Si el trabajo doméstico y del cuidado que en Colombia no tiene ningún tipo de remuneración se pagara, haría un aporte mayor a la economía que cualquiera de los demás sectores que hacen parte de la producción.
Son 203,3 billones de pesos los que ponen esas actividades que a veces no son tan valoradas, pero de las cuales depende el viejo, el niño, el discapacitado, el esposo que va limpio y desayunado al trabajo.
Así se desprende de un informe presentado este viernes por el director del Dane, Juan Daniel Oviedo, a partir de la cuenta satélite de la economía del cuidado que tiene la entidad de las estadísticas.
Este tipo de economía ha ido ganando posición, pese a que no está entrando aún en la medición del PIB (Producto Interno Bruto), pero, de hacerlo, estaría por encima del comercio al por mayor y menor, que en 2021 produjo 209 billones de pesos a la economía, o de la administración pública, valorado en el mismo año en 177,6 billones de pesos.
La economía del cuidado, de acuerdo con las cifras destapadas por el Dane, representa el 19,6 % del PIB, y, en su mayoría, es realizada por mujeres.
Dentro de las curiosidades de la economía del cuidado está el alto volumen de horas dedicadas a este tipo de actividades, dentro de las cuales se mencionan labores de limpieza del hogar, suministro de alimentos, mantenimiento del vestuario, compras y administración del hogar, cuidado de personas en el hogar (hijos, ancianos, enfermos). Según las estadísticas del Dane, en 2021 fueron 41 mil millones de horas trabajadas en esas labores.
De hecho, la pandemia de covid-19 demandó más horas de trabajo no remunerado, para realizar la limpieza de las frutas y los productos que venían de la calle, pacer pagos electrónicos de facturas, reclamar medicamentos y apoyar a los menores en sus jornadas escolares. 15 millones de las horas de trabajo en 2021 que hicieron parte de la economía del cuidado, estaban relacionadas con la emergencia sanitaria.
Sigue siendo cosa de mujeres
Desde que la economía del cuidado está siendo visible en Colombia, se han dado una serie de cambios. Por ejemplo, aunque sigue siendo un trabajo que en esencia es realizado por mujeres, empieza a verse una mayor participación de los hombres y las diferencias por regiones son notorias. En la región Atlántica, la participación femenina es mayor, con un 81,4 % de las horas de labores no remuneradas. Entre tanto, en San Andrés, la cifra de mujeres en el trabajo doméstico y cuidado no remunerado es de 68,6 %.
Relación con el nivel educativo
En la medida en que las mujeres tienen menos años de educación formal, aumenta su participación en labores de trabajo doméstico y cuidado. Las ciudadanas con solo formación básica, en un 78,8 %, terminan en estas actividades que no tienen ninguna paga. Cuando la mujer tiene una carrera profesional, su participación en la economía del cuidado se reduce, pero sigue siendo alta, de 75,3 %, lo que permite inferir que ese grupo de personas estaría doblándose en tareas, pues debe combinar su actividad laboral con las de cuidado y trabajo doméstico.
Por estratos
También hay diferencias en las estadísticas de la economía del cuidado, cuando se mira la situación por estratos socioeconómicos. En los estratos 1 y 2 de la pirámide social, el 79 % de los cuidadores y trabajadores domésticos sin remuneración son mujeres y el restante 21 % son hombres. En los estratos más altos: 5 y 6, la cifra cambia, aunque sigue siendo potestad de la mujer: 70,9 % de los cuidadores son mujeres y 29,1 % son hombres.
Al visibilizar este panorama con estadísticas, el Dane busca dar luces para la formulación de políticas públicas, ya sea en busca de que este tipo de labores lleguen a tener algún tipo de remuneración o al menos, de reconocimiento, por su fuerte participación en el PIB nacional.