La gente emigra de su país por diversas razones, pero la mayoría de veces van en busca de oportunidades de estudio, de trabajo y, en general, de bienestar. Si se trata de personas que logran cumplir sus metas y llegan al lugar en el que habitarán, a aportar profesionalmente, en su país de origen se les nombra como ‘cerebros fugados’.

Mientras que, con frecuencia, cuando llegan como emigrantes, no la tienen fácil, pese al poderoso impacto que tienen en las naciones a las cuales llegan. Lo común es que, principalmente los países desarrollados, donde aplican mayores controles, tengan medidas que le intentan cerrar el cerco a los que se quieren quedar en territorio ajeno. Poco se valora en ese instante el papel que juegan en la economía los ciudadanos que llegan a una nación a echar raíces.

De hecho, hay ejemplos contundentes de naciones cuyo desarrollo fue posible gracias a la participación de los emigrantes. Es el caso de Estados Unidos, colonizado por las personas procedentes de varios lugares, pero principalmente de Irlanda, de donde salieron huyendo de una gran hambruna que asoló a la nación entre 1845 y 1852, en memoria de la cual, en la actualidad, se conmemora el día de acción de gracias, el cual, dicho sea de paso, es un ‘motorcito’ para la economía.

Si bien se ha hablado en reiteradas ocasiones de ese poderoso aporte de los emigrantes a las naciones a las que llegan, ahora en Colombia se conoce una evidencia numérica. La calcularon los investigadores Yuanyuan Gu (Universidad de Ciencia y Tecnologías de la Información de Nankín, Nankín, China) y Jhorland Ayala-García, investigador junior del Banco de la República en la seccional Cartagena y la plasmaron en el documento de trabajo publicado con el título de ‘Emigración e ingresos tributarios’. (Emigrante es el que se va, inmigrante es el que llega, migrante es el que se desplaza a veces de forma transitoria).

La conclusión no da lugar a dudas: “el efecto general de la emigración en los ingresos fiscales es positivo, con impactos heterogéneos en función del tipo del impuesto”.

Se gana por un lado y se pierde por el otro

Según el documento de trabajo del Banco de la República, la presencia de emigrantes aumenta los ingresos fiscales por la vía de demanda de bienes y servicios, lo que, en casos como el de Colombia, impuestos como el IVA y el consumo. El cálculo señalado en el estudio expresa que en este rubro incrementarían en 4,6 dólares per cápita el ingreso fiscal, mientras que habría un impacto negativo menor por impuestos sobre la renta per cápita, que fue calculado en 0,9 dólares por habitante.

El ingreso fiscal por la vía del consumo es evidente: tienen que arrendar una vivienda, comprar víveres, vestuario, entretenimiento, pagar servicios públicos, tomar el transporte, es decir, todo lo que hace parte del PIB de un país.

El capital humano y la productividad que pierde el país de origen se va para otro lado. La fuerza de trabajo del migrante que ya no está en el lugar del que es nativo lleva a reducir la recaudación del impuesto sobre la renta, más aún, porque lo frecuente es que los migrantes que salen por su voluntad, en general, tienen de ingresos medios hacia arriba, es decir, son los que pagan impuestos como el de renta.

Pero no todo es malo para el país en desarrollo que pierde al migrante que busca vivir en una nación más avanzada. Hay un retorno que se produce vía remesas, y se ha visto recientemente en Colombia, donde se mantiene una tendencia creciente de envíos en moneda extranjera, como lo muestra la cifra de mayo (la más reciente), que fue de 841,09 millones de dólares.

Son muchas las razones por las cuales los ciudadanos de una nación emigran a otra, pero principalmente, se van a buscar mejor oportunidad educativa y laboral. | Foto: Getty Images

Los emigrantes impactan el PIB

Si hay consumo hay inyección a la economía. Entre las cuentas de los estudiosos del tema se destaca que “existe una estrecha relación entre la capacidad de generar ingresos fiscales y el desarrollo económico”, lo que está explícito en los resultados de los países desarrollados frente a los no desarrollados. “Los primeros recaudan en promedio el 40 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), pero los países en desarrollo recaudan entre el 10 y el 20 por ciento”, recuerdan los investigadores.

Para los autores del estudio, esa diferencia permite que las naciones desarrolladas proporcionen más y mejores bienes y servicios públicos a sus habitantes (por eso son desarrollados). Y justamente por ello es que el estudio busca explorar y convocar a otros a la revisión de los factores que afectan el recaudo tributario.

De acuerdo con lo señalado por los investigadores, además de la capacidad institucional, el PIB per cápita, la composición de la producción y el grado de apertura comercial, como impulsores de los ingresos fiscales, hay que poner una mayor atención en la participación de los emigrantes, pues no es un tema menor. “En 2020, el número de migrantes internacionales ha aumentado en las últimas cinco décadas, de 84 millones en 1970 a 272 millones en 2019, lo que representa el 3,5 % de la población mundial”, se recuerda en el informe.

El cuaderno de trabajo también destaca que el aporte a los ingresos fiscales de un emigrante proviene de que, además de que cada vez más son una proporción mayor de la fuerza de trabajo del lugar al que llegan, por lo general tienen un alto nivel educativo y en un 74 % están en el rango de edad de 20 a 64 años, es decir, son altamente productivos.

“Encontramos que los ingresos por impuestos sobre la renta y corporativos disminuyen con una tasa de emigración más alta, mientras que los impuestos sobre bienes y servicios y el IVA aumentan con una tasa de emigración más alta”, concluye el estudio.