayado la importancia de minimizar la dependencia de Rusia para las importaciones de energía clave. Los formuladores de políticas deberían reconsiderar la idoneidad del diseño del mercado con miras a garantizar la seguridad energética y establecer incentivos para garantizar la transición verde de una manera con apoyo público”, aseguró la Ocde en su informe.
*Con información de Europa Press