La división de roles entre hombres y mujeres, tanto en el ámbito laboral como en el doméstico, es un fenómeno arraigado en la historia y la cultura a nivel global. Este modelo, marcado por estereotipos de género, ha llevado a que las mujeres asuman predominantemente el trabajo no remunerado, como el cuidado del hogar, una labor que en la mayoría de los casos no recibe compensación económica.
Según datos de ONU Mujeres, esta disparidad se agravó durante la pandemia de COVID-19, exponiendo a las mujeres a mayores cargas domésticas y, en muchos casos, a situaciones de violencia intrafamiliar.
Este modelo social ha tenido profundas implicaciones en la igualdad de género, perpetuando discriminaciones y desigualdades que restringen la autonomía y los derechos de las mujeres. A pesar de la vasta evidencia que demuestra los beneficios del empoderamiento femenino para la sociedad y la economía en general, persisten percepciones y prácticas que subestiman el valor del trabajo no remunerado y los roles de género tradicionales.
Para abordar esta problemática, es fundamental cambiar las concepciones sobre el trabajo de cuidado no remunerado en el hogar para valorar adecuadamente las necesidades de las mujeres y desarrollar políticas públicas que las respalden. En este sentido, la investigación sobre la economía del cuidado y el seguimiento de las brechas de género es crucial para promover sociedades más equitativas.
En Colombia, desde finales de la década pasada, se promulgó la Ley 1413 de 2010, una legislación nacional sobre Economía del Cuidado, que reconoce el trabajo no remunerado y su contribución al desarrollo económico del país.
Esta ley busca integrar el trabajo de cuidado no remunerado en el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) del país. Sin embargo, su implementación ha enfrentado desafíos, siendo el primero la visibilización del trabajo no remunerado.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) ha liderado esfuerzos para recopilar datos sobre este fenómeno, destacando la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) realizada en varias ocasiones desde 2012 hasta 2021. Además, se han incluido preguntas relacionadas con el cuidado en otras encuestas como la Encuesta Continua de Hogares (ECV) del Dane.
A nivel local, ciudades como Bogotá, Medellín y Cali han implementado acciones para promover la igualdad de género, centradas en la valoración y redistribución del trabajo de cuidado no remunerado. Por ejemplo, Bogotá creó la Comisión Intersectorial del Sistema Distrital de Cuidado (Sidicu) para reconocer, redistribuir y reducir este trabajo. Medellín también está desarrollando un Sistema de Cuidado basado en las 4R: Reconocer, Redistribuir, Reducir y Representar el trabajo de cuidado. En Cali, se estableció el Sistema Distrital de Cuidado y el Sistema Distrital de Atención Integral a la Primera Infancia para abordar estas temáticas.
En cuanto al perfil educativo de las mujeres que realizan oficios del hogar en Colombia, datos de la Encuesta Continua de Hogares de 2022 revelan que una proporción significativa se encuentra en los estratos socioeconómicos más bajos y enfrenta desafíos educativos, como la extraedad en los niveles de escolaridad. Esto refleja la necesidad de abordar no solo la distribución desigual de roles de género, sino también las barreras educativas que enfrentan las mujeres en situación de vulnerabilidad.
¿Cómo son las mujeres que se dedican a los oficios del hogar?
Considerando la ECV de 2022, de los 1.5 millones de mujeres entre los 12 y 17 años que realizan oficios del hogar, las siguientes son las principales características en términos educativos:
- El 0,35% de las mujeres indicó ser analfabeta (no saber ni leer ni escribir).
- El 9,5% manifestó no estar estudiando, equivalente a 144.564 mujeres.
- Las tres principales razones de quienes no están estudiando para no estarlo, son la falta de dinero o costos educativos (el 19 %); seguida de la dedicación a oficios del hogar (15.6 %) y finalmente el no gusto o no interés por estudiar (13.2 %).
- De los 1.3 millones de mujeres que estudian, el 88,4% lo hace en una institución oficial y el 11.6 % en una privada.
- Adicionalmente, 7 de cada 10 mujeres estudiantes, se encuentran matriculadas en la jornada de la mañana, el 12.6 % en la de la tarde y el 11.4 % en jornada completa o única,
- Solo el 32.6 % de las mujeres que realizan oficios en el hogar y que estudian manifestaron leer fuera de la jornada escolar.
- El 46.1 % de las mujeres que se dedican a oficios del hogar residen en estrato 1, el 32.1 % en el estrato 2, el 13.5 % en el 3, agrupando entonces el 92 % en los primeros tres estratos (relacionados con menores condiciones socioeconómicas).
- Finalmente, de las 1.5 mujeres de 12 a 17 años que realizan oficios en el hogar, 144.563 registran información de su máximo nivel educativo. De estas 144 mil mujeres, el 49,9% declararon que su máximo nivel de escolaridad es básica secundaria (cuyo rango de edad ideal va entre los 11 y 14 años), seguido del 27,6% con educación media y de un 19% con básica primaria. Si bien los mayores porcentajes en básica secundaria y media son coherentes con las edades ideales, se evidencia la existencia de extraedad entre las mujeres adolescentes que se dedican a los oficios del hogar.
En resumen, visibilizar y valorar el trabajo no remunerado realizado por las mujeres en el hogar es fundamental para avanzar hacia una sociedad más equitativa.
Además, es necesario implementar políticas públicas efectivas que promuevan la redistribución de las responsabilidades domésticas y fomenten la igualdad de oportunidades para todas las personas, independientemente de su género.