La economía colombiana no ha registrado buenos resultados durante el último año. Un crecimiento menor al esperado en el PIB, además de un grave problema con el recaudo de impuestos y el fantasma del desfinanciamiento, adicionado a un reciente recorte que realizó el Ministerio de Hacienda en las carteras del Gobierno, ha dejado una grave alerta en el panorama.
Ahora, un nuevo hecho se suma a ese grave escenario, pues la semana pasada, la reconocida calificadora crediticia Moodys tomó una decisión sobre la calificación de riesgo soberana de Colombia. Esta calificación es clave para el país, pues da cierta noción de la capacidad que tienen las finanzas para saldar sus deudas internacionales y acceder a nuevas obligaciones
La entidad ratificó el grado de inversión del país, pero decidió bajar la perspectiva de estable a negativa. Esto significa que en la próxima revisión de la calificación de riesgo, podría darse una baja más que una mejora en la evaluación de la empresa financiera.
Moodys también se pronunció frente a la perspectiva de ciudades en Colombia
La calificadora reafirmó también, el pasado 28 de junio, la calificación crediticia base de tres ciudades del país o tres subsoberanos, como mencionan en la carta. Se trata de la ciudad de Medellín, Bogotá y Barranquilla. En línea con ello también hicieron un cambio en la perspectiva de Medellín, de negativa a estable. Por otro lado, la perspectiva de Bogotá sigue siendo negativa y la de Medellín permanece estable.
“La decisión de hoy fue impulsada por la decisión de calificación soberana del Gobierno de Colombia (Colombia), que cambió la perspectiva de estable a negativa y afirmó la calificación de Baa2. La decisión de cambiar la perspectiva a negativa para Colombia refleja que las condiciones macroeconómicas están complicando la gestión fiscal, ya que un crecimiento económico menor al esperado está afectando negativamente los ingresos fiscales y los mayores costos de endeudamiento están ejerciendo una presión adicional sobre las cuentas del gobierno”, indica Moodys.
Para el caso de Medellín, las calificaciones con las que cuenta la ciudad a largo plazo es de Baa2 y la BCA de Baa2 de Medellín, aunque la perspectiva ahora es negativa. Aseguran que este cambio se dio debido al fuerte vínculo económico y operativo que tiene esta ciudad con el gobierno central y a la estrecha supervisión del Gobierno sobre las consideraciones presupuestarias y de deuda en Medellín.
“Además, los riesgos de un menor crecimiento económico y de tasas de interés elevadas, como se refleja en la perspectiva negativa de la calificación soberana, también limitan la calidad crediticia de Medellín debido a transferencias nacionales potencialmente menores a las anticipadas y a costos de deuda persistentemente más altos”, indica.
También mencionan que la afirmación crediticia refleja la fortaleza económica de Medellín, pues esta ciudad se beneficia de una economía local diversificada, que respalda altos niveles de ingresos propios de aproximadamente el 40% de los ingresos totales. Además, el perfil crediticio de Medellín también refleja sus sólidas prácticas de gobernanza y gestión, así como pasivos pensionales no financiados manejables.
Detallan que en Bogotá existe un escenario diferente. Se mantiene la perspectiva negativa debido a que Bogotá aún cuenta con una solvencia crediticia limitada por sus déficits recurrentes de financiamiento de efectivo, que han llevado a un mayor endeudamiento y al deterioro de su posición de liquidez.
“Bogotá planea mantener un gran gasto de capital centrado en proyectos de movilidad, lo que estimamos que generará déficits de financiamiento de efectivo que se financiarán con deuda y liquidez disponible. La deuda directa e indirecta neta representó cerca del 65% de los ingresos totales en 2023 y pronosticamos que este índice no aumentará materialmente en los próximos dos años, respaldado por el aumento proyectado en los ingresos totales y la amortización de la deuda”, indica Moodys.
Por su parte, en Barranquilla la calificación se mantuvo estable debido a que el perfil crediticio está limitado por un gran gasto de capital para apoyar la infraestructura y las necesidades sociales que conducen a altos requerimientos de financiamiento de más del 10% de los ingresos totales, además de una alta deuda y un alto servicio de la deuda.