En un mundo en constante movimiento, la moda y los hábitos de consumo también pueden ser transformados por las circunstancias globales. Una prueba de ello es lo que ha ocurrido en la industria del calzado, en donde los zapatos deportivos están desplazando las botas, los mocasines y los tacones. Esta tendencia ha sido especialmente evidente después de la pandemia por covid-19, que ha remodelado las prioridades y estilos de vida del consumidor.
Las cifras de Statista estiman que en el mundo se vendieron el año pasado 86.000 millones de dólares solo en tenis, más del doble de lo que se registraba una década atrás, y la proyección es que se superen los 100.000 millones de dólares el año entrante.
La misma fuente indica que las marcas más grandes en el mercado global de calzado deportivo son Nike, Adidas y Puma. En 2021, Nike vendió 28.000 millones de dólares en calzado, lo cual superó las ventas combinadas de Puma y Adidas.
En Colombia ocurre algo similar y no solo compiten las marcas globales, sino las locales, e incluso fabricantes cuyo producto original no son los tenis también los tienen en su oferta, como es el caso de Vélez o de Bosi.
No obstante, al igual que en el resto del mundo, acá las marcas de tenis que dominan son Nike y Adidas. De hecho, las cifras de Supersociedades indican que esta última vendió el año pasado casi un billón de pesos (971.375 millones), aunque en esa suma no solo están los tenis, sino los demás productos de la marca.
Así mismo, el estudio de Top of Mind que publica Dinero ratificó en su versión de 2024 que las marcas preferidas por los niños y los jóvenes del país, entre todas las que pueden venir a su cabeza y en todas las categorías, son Adidas y Nike.
Igualmente, la marca Skechers ya completa 34 tiendas en Colombia, aprovechando el boom que viven los tenis, ya no solo en ambientes deportivos, sino también en los laborales e incluso en eventos de gala, tal como lo demostró la exministra de minas, Irene Vélez, en uno de sus viajes por Europa.
En Colombia se estiman que se venden 100 millones de pares de zapatos al año, una cifra en la que los tenis tienen una elevada participación, al tiempo que son uno de los tipos de calzado más afectados por el contrabando y las falsificaciones.
Un cálculo de la consultora Raddar y del Observatorio de Calzado y Marroquinería del gremio del sector, Acicam, indica que el año pasado los colombianos gastaron 3,67 billones de pesos en calzado.
Diego Molano, director de mercadeo de Reebok, señala que la pandemia ha sido un catalizador definitivo para la transformación en el uso de calzado. “Ese momento de crisis sanitaria intensificó la tendencia de usar ropa deportiva en contextos no deportivos. Las personas comenzaron a valorar más la comodidad en casa, y esa comodidad se ha trasladado a su vestimenta en otros escenarios donde tradicionalmente las prendas eran mucho más formales”, explica Molano. Este cambio ha impulsado a que este producto se perciba como una opción multifacética, que combina funcionalidad y estilo.
Mariana Muñoz, una colombiana de 77 años, comparte cómo ha sido la industria del calzado en su vida, y cómo para ella ha cambiado a lo largo de los años. “Cuando yo era joven todas las muchachas usábamos unos zapatos llamados Luis 15, porque medían 15 centímetros. Eran incómodos y a muchas nos deformaron los dedos de los pies; pero como esa era la norma en ese momento, nadie lo ponía en duda”, recuerda. Hoy su elección de calzado se ha inclinado hacia la comodidad. “Los tenis son parte esencial para desarrollar mis actividades diarias, y me causa gracia porque ahora los muchachos los utilizan para todo, algo que en mi época no era tan bien visto”.
Gabriela Zambrano, una universitaria de 19 años, es ejemplo del cambio en los hábitos del consumo de calzado en las generaciones más jóvenes. “Recuerdo que antes, cuando yo tenía cinco o seis años, mi mamá y yo usábamos botas o zapatos planos, y los tenis eran solo para hacer ejercicio. Ahora he notado que ya no es necesario estar incómodo para verse elegante en el colegio, en la universidad, en una iglesia o en el trabajo”, cuenta.
La joven añade que los tenis de estilo casual –que no son precisamente zapatos deportivos, sino un poco más estilizados– conforman un gran porcentaje de su guardarropa. “Si tengo dos pares de tacones es mucho y los tengo exclusivamente para cuando hay eventos que exigen esa formalidad. No tengo botas ni zapatillas, primero porque no me ofrecen ese punto de comodidad, y segundo porque creo que con este tipo de tenis logro un equilibrio perfecto entre comodidad y la imagen personal que quiero proyectar”, añade.
Molano atribuye el aumento en la demanda de tenis a la popularización del concepto athleisure, una categoría híbrida en la moda que abarca una ropa un poco más deportiva, pero que se puede utilizar en la cotidianidad del consumidor. “La combinación de funcionalidad y diseño ha permitido que los tenis se vuelvan aceptables en una variedad de contextos. La tendencia athleisure, que combina ropa deportiva con ambientes casuales y profesionales, ha ido modificando la forma en la que las personas ven este tipo de calzado”, afirma Molano.
Esta tendencia ha llevado a un notable crecimiento en las ventas de tenis, destacando un cambio en las expectativas de los consumidores respecto al calzado.
A pesar de este crecimiento, el mercado no se queda exento de las actuales presiones económicas. Para Molano, en la industria se ven dos escenarios que deben destacarse. El primero, que ahora las marcas consolidadas se enfrentan a un mercado mucho más amplio, en donde los competidores han logrado integrar la comodidad y la estética con precios atractivos. No obstante, defiende que incluso en un escenario de bajo consumo o posible recesión, las ventas han demostrado un comportamiento interesante. “Nosotros manejamos una gama de productos para todos los consumidores y en los últimos dos años nuestros zapatos más económicos son los que han tenido el desempeño más bajo”.
El experto explica que según los estudios que ha hecho la compañía, el consumidor promedio está dispuesto a pagar incluso 10 % más por un producto bien logrado, bonito y cómodo. “Eso solo nos deja ver una cosa y es que las personas no buscan hacerse de diez pares de zapatos regulares, sino que prefieren comprar tres o cuatro de la más alta calidad. Eso para nosotros refleja que, aunque el consumidor está dispuesto a pagar más, lo hacen a largo plazo. Hoy el comprar un par de zapatos se ha vuelto realmente una inversión”.