Sin plata, con deuda, con necesidad de gastar para que se ataque el desempleo y no se lleguen a aumentar los niveles de pobreza. Esas son las características que tiene actualmente Colombia, país en el que la expectativa para el 2021 era llevar la economía por una senda de aceleración, después de una estrepitosa caída en el 2020.
Pero llegó el que ahora se describe como el ‘difícil enero’, en el que volvieron los confinamientos y la vacuna que puede reducir los riesgos de tener que extender medidas drásticas para prevenir el contagio con covid-19 en la población, se demoró más en llegar, en comparación con otros países vecinos, donde ya se empezó la tarea de la inmunización.
Lo cierto es que el crecimiento no tendrá un dinamismo tan alto como el que veían los expertos desde el puerto en el que estaban observando el año pasado la caída y el despegue (con efecto rebote), de la producción en Colombia en el 2021.
Con ese diagnóstico arrancó el panel ¿‘Para dónde va la economía?, moderado por el director de Portafolio, Francisco Miranda, y la participación de dos panelistas de lujo: el economista y exministro de Hacienda José Antonio Ocampo, y la codirectora del Banco de la República, Ana Fernanda Maiguashca. En esta sexta versión del Foro Semana Colombia 2021, el bloque dedicado a la economía puso el termómetro en las variables claves que debe controlar una nación que quiere planificar su desarrollo y estar alerta con los tropiezos que se pueden encontrar en el camino.El Banco de la República lo ha dicho y este m
El Banco de la República lo ha dicho y este martes lo retomó Maiguashca: el resultado total del 2020 podría ser menos negativo de lo previsto, debido a la reactivación que se dio en el último tramo del año, descontando parte de diciembre. Pero la senda de crecimiento del 2021 se vería mermada, por el desaliento de los nuevos encierros. En consecuencia, “esperábamos una contracción del 7,6 % en 2020 y es probable que se reduzca, quizás al 7 % -ojalá-”. Mientras tanto, para este año, ese mejor pronóstico para el total del 2020 contrasta con la preocupación que reina para el primer trimestre del 2021, que se verá opacado por enero, si es que no continúan las medidas de cuarentena y toques de queda. Por ello, Maiguashca estima que el crecimiento en este año se podría ver reducido, desde un 5 % que esperaban hasta el año pasado, a un 4,5 %.
Entre tanto, el frente inflacionario continuará a la baja, con una expectativa de 2,5 %, en comparación con la cifra de cierre del 2020: 1,6 %.
¿Estaremos mejor, pero y el empleo?
Que se tendrá un mejor año es algo casi seguro, teniendo en cuenta el desastroso 2020. Sin embargo, para la codirectora del Banco la preocupación por el mercado laboral sigue más viva que nunca.
José Antonio Ocampo coincide con Maiguashca en el tema del empleo y señala que la gran dificultad para revertir la tendencia alcista de la desocupación, es precisamente que los sectores más intensivos en generación de puestos de trabajo, no solo estuvieron, sino que siguen afectados por el freno que tuvo la reactivación en las semanas anteriores. “En los pronósticos del 2021 habría que hacer la anotación de que la actividad productiva se recuperará en forma diversa. Hay sectores muy afectados y otros no. El turismo, el tráfico aéreo de pasajeros, algunos servicios a los hogares, como restaurantes, peluquerías no han podido despegar”.
La codirectora del Emisor advierte que el riesgo en materia de desempleo no está solo en la alta tasa que se ha venido observando en Colombia y que está por encima de la de sus pares en América Latina, excluyendo a Venezuela. “Lo más preocupante es el deterioro de la protección de las personas en un mercado laboral en el cual, la recuperación del empleo se dio en hombres y en sectores informales”.
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El aumento en las ocupaciones que se ha registrado en los últimos meses no está en el trabajo asalariado, que es el que podría generar más bienestar ciudadano, por los beneficios en aseguramiento y protección social. En consecuencia, “es necesario buscar la manera de romper las barreras a la formalidad, porque, como vamos, la gente recupera su ingreso, pero de manera muy endeble”.
Subsidios permanentes
Colombia está en un momento complejo. El año pasado la deuda del Gobierno nacional superó el 60 % del PIB (Producto Interno Bruto), considerada como la más alta de la historia, y este año, el endeudamiento va a seguir siendo alto, puesto que es necesario seguir desplegando subsidios, los que, desde la óptica de Ocampo, deberían ser más amplios en relación con los del año pasado, e, inclusive, deberían tender a ser permanentes.
Llegar a esa base de la población tan vulnerable, con programas sociales aplicados en zonas rurales y barrios populares, debe estar acompañado de un plan agresivo de inversión pública, dirigido a generar empleo o a reenganchar trabajadores.
Según sostuvo Ocampo, promover la realización rápida de pequeñas obras públicas o de programas ambientales de reforestación son algunos ejemplos de lo que se puede hacer para promover el empleo de inmediato.
El panelista hizo fuertes críticas al programa de protección del empleo que lanzó el Gobierno en el 2020, con subsidios a la nómina, el cual pretendía llegar a 6 millones de puestos de trabajo protegidos y solo cubrió 3 millones. Ocampo puso el caso de Bogotá, donde las autoridades hablan de una fuerte reducción en la cifra de trabajadores subsidiados, desde 1 millón a 600 mil.
El hueso duro de la reforma tributaria
En general, los colombianos ya están preparados para que en el 2021 llegue una nueva reforma tributaria. El punto clave está en las pinzas que se requieren para escoger la filigrana con la que se debe elaborar ese cambio al Estatuto Tributario en una coyuntura en la que, ni las empresas ni los trabajadores están en condiciones de aportar más.
eNo obstante, es el único camino, puesto que, a juicio de Ocampo, “el ajuste no se puede hacer por el lado del gasto, porque este tiene que ayudar a la reactivación. Entonces habría que pensar qué se hace por la vía tributaria”.
De hecho, el economista, quien tiene amplia experiencia en cargos públicos y privados, nacionales e internacionales, describió como “una vergüenza” el gasto público que ha hecho Colombia, en comparación con los internacionales, incluso, no el de los países desarrollados, sino el de los países latinoamericanos. Lo mismo sucede con la tributación, la cual, si Colombia la pone bajo la misma lupa de la de los países de la Ocde, club al que ya pertenecemos, “estaríamos ante otra vergüenza”.
En cifras, según datos de la Cepal, en el 2019 la tasa de ingreso por impuestos en Colombia fue de 14 % del PIB, mientras que el promedio en América Latina era de 15,5 % y en países de la Ocde, de 20 %. “Hay ahí un problema de largo plazo y otro de corto en materia tributaria”, indicó Ocampo.
IVA y beneficios tributarios
Sobre el tema de los impuestos, Ana Fernanda Maiguashca indicó que, por su posición como codirectora del Banco de la República no podía inmiscuirse en lo tributario. Sin embargo, fue enfática en señalar que “es innegable que necesitamos una reforma tributaria”.
El que si se explayó en el tema fue Ocampo, quien señaló que “es esencial revisar los beneficios tributarios en el impuesto de renta, tanto en personas naturales como jurídicas. Colombia tiene una legislación con una enorme magnitud de beneficios específicos que deben ser considerados uno por uno”.
Según Ocampo, no se trata de aumentar las tasas, sino reducir los beneficios tributarios. Y para sustentar su teoría, ahondó en el tema del IVA, poniendo de presente que ha visto que el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, se inclina por imponer un IVA uniforme más alto, lo que, a la luz de su experiencia, “no es conveniente para Colombia”.
Enfatizó en que tasas bajas de IVA en ciertos productos no son beneficios tributarios, “son formas de hacer que este impuesto sea menos regresivo”. Sus ideas en esta materia van hacia “la definición de unas tasas más altas para los productos que consumen los sectores de más altos ingresos, y más bajas para los sectores vulnerables, como existe en el impuesto de renta a las personas naturales. A los de menores ingresos no se les cobra”.
Ocampo puso sobre el tapete otras alternativas en términos de impuestos, de las que el país puede echar mano en estos momentos.
Así, se refirió a la posibilidad de aplicar un impuesto a la riqueza, el cual, “lo volvería a llamar impuesto al patrimonio como lo tuvimos hasta los años 80; y hacerlo más amplio”.
Dentro de la ‘fórmula’ tributaria que -estima- sería la salida para Colombia, tanto en la meta de obtener recursos como de no afectar la reactivación de la economía, propone también un aumento en el impuesto a las emisiones de carbono, que, según él, “es bajito”, y pensar en un IVA mas alto a las transacciones digitales, o un impuesto extraordinario a empresas que han tenido utilidades por el aumento de transacciones digitales en la coyuntura de la pandemia.
El foro Semana ‘Colombia 2021′ fue el escenario para poner estas cartas en la mesa para el escrutinio de los ciudadanos. El debate está abierto y debe darse de manera democrática.