Un 2023 que no dan ganas de que llegue. Eso es lo que se vislumbra en la revisión de perspectivas económicas que hizo la Ocde, las cuales fueron presentadas para que los países tomen las medidas necesarias que permitan estar atentos al coletazo que viene, pues las señales indican que habrá recesión.

Según el organismo del que es parte Colombia, la economía mundial se desacelerará, desde el 3 % que lograría al cierre del 2022, hasta el 2,2 % en 2023, una caída que pone la producción mundial en un nivel muy por debajo del que se preveía tendría el mundo, antes de la guerra de Rusia contra Ucrania.

El efecto lo sentirán todas las naciones, pues los ingresos mundiales reales podrían disminuir en 2,8 billones de dólares, en comparación con lo que se esperaba hace un año. Si hay menos ingresos habrá menores compras y los países emergentes como Colombia requieren acelerar sus exportaciones para poner en equilibrio la balanza comercial.

Estados Unidos, país que viene lanzando señales de fuego con su economía porque la alta e histórica inflación ha llevado a la Reserva Federal a incrementar las tasas de interés —causando un apretón que, a la larga, termina desestimulando el consumo (la razón de la aplicación de la política monetaria)—, tendrá una economía rindiendo solo al 1,5 % en 2022. Mientras tanto, en 2023, la cifra caerá a 0,5 %, según el pronóstico, acentuando aún más el problema de la recesión, que muchos han advertido y pocos han aceptado en su totalidad.

En la zona Euro, entre tanto, de crecer a un ritmo de 3,1 % este año, pasará a 0,3 % en el próximo, materializando así el fuerte efecto del conflicto bélico entre las dos naciones (Rusia y Ucrania), con un enorme impacto sobre países como Alemania, que crecerá a un ritmo de 1,2 % en esa anualidad, para tener un resultado negativo en 2023, de -0,7 %.

En general, los pronósticos son inferiores a lo que se tenía en junio: no hay nación reportada hasta ahora que no tenga decrecimiento. Inclusive, la gigante China, que tiene al mundo acostumbrado a crecimientos superiores al 6 %, tendrá un resultado de 3,2 % en 2022, para pasar una recuperación en el próximo año, pero también con una cifra menor a la pronosticada por la Ocde en junio: 4,7 %.

Esto implica un 0,2 % menos que en la medición anterior. Los mayores problemas de China se deben a los cierres de economías claves, por temas de covid-19 y a la debilidad del mercado inmobiliario; sin embargo, la Ocde le destaca el apoyo, con las políticas para ayudar al crecimiento, que se han irrigado tanto en sectores como en la gente.

En los países América Latina que figuran en el reporte preliminar de la Ocde está Argentina, que pasará de tener un PIB de 3,6 % en esta oportunidad, a 0,4 % en el próximo año. Y ni qué decir de Brasil: en 2022 tendrá un crecimiento de 2,5 %, para luego casi raspar el piso, con un 0,8 %.

Y la inflación... ahí

Estos pronósticos a la baja tienen todo que ver con la inflación, cuya escalada alcista se ha generalizado en muchas economías.

“Una política monetaria más estricta y el alivio de los cuellos de botella en la oferta deberían moderar las presiones inflacionarias el próximo año, pero es probable que los elevados precios de la energía y los mayores costos laborales reduzcan el ritmo de la caída”.

Es así como se prevé que la inflación general disminuya del 8,2 % en 2022 al 6,5 % en 2023 en las economías del G20, y disminuya del 6,2 % en las economías avanzadas del G20 este año al 4 % en 2023.

Una incertidumbre significativa rodea las proyecciones: la escasez de combustible más severa, especialmente de gas, podría reducir el crecimiento en Europa de la inflación.