Los paraísos fiscales no han tenido tregua en la pandemia. En sus territorios se siguen ocultando riquezas que no pagan impuestos y ahora, en una crisis monumental, es la oportunidad de la transparencia financiera y de su participación en la recuperación.

Esa es la visión general de un extenso escrito del economista francés Thomas Piketty, publicado en su blog del diario ‘Le Monde’, en el que retoma una nueva investigación de un consorcio de medios internacionales que revela lo que el pensador llama “las turbulencias financieras de Luxemburgo”, el paraíso fiscal ubicado en el corazón de Europa.

El punto de partida de Piketty pretende llegar al puerto que ya el mundo le conoce como su destino: la justicia social. En esta ocasión, con la coyuntura de la pandemia, pone en el horizonte la idea de “salir de las contradicciones y lanzar una transformación profunda del sistema económico en el sentido de la justicia y la redistribución de la riqueza”.

Se refiere a los impuestos, alrededor de los cuales, enfatiza en lo que cree, será inevitable: que la mayor riqueza privada tenga que usarse en algún momento para financiar la recuperación social y reducir la deuda pública, lo que requerirá un esfuerzo en transparencia financiera para que la riqueza aporte más en materia tributaria.

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Piketty se enfoca en la petición ‘obligatoria’ que hizo la Unión Europea a Luxemburgo para que hiciera público el registro de los beneficiarios reales de las empresas (es decir, propietarios genuinos, y no simplemente empresas ‘pantalla’ que actúan como fachada)” y en el sistema de intercambio automático de información bancaria establecido por la OCDE, los que, a su juicio, son herramientas útiles, pero no servirán de nada si las autoridades fiscales no involucran activamente a las personas adineradas que han evadido impuestos durante años.

El economista puso sobre el tapete la propuesta que hizo el Laboratorio Mundial de Desigualdad, el cual elaboró tablas modelo que, a su juicio, “podrían discutirse y mejorarse”, pero, en general, plantean una ecuación simple: “los multimillonarios están en todas partes en las revistas y es hora de que aparezcan en las estadísticas fiscales”.

En el caso de Francia, por ejemplo, las 500 principales fortunas aumentaron de 210 a 730 mil millones de euros entre 2010 y 2020, lo que equivale a pasar de representar el 10 % del PIB, al 30 %. El problema, según Piketty, es que nadie sabe cómo cambiaron sus impuestos durante este período.

Unas cuentas preliminares puestas por el economista, profesor asociado de la Escuela de Economía de París, señalan que, si se amplía el foco, más allá de las primeras 500 fortunas y se lleva hacia 500.000 activos individuales igualmente altos, las fortunas totales afectadas alcanzarían a representar casi el 120 % del PIB de Francia. Según Piketty, ese debe ser el blanco para aumentar las apuestas fiscales, teniendo en cuenta que la crisis de covid-19 sacó a la luz los bajos salarios en muchos sectores claves, como el de la salud. No en vano, en enero de este año, la petición del sindicato de centro, conocido como CFDT, pidió un aumento inmediato del 15 % para todos los bajos y medios salarios que había en el sector médico social, que ha estado en el primer frente de atención de la crisis sanitaria.

Piketty abogó también por una renta mínima para los jóvenes y estudiantes, y por acelerar el ritmo de las renovaciones térmicas de los edificios, para crear puestos de trabajo a gran escala en los sectores del medio ambiente y las energías renovables.