Aunque este miércoles empiezan las mesas de negociaciones entre el sector del transporte de carga y el gobierno, para llegar a un punto intermedio con el incremento en el ACPM que regirá a partir de 2024, el ambiente está tenso. Muchos de los implicados, que no son pocos, tienen pocas expectativas de lograr una flexibilización en el ajuste, teniendo en cuenta que el escenario económico no pinta tan bien.
En el país, para este final de año, se juntan varias piezas que podrían torcer el rumbo de la inflación, la cual ya ha venido en descenso, sin que suelte aún ese techo indeseable de dos dígitos: 10,99 % en septiembre.
Pese a que han sido varios meses en los que el Dane ha reportado un índice de precios al consumidor que baja, ahora se viene la fecha de aplicación del impuesto saludable, que recae sobre las bebidas azucaradas y los alimentos ultraprocesados, que quedarán gravados con un 10 % inicialmente, para luego incrementar más, hasta completar el 20 %. Los estimativos señalan que solo este componente podrá al menos un 0,21 % más a la inflación antes de que se acabe el 2023.
El alza en la gasolina es la otra presión. Arrancó con 200 pesos más el año pasado, sobre los 9.500 en promedio que costaba entonces, y luego, los incrementos aplicados fueron de 400 pesos, y se había hablado de que el techo serían 16.000 pesos.
La fecha prevista para terminar las alzas era noviembre, o a más tardar diciembre, para que se pudiera dejar quieto este combustible y pasar al otro: el ACPM, desde enero de 2024.
Pero las aguas no estuvieron tranquilas para que lo planeado se cumpliera, ni en el contexto interno ni en el externo. En Colombia, por ejemplo, se suspendió el ciclo de alzas en la gasolina en octubre, porque se iba a establecer un alivio para los taxistas, que son los que más consumen este producto, debido a que su trabajo depende de ello y, más aún, los vehículos trabajan las 24 horas.
Pero como la entrega del bono de gasolina requiere una inscripción, los conductores de taxis amarillos no acudieron masivamente a anotarse en la lista, lo que llevó a aplazar el alza de la gasolina en octubre, para no seguir apretándolos.
Esa situación ha corrido las fechas, por lo que ahora, el gobierno estaría haciendo cuentas, de si sube el precio en noviembre en 400 pesos, o se dobla, por lo que no aumentó nada en el mes anterior.
La disyuntiva son las presiones que se dan con todos esos incrementos juntos. La inflación podría dispararse, lo que sería el peor escenario, pues ya los colombianos no están pudiendo ni siquiera asumir los costos mínimos de la canasta básica.
En ese escenario, para la reunión de este octubre, de la junta del Banco de la República, los expertos estiman que los integrantes del equipo que lidera la política monetaria en Colombia volverían a dejar las tasas quietas, pese a que desde distintos ángulos se ha pedido que ya suelten el apretón.
Este 31 de octubre, se tendrán las definitivas.