Los vientos de recesión global, impulsada por el comportamiento en la economía de países desarrollados, como Estados Unidos, o de regiones como la Unión Europea, siguen amenazando al mundo.
La inflación registrada en la mayor parte del planeta el año pasado, así como las elevadas tasas de interés, han registrado las cifras más altas de la historia reciente.
De hecho, empieza a tomar fuerza la posibilidad de que se genere este año un fenómeno conocido como estanflación: inflaciones al alza en medio de un escenario de nulo o bajo crecimiento económico.
Bajo ese panorama, América Latina no estará ajena al impacto del frenazo que tendrá la economía global. Un análisis de la calificadora Moody’s advierte que la desaceleración esperada para 2023 arrastrará a la baja el crecimiento económico de América Latina por efecto tanto del debilitamiento de la demanda externa para las exportaciones de la región, como por menores flujos de inversión externa y el apretamiento de las condiciones crediticias.
“A pesar de que el crecimiento de la región aún se mantendrá en terreno positivo, el riesgo de la recesión sigue latente en caso de que se presente una caída de las principales locomotoras mundiales”, dice el análisis de Moody’s.
Indica que algunas economías del mundo ya se encuentran inmersas en un proceso de desaceleración significativa e incluso en contracción, como en el caso de algunos países europeos, al mismo tiempo que se espera que la economía estadounidense empiece a perder fortaleza.
“El debilitamiento de la demanda externa ocasionará que las exportaciones latinoamericanas pierdan dinamismo y ello afecte a los principales países exportadores como Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile. Los exportadores de materias primas serán afectados por la disminución de los precios internacionales, lo cual a su vez ocasionará menores ingresos para los gobiernos de la región y menor margen para mitigar el impacto externo”, dice la calificadora.
Para Moody’s, América Latina reportará una desaceleración económica y tendrá un crecimiento de 1 %, después de haber crecido 3,8 % en 2022.
Entre los países más grandes, los que tendrán un crecimiento mayor a 1 % serán Uruguay, Perú y Colombia, mientras que Argentina, Brasil y México reportarán crecimientos menores a 1 %.
En Chile la recesión se extenderá hasta mediados del año, dado que la economía ya está en contracción desde la segunda mitad de 2022. Moody’s prevé para el país austral un decrecimiento de 1,2 % para 2023. América Central se mantendrá en territorio positivo, aún beneficiándose del ligero avance esperado para el mercado estadounidense.
“Desafortunadamente, en 2023 las economías latinoamericanas serán afectadas por dos choques. Uno de orden interno, dado por el bajo o nulo poder contracíclico de la política económica. El otro de orden externo, dado por el debilitamiento de la demanda global. A pesar del ligero avance positivo esperado en 2023, las perspectivas económicas de la región podrían empeorar por la creciente probabilidad de una recesión global, lo cual podría ser agravado por una corrección brusca en los mercados financieros”, agrega el análisis de Moody’s.
Sin embargo, abre una puerta de esperanza con relación al crecimiento de la economía: “Afortunadamente para la región, se espera que China regrese a una trayectoria de crecimientos mayores en 2023, apoyada por la reapertura de actividades después de las restricciones impuestas por la política de cero-covid en 2022. Esto dará algún alivio a los principales países sudamericanos, permitiéndoles permanecer en territorio positivo en 2023, particularmente Brasil y Argentina cuyo principal socio comercial sigue siendo China”.
Por el lado de la deuda, la calificadora señala que las condiciones crediticias globales se están restringiendo ante el retiro de liquidez por los bancos centrales y el alza constante de las tasas de interés.
A su juicio, los flujos de inversión extranjera también se moderarán a medida que las perspectivas para la región se ensombrecen y la aversión al riesgo aumenta.
Incluso, el Banco Mundial ha advertido que el aumento de las tasas de interés por parte de los bancos centrales para frenar la inflación desbordada, y la desaceleración del crecimiento mundial podría terminar este año en una recesión y amenaza con llevar a un gran número de países a una crisis de deuda.
Según un informe de esta entidad, cerca del 60 % de los países más pobres muestra ya un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentra en esa situación.
Para el Banco Mundial, el panorama internacional será complejo. Su presidente, David Malpass, ha señalado que esta “nueva crisis que sigue a la pandemia” encuentra a los países en desarrollo con una posición fiscal deteriorada, por ejemplo, con un nivel de deuda elevado o ingresos reducidos para sus presupuestos. “Los países –sentencia Malpass- no cuentan con suficientes mecanismos de amortiguación fiscal para sufragar gastos clave en favor del crecimiento y el desarrollo”.
“Más allá de esta marcada desaceleración cíclica, los países en desarrollo se enfrentan al riesgo de que estas tendencias de las economías avanzadas –inflación, crecimiento lento, menor productividad, uso excesivo de los recursos energéticos a nivel mundial y tasas de interés más altas- continúen después de 2023. Si las políticas fiscales y monetarias actuales se convierten en la nueva “normalidad”, los gobiernos avanzados absorberán gran parte del capital mundial, lo que contribuirá a que se “perpetúe la falta de inversión en los países en desarrollo y obstaculizará el crecimiento futuro”, dijo Malpass.
Adicionalmente, Moody’s considera que América Latina aún enfrentará el freno monetario impuesto por los bancos centrales de la región para abatir la inflación y traerla de regreso a tasas cercanas al rango objetivo.
El informe de la calificadora se conoce en momentos en que los principales países de la región (Brasil y México) enfrentan coyunturas clave.
Por el lado de Brasil, el asalto de partidarios del expresidente Jair Bolsonaro a las sedes del Congreso, la Suprema Corte y el Palacio Presidencial para demandar lo que muchos de ellos consideran una elección fraudulenta y robada, tras los comicios en los que ganó por el candidato de la izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.
Para Moody’s, “el riesgo de turbulencia política y social aumenta en Brasil y ello eleva la incertidumbre sobre el clima de negocios en el país”.
Mientras tanto, en el caso de México, el país fue anfitrión de la Cumbre de Líderes de América del Norte en donde participaron los jefes de Estado de México, Estados Unidos y Canadá para discutir asuntos que van desde las relaciones comerciales y de inversión, hasta la colaboración sobre seguridad nacional en la región.
“Existe un moderado optimismo con respecto a los resultados de la reunión trilateral, en particular dadas las fricciones comerciales existentes en torno al cumplimiento del acuerdo comercial por parte de México. (…) El impacto potencial sobre las perspectivas de Brasil y México, respectivamente, dependerá de los resultados y las negociaciones que se logren en torno a cada evento en particular”, puntualizó Moody’s.