Rusia y Ucrania representan dos de los jugadores más importantes en la producción de alimentos y fertilizantes en el mundo. Por ejemplo, esta región es responsable por, aproximadamente, el 30 % de las exportaciones mundiales de trigo y el 65 % de las de girasol.
Desde febrero de este año, con el conflicto entre los dos países, las tensiones de los precios de los alimentos han estado en aumento y la pregunta es hasta cuándo durará la presión en el costo de vida.
Aunque aún no se conoce cuándo terminará la guerra entre Rusia y Ucrania, el panorama para el Banco Mundial es claro: “(el conflicto) ha alterado los patrones de comercio, producción y consumo de productos básicos de forma tal que los precios se mantendrán en niveles altos hasta fines de 2024 exacerbando la inseguridad alimentaria y la inflación”, dijo la entidad en su más reciente informe sobre seguridad alimentaria.
De hecho, la inflación interna de los precios de los alimentos sigue siendo alta en todo el mundo. La información recopilada entre mayo y septiembre de 2022 indica una elevada inflación en casi todos los países de ingreso bajo y mediano. Según cálculos de esta entidad global, el 88,9 % de los países de ingreso bajo, el 91,1 % de los países de ingreso mediano bajo y el 96 % de los países de ingreso mediano alto han registrado niveles de inflación superiores al 5 %, y muchos experimentan una inflación de dos dígitos. La proporción de países de ingreso alto con elevada inflación de los precios de los alimentos ha aumentado al 85,7 %.
Una comparación de inicios de octubre de este año, con las cifras registradas a mediados del mismo mes, muestra que el índice de precios agrícolas es 1 punto porcentual más alto. En octubre de 2022, los precios promedio del trigo, el maíz y el arroz son 18 %, 27 % y 10 % más elevados, respectivamente, que en octubre de 2021. Mientras tanto, los precios del trigo y el maíz son 38 % y 4 % más altos, respectivamente, que en enero de 2021.
También al aumento de los precios se ha sumado un ingrediente adicional que se ha visto a lo largo del año. Diferentes países están prohibiendo o restringiendo las exportaciones de trigo y de otros productos básicos en un intento, como lo califica el Banco Mundial en un informe anterior, “equivocado de frenar el alza de los precios internos”.
De acuerdo con esta entidad, a principios de junio, 34 países habían impuesto restricciones a las exportaciones de alimentos y fertilizantes, cifra que se aproximaba a los 36 países que utilizaron este tipo de controles durante la crisis alimentaria que se registró entre 2008 y 2012.
“Estas medidas son contraproducentes porque reducen el suministro mundial, haciendo que los precios de los alimentos suban aún más. Otros países responden imponiendo sus propias restricciones, provocando un ciclo creciente de acciones comerciales que tienen un efecto multiplicador en los precios”, advierte un análisis del BM liderado por Mari Elka Pangestu y Axel Van Trotsenburg.
El precio del trigo, por ejemplo, ha subido un 34 % desde la invasión de Rusia a Ucrania a finales de febrero y varios países buscan asegurar su abastecimiento y no despachar parte de su producción. Así con otros productos.
Otro factor analizado por el Banco Mundial es que algunos países están reduciendo los aranceles o eliminando las restricciones a las importaciones. En un escenario distinto, esta decisión se vería con buenos ojos. Sin embargo, la entidad ha advertido que, en una crisis, las reducciones temporales de las restricciones a las importaciones presionan al alza los precios de los alimentos al impulsar la demanda, al igual que las restricciones a las exportaciones al disminuir la oferta.
Los altos precios de los alimentos han provocado una crisis mundial que está empujando a millones de personas más a la pobreza extrema, aumentando el hambre y la malnutrición. Según un informe del Banco Mundial, la pandemia provocó un gran retroceso en la reducción de la pobreza mundial. En la actualidad, el aumento de los precios de los alimentos y la energía, impulsado por las crisis climáticas y los conflictos, ha paralizado la recuperación.
De acuerdo con un documento del FMI, es necesario un gasto extra de entre 5.000 millones de dólares y 7.000 millones de dólares para ayudar a los hogares vulnerables de los 48 países más afectados por el alza de los precios de importación de los alimentos y fertilizantes. Un monto adicional de 50.000 millones se requiere para poner fin a la inseguridad alimentaria aguda en los próximos 12 meses.
¿Qué pasa en Colombia?
A septiembre, la inflación anual en el país fue de 11,44 %. Uno de sus mayores impulsores ha sido, precisamente, el alto precio de los alimentos y las bebidas no alcohólicas que llega al 26,6% anual, lo que representa más de 4,5 puntos porcentuales en el incremento en el costo de vida.
En la mayoría de los países del mundo, la inflación está llegando a cifras históricas y las más altas en décadas. En Colombia, los datos más recientes son los más altos en casi 23 años.
A principios del 2022, dice un documento de Davivienda, existía mucha incertidumbre en las proyecciones de inflación para el año debido a la combinación simultánea de varios factores: restricciones de oferta, la incertidumbre por la dinámica de consumo de los hogares y el endurecimiento de las condiciones financieras. En enero, la Encuesta de Expectativas del Banco de la República mostraba que los analistas, en promedio, esperaban que la inflación del 2022 cerrara en 4,42 %, mientras que en la última encuesta (septiembre) se espera que la inflación cierre el año en 11,22 %.
Y las tensiones en la inflación, lejos de ceder vienen en aumento y todas ellas impactan el precio de los alimentos. Por un lado, el precio del dólar que este lunes 24 de octubre tocó un nuevo máximo histórico, al llegar –en un momento del día- a cotizarse en 4.999 pesos. La divisa influye en materias primas y productos terminados importados., como por ejemplo el maíz y el trigo que son la base de los alimentos para los pollos y los cerdos.
Según el Dane, entre enero y agosto se importaron 7.624 millones de dólares de productos agrícolas –donde se incluyen los fertilizantes, golpeados por el conflicto en Ucrania-, alimentos y bebidas. Además, según cálculos de Anif, entre 25 % y 30 % de la canasta familiar está compuesta por productos importados, que se afectan cada vez que sube el dólar.
Por otro lado, también presiona la inflación en Colombia, la decisión del Gobierno de iniciar una senda para el aumento de los precios de la gasolina. Inicialmente es de 200 pesos por galón cada mes durante este año y no cubre el diésel. Sin embargo, llegará el momento en que, para reducir el déficit del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles -que se calcula para final de este año en unos 30 billones de pesos-, se incorpore el diésel a la ecuación y aumente el precio de la corrección. Esto también afectará el precio de los alimentos porque el transporte se vería afectado y con él sus costos.
Finalmente, el invierno que en lo que queda de octubre y parte de noviembre será muy intenso, según el Ideam. La Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) sostiene que las lluvias pueden impactar por tres efectos: uno, generando inundaciones que acaban con los cultivos y la producción; dos, provocando la aparición de plagas y enfermedades, y tres, afectando la infraestructura –no solo las vías terciarias, sino también las principales, lo que afecta la logística y operación de salida de los productos agrícolas hacia las áreas de consumo.