El Gobierno Petro no ha tenido un buen inicio. Pese a que ya faltan pocos meses para que se cumplan dos años, lo cierto es que la ejecución de los diferentes ministerios ha sido una de las más bajas en mucho tiempo. Además de ello, la economía del país no se ha comportado como la actual administración esperaba.
El último dato que ha terminado de alertar, y que podría indicar un futuro incierto en varios de los sectores que jalonan el país y sus finanzas, fue la revelación del crecimiento de la economía para el 2023, que tan solo fue de 0,6 %, lo que significó una caída del 6,7 % frente al dato revelado para el 2022, que fue de 7,3 %.
Varios funcionarios y exfuncionarios del Gobierno han elevado una alerta sobre un panorama desolador para los empresarios y los consumidores colombianos, que en el último año han visto los precios de alimentos y otros bienes y servicios más elevados, a la par de la carga tributaria, que aumentó considerablemente con la llegada del actual gobierno.
Una de las recientes declaraciones que está generando polémica fue la del exdirector de Planeación Nacional de la administración Petro, Jorge Iván González, quien escribió una columna en el diario La República, denominada “Facticidad y Validez”. Este sería el primer pronunciamiento del exdirectivo desde su salida de la entidad.
González inició refiriéndose a dos términos utilizados por el teórico Jürgen Habermas: la relación entre facticidad y validez, que básicamente se refiere a la concordancia entre lo que se dice en un discurso y lo que realmente se hace.
Asegura que el discurso del mandatario es válido, pues es un mensaje novedoso en el que se hacen explícitas iniciativas estructurales como la recuperación de los activos ambientales, la transición energética, la modernización del sector agropecuario, la búsqueda de la seguridad humana y la convergencia social y regional.
Sin embargo, aunque resalta la importancia del discurso del mandatario, asegurando que la retórica de los mismos no les resta validez, afirmó que la facticidad es clave para que los discursos realmente tengan valor y se refirió además a los planes de inversión que el actual gobierno tiene y que se quedan cortos frente a los ideales expresados por el mandatario.
“Pero más allá de la validez intrínseca del discurso, la puesta en acción de las ideas requiere de la facticidad. El plan de desarrollo es una apuesta por la concreción del ideal discursivo. Es la formulación de programas de inversión específicos que puedan ser financiables. El plan plurianual de inversión se queda cortísimo frente a los ideales del discurso”, comentó González.
El punto más determinante de la columna se da cuando se refiere a la brecha entre la facticidad y la validez del discurso, asegurando que hay una brecha insoluble entre esos dos términos, que parecen ser la angustia que sienten en mayor o menor medida los gobernantes. “Las limitaciones intrínsecas alimentan desesperanzas y generan frustraciones. Los electores sienten que las promesas no se cumplen, y que las realizaciones no llenan sus expectativas”, comentó.
Aseguró que los proyectos expuestos en el plan de desarrollo de ‘Colombia, potencia mundial de la vida’ requieren cambios estructurales profundos que comienzan por el ordenamiento del territorio y la consolidación del catastro multipropósito, además de la necesaria reforma rural.
Todos esos proyectos, según González, solo dependen de que el Gobierno se ordene y pueda ejecutar, en poco más de dos años que le quedan de periodo presidencial y junto con sus ministros, las iniciativas proyectadas en campaña.
Finalmente, González concluyó la columna asegurando cuáles fueron las razones de su salida: durante los últimos meses, la inevitable tensión entre facticidad y validez no se pudo resolver.
“El conflicto se volvió insalvable. La absolutización de la bondad del discurso llevó a desconocer la complejidad de su realización práctica. Quizás allí radique el motivo último que hizo inviable mi continuidad en la dirección del Departamento Nacional de Planeación”, concluyó.