En medio de la actual crisis económica, los colombianos se ven obligados a ajustar su presupuesto y reducir su nivel de consumo. Según los análisis de transacciones realizadas por los tarjetahabientes de Bancolombia, se evidencia una desaceleración en los niveles de compra, atribuida principalmente a los constantes aumentos en los precios, los ajustes al alza en las tasas de interés y la disminución de la confianza de los consumidores. Estos factores han generado un impacto negativo en el consumo, y se espera que para el año 2023 se registre un menor crecimiento en esta área.
Durante la semana del 15 al 21 de junio, se observó una significativa disminución en el consumo, en comparación con el mismo período del año anterior. Tanto en términos nominales como reales, se registró una caída del 13 % y 23 % respectivamente. Este descenso puede explicarse en gran medida, por la alta comparación con la segunda jornada de los días sin IVA, realizada el viernes 17 de junio de 2022.
A pesar de algunos indicadores positivos como el índice de precios y la tasa representativa del mercado, que han mostrado una tendencia favorable en las últimas semanas, aún no se logran compensar los efectos de las presiones inflacionarias y la creciente incertidumbre. Estos factores han incidido de manera negativa en la confianza del consumidor, generando una mayor cautela al momento de realizar compras.
El ticket promedio de las transacciones, es decir, el valor promedio de las compras, también ha experimentado una disminución del 1 % durante el mes de junio, en comparación con el mismo período del año pasado. Esto refleja una moderación en el consumo, pero también puede indicar un menor crecimiento en los niveles de precios, lo que afecta negativamente la capacidad de compra de los consumidores.
En todas las ciudades del grupo de referencia se ha observado una moderación en los niveles de consumo durante la última semana, principalmente debido al efecto base asociado al segundo día sin IVA del año anterior. Ciudades como Pasto, Cúcuta, Valledupar, Armenia y Bogotá fueron las más afectadas, en términos de registros de consumo durante este período.
A lo largo de este año, se ha evidenciado una moderación en los niveles de consumo en diferentes ciudades del país. A pesar de una mejora en el índice de precios al consumidor en los meses de abril y mayo, las presiones inflacionarias y los incrementos en las tasas de interés continúan generando un impacto negativo en la confianza de los consumidores.
Durante la semana del 15 al 21 de junio, se destacó un buen desempeño en las compras relacionadas con mascotas, entretenimiento y seguros, en comparación con el mismo período del año anterior. Esto puede atribuirse a diversos factores, como un mayor interés en el cuidado de las mascotas y el entretenimiento en el hogar. En cuanto a los seguros, se ha observado un crecimiento en la demanda, posiblemente impulsado por una mayor conciencia sobre la importancia de proteger los activos y la salud.
Por otro lado, se registró un bajo desempeño en las categorías de tiendas por departamento, hogar y tecnología. Estos segmentos enfrentan desafíos estructurales, como una disminución en la demanda de bienes duraderos y semiduraderos, atribuibles al aumento de las tasas de interés y a una menor disponibilidad de crédito. Además, durante la semana analizada, la caída en los niveles de consumo en estas categorías pudo haberse agravado por el efecto del segundo día sin IVA del año anterior, lo que generó una alta comparación y una reducción en la demanda.
La noticia de la caída en el consumo por parte de los colombianos es motivo de preocupación para la economía nacional por varias razones. En primer lugar, el consumo es un componente fundamental del crecimiento económico, ya que impulsa la demanda interna y estimula la producción y el empleo. Cuando los ciudadanos reducen su gasto, se genera un efecto negativo en toda la cadena productiva, afectando a sectores como el comercio, la industria y los servicios.
Además, la disminución en el consumo puede tener un impacto directo en la recaudación de impuestos, lo que afecta los ingresos del gobierno y su capacidad para financiar programas y proyectos de desarrollo. Menos ingresos fiscales también limitan la capacidad del Estado para implementar políticas de estímulo económico y brindar apoyo a sectores en crisis.
Otro aspecto preocupante es el efecto en la estabilidad financiera. Si los consumidores reducen su gasto y disminuye la demanda de crédito, los bancos y entidades financieras pueden experimentar dificultades para colocar sus recursos y enfrentar un aumento en la morosidad. Esto puede generar un deterioro en el sistema financiero y tener repercusiones negativas en la economía en general.
Por último, la caída en el consumo también puede tener implicaciones sociales, ya que limita el acceso de las personas a bienes y servicios esenciales, lo que puede aumentar la desigualdad y dificultar el bienestar de la población. Es fundamental que se tomen medidas para estimular la confianza del consumidor, promover la inversión y reactivar el consumo interno, buscando así impulsar una recuperación económica sostenible y equitativa.