El ministro de Hacienda pasa por estos días una dura prueba en el Congreso al buscar que le aprueben la tributaria, que generará recursos frescos para financiar los gastos e inversiones de la pospandemia.
Mientras esto ocurre, el país desaprovecha las enormes oportunidades mineras, todo por cuenta de una política poco asertiva en exploración y explotación.
El año pasado, Colombia produjo 47,6 toneladas de oro, que en plata blanca (con precio de onza de 1.770 dólares) representan unos 2.632 millones de dólares. Es decir, unos 9 billones de pesos.
Es el productor número 22 en el mundo, muy lejos de China, que ocupa el primer puesto, con 380 toneladas. Perú, referente regional, produjo el año pasado 120 toneladas.
Colombia podría estar muy cerca del país vecino si no fuera por los problemas estructurales del sector, la ineficiente regulación y las señales contradictorias para atraer inversión.
“Con las minas que están hoy en operación, Colombia debería producir el doble de oro”, dice Óscar Jaime Restrepo, profesor de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional.
Una producción anual de 94 toneladas de oro representaría 5.264 millones de dólares, es decir, cerca de 18,9 billones de pesos.
La mitad de ese dinero se iría solo en el proceso de extracción. Sin embargo, mucho de ese recurso se traduciría en los beneficios derivados del encadenamiento de producción, entre ellos los proveedores de maquinaria y equipo, contratación de personal y servicios, y el pago de regalías e impuestos.
Un sector privado con conocimiento (know-how), tecnología y capital resulta fundamental para acelerar el crecimiento. Se trata de un negocio lucrativo que requiere de grandes inversiones en capital.
Según el vicepresidente de operaciones en Colombia de Mineros S. A., Santiago Cardona, dependiendo del tipo de mina, la producción de una onza (31,10 gramos) puede costar entre 900 y 1.000 dólares.
Suponiendo que quedan 700 dólares de utilidad neta por onza, el negocio sigue siendo muy lucrativo, sobre todo cuando las empresas, las cuentas fiscales y los datos de empleo de un país como Colombia están en aprietos. Como ahora.
En países como Perú, la política minera es más proactiva y menos coercitiva con el productor. Allí el costo de producir una onza puede bajar hasta 600 dólares, dejando un margen de 1.100 dólares por onza. Un negocio con una tasa interna de retorno casi inigualable en estos días de márgenes cada vez más delgados. ¿Qué pasa entonces?
Dinero habló con varios protagonistas de este sector en Colombia; desde el gran productor, como las multinacionales AngloGold Ashanti y Zijin-Continental Gold, hasta un pequeño minero, Carlos Durango, de Segovia, Antioquia, que sale todos los días a picar una veta en busca de El Dorado. O al menos encontrar para el diario.
La primera impresión es que en el país de El Dorado, más de 200 años de vida republicana no han sido suficientes para mejorar las técnicas de extracción de este metal.
Durante la Conquista, los españoles entraron por el Urabá a Santafé de Antioquia buscando riquezas como el oro.
A 34 kilómetros de ese municipio, los europeos se encontraron con unos indígenas que sacaban este embrujador metal de un sitio al que llamaban Buriticá, que en lengua aborigen significa “cerro de oro”. Afortunadamente no se llevaron todo.
“Se puede decir que ese yacimiento (Buriticá) está intacto, solo se ha raspado la superficie”, cuenta Restrepo, quien es doctor en Metalurgia y Materiales de la Universidad de Oviedo, en España.
Según este experto, uno de los problemas de Colombia en su proceso de sacarle brillo a su incipiente industria minera es que se desconoce la geología.
Tampoco se cumple con las reglas de juego para explotar el subsuelo que, según la Constitución, es propiedad del Estado. Y a esto se suma que las técnicas de extracción siguen siendo poco industrializadas y con baja competitividad.
El cuarto aspecto es que se realiza una explotación que no está en sintonía con el entorno y las comunidades.
El esfuerzo por vincular a las comunidades y sus intereses sigue siendo insuficiente.En Nicaragua, donde la firma colombiana Mineros S. A. tiene operaciones desde hace un tiempo, el Gobierno creó el programa Bonanza, mediante el cual se vincula a los mineros artesanales a la producción a gran escala.
“A esos pequeños mineros les entregamos los explosivos para la explotación, ellos toman el material y lo llevan a nuestra planta para el procesamiento.
En un contrato con ellos, definimos claramente las tarifas a reconocer una vez se vende el oro; implica beneficios en todo el ciclo”, cuenta Cardona.
Esta compañía implementa un modelo similar en las minas que tiene en El Bagre, Zaragoza y Nechí, en Antioquia.
Dorada, pero sin brillo
Pero antes de frotarse las manos o planear cómo aumentar la producción de oro, es necesario solucionar la opacidad sobre las cifras que se reportan cada año y las causas que llevan a que el oro se asocie con actividades delictivas como lavado de activos y financiamiento de bandas criminales.
Javier Gutiérrez López, director de la Unidad de Información y Análisis Financiero (adscrita al Ministerio de Hacienda), explica que el desmantelamiento de las organizaciones criminales tiene un componente de prevención en el que es imprescindible desincentivar el uso del efectivo y avanzar hacia la bancarización de todos los sectores, incluido el minero. Ese sería un avance importante, pero a todas luces insuficiente.
Afinar el esquema de exploración es otra tarea pendiente. Según la Agencia Nacional de Minería (ANM), de los 1.578 títulos de explotación aprobados por el Gobierno solo 219 (14 por ciento) están produciendo oro. Una buena noticia es que, a pesar de los problemas, se prevén algunos incrementos en la producción de oro para los próximos años.
La Agencia calcula que este año se producirán 48,5 toneladas de oro y para 2025 un total de 56,6 toneladas.
Son cifras alentadoras, pero que no están alineadas con el potencial del país.Proyectos de gran calado que están en marcha podrían acelerar aún más el sueño dorado.
Cálculos de la Asociación Colombiana de Minería (ACM) indican que minas como Quebradona (AngloGold Ashanti) prevén inversiones a corto plazo por 1.400 millones de dólares y una producción anual de 75.000 onzas de oro por año.
“Con el proyecto se podría multiplicar más de diez veces el PIB de Jericó y aumentar hasta en 2 por ciento las exportaciones del país”, explicó la compañía. Esta mina está en la etapa de licenciamiento de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla).
Otro proyecto en el que participa AngloGold Ashanti es Gramalote, en el que se prevén inversiones por 1.000 millones de dólares y una explotación de hasta 450.000 onzas de oro al año. Gramalote ya tiene licencia ambiental y estudios avanzados de factibilidad.
Es posible que la construcción de la planta inicie este año.En Marmato, Caldas, la compañía Caldas Gold prevé inversiones por 300 millones de dólares para una producción anual de 150.000 onzas de oro.
Por su parte, los inversionistas chinos de la multinacional Zijin indicaron que el pasado 3 de diciembre empezó la producción comercial en una moderna planta de procesamiento en Buriticá, Antioquia.
Tras una inversión de 610 millones de dólares, se están procesando 2.500 toneladas de material minero por día y la meta en el segundo semestre es llegar a 3.000 toneladas para producir hasta 240.000 onzas de oro al año.
“Según ha dicho el Gobierno nacional, con nuestra producción aportaríamos el 20 por ciento del oro legal de Colombia”, dijo una fuente oficial.
Zijin calcula que, en los 14 años de operación de la mina, dejará en impuestos y regalías unos 3 billones de pesos. Minesa, el proyecto de Emiratos Árabes Unidos, ubicado en Soto Norte (Santander), la tiene más difícil.
En febrero pasado, la Anla le negó la licencia ambiental debido a que no se cumplieron con todos los requerimientos.
Sin embargo, la compañía volverá a presentar una solicitud. De llegarse a concretar esta mina, requeriría de otros 1.000 millones de dólares para una producción anual de 400.000 onzas de oro.
Ampliar la producción de oro es clave para el proceso de recuperación de la economía y el empleo. Pero es necesario hacerlo bien.
El próximo 13 de mayo está convocado un paro minero, debido, entre otras cosas, al proyecto 059 que se tramita en el Congreso de la República y en el que se establecen cárcel y fuertes multas a la explotación ilícita de minerales.
En la iniciativa no se hace una distinción de los mineros artesanales ni se definen las reglas de juego para vincular a los proyectos grandes a estos mineros como Carlos Durango, que completan varias generaciones picando la roca para subsistir. El Dorado 2.0 es posible, pero es necesario sacarle brillo.