Para los defensores del impuesto a las bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados resulta difícil creer que exista alguna resistencia a una medida que busca poner freno a los graves efectos en la salud que genera el consumo de azúcares procesados y alimentos que, según ellos, ya tienen la suficiente evidencia de que causan enfermedades graves como la diabetes.

Por esa razón, ante las múltiples voces que hacen eco en Colombia, argumentando que los tenderos se van a quebrar y que a las clases sociales vulnerables se les va a encarecer el costo de la canasta familiar, los académicos de la Universidad CES, especializada en formación en nutrición, salud pública y otras áreas, advierten que en el proyecto de impuesto a bebidas azucaradas se deben incorporar ajustes.

Durante un conversatorio sobre el tema que por estos días está haciendo furor, porque la Cámara de Alimentos de la Andi dice que impactará a los estratos 1, 2 y 3, los académicos hicieron un llamado a los legisladores para que revisen ―una vez más― el tema, pues el impuesto hasta ahora establecido sería muy bajo, lo que podría conducir a que en 5 años se esté diciendo que la medida no servía para nada.

Si el objetivo de un impuesto a este tipo de alimentos es desestimular su consumo, el gramaje que ha incluido hasta ahora la reforma tributaria podría no ayudar a lograr el objetivo (arranca en 6 gramos de azúcar por 100 mililitros en los primeros años). “Si el gravamen no alcanza por lo menos el 20 % del valor comercial del producto, podría ser ineficaz frente al efecto esperado de disminuir la frecuencia de consumo de bebidas azucaradas en el país, situación incoherente frente a los objetivos en Salud Pública que justifican la reforma”, opinaron los docentes Santiago Gómez, Sandra Ivonne Pérez y Faiber Jaramillo.

En el mundo, según la Federación Internacional de Diabetes, hay 463 millones de personas, entre 20 y 79 años, con diabetes. Colombia no es ajena a esa realidad. Hasta el primer semestre de 2021 se estimaba que en el país había 1.676.885 personas con la enfermedad que, no solo impacta las finanzas del sector salud, pues demanda atenciones de alto costo, sino ―y es lo más grave― la calidad de vida de los que la padecen.

Los científicos han realizado diversos estudios con los cuales, han llegado a la evidencia de que existe relación entre el consumo de estos productos y varias enfermedades.

Profesor Oliver Pardo, director del Observatorio Fiscal de la Javeriana | Foto: copyright

Mucho consumo

De acuerdo con los académicos de la Universidad CES, alrededor del 20 % de la población en el país consume bebidas azucaradas todos los días de la semana. Un 25 % adicional declaró consumirlas mínimo tres veces por semana, dicen los expertos citando el Dane.

En general, el 67,08 % de la población declaró consumir bebidas azucaradas durante 2019. En consecuencia, no se trata de un problema menor y sus efectos son de largo plazo, ya que los ciudadanos empiezan muy temprano a utilizar este tipo de productos, abonando así, desde los primeros años de edad, el terreno para ser víctima de las enfermedades que se le endilgan al consumo de estos productos.

Algunos de los argumentos de los académicos apuntan a que es preocupante que ya en Colombia exista prevalencia de exceso de peso en población infantil (niños de 4 a 10 años), lo que conduce a los expertos a que el panorama de sobrepeso y obesidad en Colombia está en riesgo de ser un problema de tipo epidemiológico. “Estamos a tiempo para tomar medidas para frenar la curva de crecimiento de obesidad y sobrepeso”, argumentaron.

En el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana también coinciden con los académicos. Oliver Pardo, director de ese centro de análisis dice que, como está hasta el momento, el impuesto saludable es regresivo, pues, según sus cálculos, aumentaría en 5 mil pesos el costo de los productos para la franja de población más pobre, y en 20 mil pesos más para la más rica, pero, claramente, los ubicados en el techo de la pirámide socioeconómica ganan muchísimo más, es decir, para ellos se sentirá menos el efecto de la medida.

Pero si se mira la medida desde el punto de vista del beneficio que busca para la salud humana, el impuesto sería muy bajo y podría terminar siendo inocuo, dijo el Observatorio. Es decir, algo para revisar en el Congreso, ojalá pensando en el bienestar de la gente.