La pobreza tiene muchas caras. No se trata solo de no tener ni cinco pesos en el bolsillo para comprar los víveres necesarios para llevar el alimento a la mesa. El fenómeno también tiene que ver con las condiciones educativas de los integrantes del hogar, la forma en que viven los jóvenes y los niños, el estado de salud de las personas que hacen parte de la familia, el tipo de trabajo y las condiciones de la vivienda.
Todas esas variables en conjunto permiten estimar lo que se llama pobreza multidimensional, que fue medida por el Dane y luego hizo parte de uno de los famosos análisis de coyuntura del Centro de Pensamiento Económico (Anif).
En primer lugar, así como hay un ingreso estándar para poder catalogar a las personas en la línea de pobreza monetaria, en el caso de la pobreza multidimensional, un hogar puede ser catalogado como pobre cuando tiene privación en al menos el 33,3 % de cinco indicadores.
Una vez metido en ese ‘baile’, la pobreza multidimensional no suelta a ‘la pareja’ (que es el hogar), por lo que la situación se repite generación tras generación. En las ciudades, donde las personas encuentran mejores oportunidades, el indicador está en un solo dígito, de 8,3 %. Sin embargo, en el campo el panorama es desolador: el 25,1 % de los habitantes del área rural confesó ser pobre. “Eso es el triple de la pobreza que hay en el área urbana”, señala el análisis de Anif.
El hecho de que el campo se siga rajando en la materia tiene que ver con un bajo logro en el objetivo educativo, pues el 38,8 % de los hogares en el campo es pobre por punta y punta (multidimensional, incluidos todos los indicadores).
Pero ese anquilosamiento de la pobreza en las áreas donde se produce la comida, se debe también a la informalidad laboral, que es de 23,4 %.
Aunque Colombia se precia de ser un país con un enorme gasto en educación, el analfabetismo alcanza el 11,6 % y el rezago escolar 6,5 %.
Por regiones
Así como hay diferencias en un mismo contexto físico (urbano o rural), también las hay por regiones. Llama la atención que la región Caribe puntea con la Pacífica, con un índice de pobreza de 20,1 % y 19,4 %, respectivamente.
En Bogotá, donde hay una mejor calidad de vida, este indicador fue de 3,6 % en el periodo 2023, lo que no quiere decir que no “haya una alta proporción de hogares pobres con privaciones considerables”.
Lupa, para lograr combatir la pobreza multidimensional
En Colombia, desde tiempo atrás, las administraciones nacionales han dado una lucha frontal, pero la pobreza no logra adormecerse, lo que no implica que, mientras en 2022 había una pobreza multidimensaional de 8, 7 %, en 2024 cedió a 8,3 %.
Todas las reformas de corte ecnoómico que se radicaron en las dos últimas temporadas legislativas apuntarían a enfrentar la pobreza en el campo, que, por demás, es uno de los programas del actual gobierno; sin embargo, el fenómeno es un ave difícil de atrapar.
La toma de la foto permite ver que el 71,4 % de los hogares tiene al menos un miembro empleado en un trabajo informal. Esta realidad debería ser parte de lo que aborde la reforma laboral, señala el estudio: “De hacerse erróneamente la reforma laboral en mención, podría profundizar la informalidad”.
En cuanto a lo educativo, el 39,4 % de los hogares no tiene los suficientes logros educativos, mientras que el rezago escolar es de 24,3 %, es decir, el desfase entre la edad y el grado académico. Ocurre cuando un niño o joven tiene dos o tres años más que el promedio.
El análisis de Anif destaca que Colombia ha avanzado en términos de cobertura educativa, pero las interrupciones en los años de escolaridad de la población restringen las oportunidades para los menores que viven en el campo.
Entre las mujeres cabeza de hogar aumenta la pobreza
Otro de los puntos en los que Anif pone el foco es que “el 13,2 % de las personas que pertenecían a un hogar con jefatura femenina eran pobres multidimensionalmente, cifra 0,9 % superior a los hogares de jefatura masculina”.
En consecuencia, la mujer encuentra más obstáculos para salir de la pobreza, principalmente, porque participa menos en el mercado laboral, en parte, para dedicarse al cuidado de los hijos.
Ojo con las reformas
Por todas esas circunstancias, el centro de pensamiento económico enfatiza en la necesidad de “considerar el impacto que podrían tener reformas como la de salud, laboral y educación”. De hecho, entre las variables más pesadas para reducir la pobreza multidimensional está la de la salud, de lo cual depende la participación del ciudadano en el resto de actividades de la sociedad: trabajo, entretenimiento, entre otros.