Colombia enfrenta la mayor crisis inflacionaria desde el cambio de milenio. Como consecuencia de la pandemia, la crisis energética en Europa, la invasión a Ucrania y los problemas en las cadenas de suministro global, el país registra hoy una tasa de inflación anual cercana al 11 %.

Uno de los sectores que más ha impulsado el aumento del costo de vida es el de los alimentos, entre otras cosas, porque los fertilizantes que se utilizan en el campo colombiano son importados, y porque el invierno de este año será más largo de lo normal. Se supone que con el préstamo que recibió del Banco Mundial, el Ministerio de Agricultura podrá garantizar que los fertilizantes no sigan subiendo de precio por un tiempo, lo que duren esos 50 millones de dólares.

Sin embargo, esta semana el presidente Petro anunció que los precios de la gasolina retomarán la senda de crecimiento para recortar el déficit actual del fondo de estabilización de los combustibles, que llega a 30 billones de pesos anuales y supera incluso el recaudo esperado de la reforma tributaria del nuevo gobierno.

Hasta el momento se ha dicho que, por este año, no aumentarán los precios del ACPM para no impulsar la inflación de alimentos. Sin embargo, las reglas de juego probablemente cambien a partir de enero. Sin embargo, al listado de las cosas que contribuyen a la inflación hay que sumar el cambio en las tarifas de los peajes nacionales para el próximo año.

Se supone que la mayoría de los ajustes y cambios de tarifas en los servicios regulados por el Estado se hacen con el cálculo final del Índice de Precios al Consumidor (IPC), que para el próximo año seguramente siga en doble dígito. Esto aplica, entre otras cosas, al cobro de los peajes nacionales, las matrículas universitarias e incluso el cobro por administración de servicios públicos.

El problema está en que a pesar de que la norma establece que los incrementos a estos precios no deben superar el valor porcentual del IPC, la realidad es que en el día a día no siempre se cumple. Por ejemplo, desde hace varios años se ha denunciado a varias de las concesionarias viales que operan los peajes nacionales por los constantes incrementos a los cobros de tránsito, alegando que son necesarios para obras y mejoras en las vías.

“Al comparar el costo de los peajes entre los países de la región y las principales naciones alrededor del mundo, salta a la vista que no hay un común denominador o una ‘regla de oro’ en la fijación del precio de este rubro. En la actualidad, Colombia es el tercer país con los peajes más caros en Latinoamérica, al lado de Chile y México”, se lee en un comunicado a la prensa de Fenalco Antioquia en 2021.

La gravedad de este tema recae en que, si en épocas de estabilidad económica el incremento constante e injustificado de algunos peajes nacionales ha generado quejas y reclamos sociales, es probable que en medio de una inflación que no para de subir, el golpe se sienta con más fuerza, especialmente dentro de los costos asociados al transporte. Desde el turismo hasta el transporte de alimentos se verán afectados por el aumento en el cobro de los peajes nacionales.

Por el momento se espera la resolución de un proyecto de ley que busca regulaciones más estrictas para el cobro, ubicación y asignación de peajes en el país. Uno de los puntos más importantes es que, como norma general, exista una distancia mínima de 150 kilómetros entre cada uno de ellos. Además, busca que se ejerza un control real y efectivo sobre el aumento de las tarifas, para que en ningún caso superen el IPC.

Lo que se viene

Actualmente, existen 168 peajes, y el gobierno anterior dejó lista la instalación de otros 18. El más costoso es el de la concesionaria Corficolombiana entre Bogotá y Villavicencio, que cobra 20.100 pesos a cada vehículo de categoría I, la más barata. Pero como este no es el único peaje del trayecto, el costo total de hacer un viaje redondo entre ambas ciudades en un carro pequeño puede ser de casi 120.000 pesos en peajes (son cuatro en 117 kilómetros), y entre seis y ocho galones de gasolina, es decir, entre 57.000 y 76.000 pesos de combustible. ¿En cuánto quedaría para el próximo año?

Se tiene previsto que el precio de la gasolina aumente 400 pesos mensuales a partir de octubre, lo que significa que para fin de año debería alcanzar los 10.700 pesos por galón, lo que junto al aumento estimado del IPC, que cerraría el año alrededor de 10 %, podría encarecer el viaje redondo entre Villavicencio y Bogotá a casi 200.000 pesos en 2023.