El cantante Bad Bunny agotó rápido las entradas para sus tres conciertos en Colombia, y eso que los precios promedio por boleta rondan los 500.000 pesos. Restaurantes de alto turmequé, con menús que por persona superan los 350.000 pesos, tienen agendas llenas y es difícil hacer una reserva en un tiempo inferior a tres días. Al mismo tiempo, las plazoletas de comida en los centros comerciales viven llenas, y la taquilla del cine viene al alza y alcanzó 258.845 millones de pesos entre enero y la segunda semana de julio.
Es un hecho innegable que, una vez superadas las cuarentenas y a medida que se fueron levantando las restricciones sanitarias, los colombianos están gastando a manos llenas. Prueba de ello son las cifras de la consultora Raddar, que mensualmente mide el gasto de los hogares. Este alcanzó en junio 75 billones de pesos, lo que implica un crecimiento anual de 14,77 por ciento.
Es una cifra contradictoria. La inflación se encuentra en niveles no vistos hace 22 años y, justamente, para combatir ese fenómeno, el Banco de la República encareció el crédito, al subir sus tasas de interés de 2 a 7,5 por ciento en los últimos nueve meses. No obstante, el gasto de los consumidores se compagina con las cifras de crecimiento del país. Hasta el primer trimestre el PIB avanzaba a un ritmo de 8,5 por ciento y todo indica que en el segundo trimestre la cifra puede ser mayor, con el consumo de los hogares como protagonista.
Camilo Herrera, CEO de Raddar, atribuye el imparable gasto de los hogares a tres factores. El primero es el incentivo emocional provocado por la pandemia, pues, tras no poder comprar en 2020 y 2021, muchos volvieron a gastar como si no hubiera un mañana. La posibilidad de nuevos confinamientos y desconocer el futuro hace que la gente quiera consumir ya. El segundo factor es la expectativa de más alzas en las tasas de interés y los precios, razón por la que muchos deciden comprar de una vez. El tercero tiene que ver con una mejora de los ingresos promedio al aumentar el empleo, así este no sea formal.
Además, los colombianos sienten que tienen más dinero en sus bolsillos para desembolsar, pues quienes reciben remesas obtienen hoy más pesos por cada dólar, y quienes pueden acceder a crédito aún sienten que está barato. Si bien en términos nominales las tasas de interés se ubican en uno de sus niveles más altos de los últimos años, en términos reales (descontando inflación) son también de las más bajas desde 2007, al menos en tarjetas de crédito.
Según Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, en los hogares de ingresos medios y altos aún hay un ahorro que no gastaron durante las cuarentenas y que ahora están usando para consumir. Señala, además, que el crédito de consumo sigue creciendo a ritmos de 20 por ciento anual, al tiempo que se reduce la morosidad. “El mayor gasto de los hogares, que se está dando por ahorro, no es sostenible, y, por el lado del crédito, este no beneficia a toda la población, así que el consumo se está haciendo mayoritariamente con efectivo y eso se va a desacelerar en el segundo semestre”, explica.
Asimismo, Rosalina Villanueva, experta en tendencias de WGSN, asegura que lo que parece un boom de consumo puede deberse a la necesidad de retomar una vida normal por la fatiga que dejó la pandemia. “Si bien el gasto no va a parar, sí habrá, en el corto plazo, un inevitable reajuste en cómo las personas consumen”, pronostica.
La fiesta del gasto de los hogares está en su punto más alto. Para evitar un guayabo doloroso, lo mejor es empezar ya a tomar agua y bajarle a la euforia.