La reforma tributaria avanza en su camino para lograr la aprobación del Congreso de la República, con miras a recaudar entre 20 y 22 billones de pesos el próximo año, y desde diferentes sectores se siguen lanzando alertas por los efectos que esta iniciativa generará sobre la economía del país, más aún en tiempos en los que la inflación se niega a ceder y muchas empresas ya están hablando de un fuerte apretón en sus gastos para 2023.

Este proyecto, que ya cumplió su primer debate ante las comisiones económicas de Senado y Cámara, busca gravar con impuestos las bebidas azucaradas, los alimentos ultraprocesados, así como ampliar la base gravable en el país y eliminar una gran cantidad de exenciones que tienen las empresas hoy en día. También promete meterle la mano al bolsillo únicamente a los más ricos, aunque a la larga esto parece no ser del todo cierto.

La Red de Bancos de Alimentos, lanzó este miércoles 26 de octubre una dura advertencia respecto a los cambios de impuestos que planea el gobierno del presidente Gustavo Petro, según la cual, ya no solo se golpearía a las loncheras que generalmente compran los estratos más bajos, sino que también desincentivaría la donación de alimentos para las personas más pobres del país.

Juan Carlos Buitrago, director de la Red de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco), indicó que de aprobarse la reforma, Colombia sería el primer país del mundo que a pesar de tener altos índices de desnutrición y muertes por desnutrición, implementa un impuesto que limita las donaciones y promueve el desperdicio de alimentos.

“El artículo 43 del texto de reforma tributaria aprobado en primer debate, incluye un impuesto a la donación de alimentos y bebidas. Quedarían gravadas las donaciones de distintos productos como: chocolate de mesa, avena en hojuelas, cuajada, yogur griego, bebidas lácteas, trozos de pollo o carne marinados, pan tajado, cereales, chorizos, jamones, compotas, pulpas de frutas, jugos envasados, aguas aromatizadas y muchos otros más, sin importar su nivel de nutriente”, dijo Buitrago.

El vocero de esta organización agregó que con la implementación del impuesto a las donaciones, unas 30.000 toneladas de alimentos y bebidas aptas para el consumo humano -lo equivalente a unas mil tractomulas llenas de comida- se tirarían a la basura cada año, lo cual calificó como inaceptable en un país en el que la brecha de pobreza aún es muy grande y todavía se perciben grandes necesidades en ciertos sectores de la sociedad.

“Parte de estas donaciones se dejarían de recibir por parte de los Bancos de Alimentos de Colombia lo que implicaría dejar de atender a 978 mil personas en condiciones de vulnerabilidad, de ellos 19 mil madres gestantes y 128 mil niños menores de 5 años en riesgo de desnutrición, a los que sin duda se les empeoraría su situación poniendo en peligro su vida”, explicó el director de Abaco.

Las manos del pobre anciano sostienen un cuenco vacío. El concepto de hambre o pobreza. Enfoque selectivo. Pobreza en la jubilación. Personas sin hogar. Limosna | Foto: Getty Images

Textualmente el punto que preocupa a esta ONG dentro de la reforma tributaria es aquel que establece que tanto para productos nacionales o importados “el impuesto se causa en el momento en que el productor los entrega en fábrica o en planta para su distribución, venta o permuta en el país, o para publicidad, promoción, donación, comisión o los destina a autoconsumo”.

“Actualmente se está perdiendo la tercera parte de los alimentos que se producen en Colombia, esto quiere decir que cerca del 30 % de lo que se saca al mercado, corre el riesgo de perderse. Entonces, una empresa puede donarnos esos elementos antes de que venzan, totalmente gratis, pero con la reforma que viene, tendrían que pagar 20 % de impuestos, lo que al final las deja ante un panorama en el que les es más rentable tirar la comida o dársela a los animales, en caso de quienes manejan granjas de crianza”, concluyó Juan Carlos Buitrago.

Según Abaco, actualmente en Colombia 19,8 millones de personas están usando estrategias de crisis porque no pueden acceder a los alimentos que necesitan. Estrategias como bajar la calidad de lo que comen, servirse porciones más pequeñas, saltarse comidas o pedir alimentos prestados las usan todos los días estas 19,8 millones de personas.

De estas, 13,1 millones no consumen alimentos básicos y vegetales todos los días y nunca o rara vez consumen alimentos ricos en proteínas y 4,2 millones tienen hambre crónica, lo que significa que no están comiendo las calorías que se necesitan al día para tener una vida saludable y activa.