Gracias a los respiros de la inflación y la reducción de las tasas de interés, la economía colombiana podría estar dando sus primeros pasos hacia la reactivación. Sin embargo, la incertidumbre política y económica aún impide un despegue completo. En el más reciente informe especial del Banco de la República sobre la posición financiera de los hogares, se evidencia cómo esta coyuntura se ha traducido directamente en el bolsillo de los colombianos.

Entre sus observaciones, la que más se destaca es que aparentemente la capacidad de ahorro de las familias ha mejorado respecto a los mínimos de 2022, pero sigue sin alcanzar los niveles deseados. Resaltan que, en comparación con el promedio de los últimos 15 años, el ahorro como porcentaje del PIB continúa en cifras bajas, situándose en alrededor del 4 %.

Aunque hay señales de recuperación, las decisiones económicas dentro de los hogares reflejan una cautela que persiste.

A pesar del aumento en el ahorro, se busca incentivar a más colombianos a solicitar créditos para reactivar el consumo. | Foto: Getty Images

La deuda de los hogares: un alivio con pies de plomo

Con la caída de las tasas de interés y un enfoque más prudente en el uso del crédito, los hogares han logrado reducir su carga financiera. Esto ha permitido liberar recursos que anteriormente estaban destinados al pago de deudas, posibilitando un aumento en el ahorro.

Desde 2021, los hogares colombianos deben menos en relación con sus ingresos. Sin embargo, la reducción de la deuda no significa que la recuperación ya se haya alcanzado. A pesar del respiro financiero, las familias colombianas aún no sienten la estabilidad suficiente para aumentar sus gastos de manera significativa. La incertidumbre económica, junto con posibles cambios en la política fiscal, obligan a mantener una postura conservadora en el manejo del dinero.

El estudio expone que, desde prepandemia, los colombianos han logrado nuevamente ser prestamistas netos dentro de la economía, lo que significa que ahora tienen un mayor poder sobre sus activos financieros. Sin embargo, con este avance todavía no se puede cantar victoria, pues los niveles de consumo siguen por debajo de lo esperado. Al parecer, la prioridad para muchos colombianos sigue siendo proteger su dinero y sus ahorros antes que comprar, un factor que es clave para una mayor actividad económica en el país. Con el cierre del año acercándose, un impulso en el consumo sería esencial para comenzar 2025 con el pie derecho.

Por otro lado, el Banco de la República sostiene que, partiendo de cómo está el mercado de la vivienda, se puede obtener una imagen del verdadero estado financiero de las familias. En ese sentido, tras la inestabilidad de los últimos años, la inversión en vivienda ha mostrado una ligera recuperación, lo cual pudiera significar, entre otras cosas, una mayor confianza dentro de la economía familiar hacia la inversión, un elemento directamente relacionado con la seguridad que las personas sienten tanto en el entorno nacional como financiero.

Aunque el incremento en el ahorro podría considerarse un signo positivo, queda por ver su impacto en un contexto donde el Gobierno busca fomentar la solicitud de créditos y promover la inversión. | Foto: Getty Images

¿Qué se puede esperar para 2025?

El próximo año llegará en un contexto económico cargado de desafíos. Por un lado, la recuperación de la inflación sigue mostrando resultados, aliviando en parte la presión sobre los bolsillos de los colombianos. Sin embargo, sectores clave como la construcción y la vivienda aún no logran unirse del todo a la reactivación.

Para impulsar estos sectores, el Gobierno ha lanzado iniciativas como el Pacto por el Crédito, con el objetivo de reactivar áreas que han tenido dificultades para unirse a la recuperación económica. A pesar de estos esfuerzos, la posible implementación de una reforma tributaria, junto con el aumento previsto en los precios de servicios públicos como el gas y la electricidad, podría desincentivar la inversión en activos como la vivienda.

Como último elemento del debate, considerando que el gasto de los hogares está estrechamente ligado a su poder adquisitivo, los efectos de la reforma laboral serán una variable crucial a analizar, más sabiendo que algunos críticos advierten que varios de los cambios propuestos podrían dificultar la creación de empleo formal, lo que a su vez podría fomentar la informalidad. Esto, sumado a la incertidumbre en torno al aumento del salario mínimo, que aún está por definirse, cierra la lista de interrogantes que dan paso a un panorama económico muy incierto.