Una suma de factores ha llevado al incremento de los precios del gas licuado de petróleo (GLP), más conocido como el de los cilindros de gas, que atiende a casi 12 millones de personas en el país.
El incremento de los precios del butano y del propano bajo el indicador Mont Belvieu en Estados Unidos ha llevado a las empresas distribuidoras de GLP a afrontar un periodo de alzas sostenidas en los precios regulados de Ecopetrol, el principal proveedor del combustible en el país, ya que estos obedecen a la regulación de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), basada en una fórmula referida a dichos precios internacionales.
Durante este año se han registrado precios muy volátiles en los cilindros de gas que han llevado a aumentos de tarifas cercanos al 80 % del productor al distribuidor, que además traslada parte de este incremento al usuario final, que en algunos casos se refleja en cerca del 40 %. Por ejemplo, un cilindro de 30 libras cuyo precio era de 54.000 pesos ahora supera los 74.000.
“Este año, los precios internacionales (del butano y del propano) se han comportado al alza, impulsados principalmente por el crecimiento de las exportaciones de Estados Unidos a la industria petroquímica asiática que ha presentado una demanda creciente y constante de GLP como materia prima y por una elevada TRM (Tasa Representativa del Mercado)”, explicó el presidente de la Asociación Colombiana del GLP (Gasnova), Alejandro Martínez Villegas.
Lo que pasará el 15 de julio
La preocupación aumenta porque el 15 de julio se publican los nuevos y allí se verá reflejado el incremento.
Aunque el precio que se le paga a Ecopetrol ha aumentado, las señales de alerta se encendieron por otra razón. Felipe Gómez, presidente de Agremgas, otro gremio del sector de GLP, explica que el mercado es de cerca de 60.000 toneladas mensuales (en 2018 eran 40.000) de las cuales Ecopetrol representa casi 50.000.
Sin embargo, la petrolera ha advertido que va a destinar parte de su GLP en autoconsumo para sustituir la nafta que usa en sus procesos, que puede hacer más eficiente su operación, pero golpea el mercado local. La razón es que su decisión presionaría la importación de GLP para atender la demanda nacional, en momentos en que los precios internacionales suben y el dólar en Colombia alcanza mayores cotizaciones, a los que además hay que incluir costos, como transporte y logística para llevar a mercados del interior del país.
“En la actualidad, buena parte del incremento se traslada al consumidor porque los distribuidores recogen en fuente, transportan, envasan y distribuyen. Los costos de distribución tienen un mayor porcentaje. El transporte molecular tiene un costo muy elevado”, agrega Gómez.
De alto consumo
El GLP lo consumen 12 millones de colombianos en 1.050 municipios del país. “El 22 % de las familias en Colombia utilizan este energético para cocción de alimentos, siendo el segundo combustible más utilizado del país para cocinar”, dice, por su parte, Martínez.
Gómez hace un llamado al Ministerio de Minas y a la CREG para hacer cambios regulatorios que generen una tarifa más estable e “incluir, por ejemplo, un mecanismo de compensación y evitar los picos y hacerlo más llevadero para el usuario”.