La cultura estadounidense tiene propensión a inventar palabras mezclando apellidos con conceptos o con nuevas tecnologías. Es así como desde hace varios años han unido el apellido de sus presidentes con el vocablo economía (economics) para referirse a las políticas que en ese frente ejercieron sus mandatarios. Así aparecieron acrónimos como “Reaganomics” para Ronald Reagan, “Clintonomics” para Bill Clinton, o “Trumponomics” para Donald Trump.
Esa costumbre se ha expandido a otras figuras del mundo de la política y recientemente llegó a las actividades musicales y así nació Swiftonomics, un término que evidencia la influencia cultural y económica de la cantante Taylor Swift, quien se ha vuelto una artista clave en la industria musical global, no solo por su música aclamada y su presencia escénica, sino también por el impacto monetario que genera.
Swiftonomics fue acuñado debido al contundente impacto de Taylor en la economía del entretenimiento. Esto porque cada vez que llega a una ciudad con sus conciertos impacta al turismo, a la hotelería, a las ventas al por menor y al merchandising; así como a las plataformas de streaming y distribuidores de música.
Según Ximo Lizana, profesor de Neurociencia en la Universidad Europea, ‘Swiftonomics’ representa una revolución en la ‘economía del deseo’. Este concepto subraya cómo los deseos y aspiraciones de los consumidores no solo impulsan el mercado, sino que también determinan las decisiones económicas clave. Taylor Swift personifica esta idea al perfeccionar la creación de productos y experiencias que sus seguidores no solo desean, sino que ansían fervientemente, más allá de sus necesidades básicas. Sus conciertos son un claro ejemplo: se venden rápidamente en todo el mundo, con entradas agotadas que reflejan su enorme demanda y popularidad global.
El fenómeno de Swift va más allá de la música y se extiende a otros sectores comerciales. Lizana explica como productos de lujo, tecnología avanzada y alta costura también siguen el modelo de ‘economía del deseo’, donde la proyección de estatus y la satisfacción personal juegan un papel crucial en las decisiones de compra. Estos bienes son diseñados no solo para satisfacer necesidades básicas, sino también para reflejar un ideal de aspiraciones que los consumidores desean proyectar en la sociedad.
Además de su impacto en el mercado musical, Swift ha sido una defensora vocal de los derechos de los artistas, influyendo significativamente en cómo la industria valora la música y compensa económicamente a sus intérpretes. Este activismo ha inspirado a otros artistas, como Beyoncé, Lady Gaga y BTS, a adoptar estrategias similares de compromiso directo con sus fans a través de las redes sociales, fortaleciendo así su marca y su influencia en la industria.
Según datos de Pollstar, la artista encabezó las listas de ventas de entradas en 2023 con 4,3 millones de boletos vendidos y ganancias adicionales significativas a través de la venta de mercancía oficial. Estimaciones de Billboard sugieren que, al finalizar “The Eras Tour”, Swift podría haber generado cerca de 591 millones de dólares solo en ventas de entradas, lo que se traduce en un promedio impresionante de 11 millones de dólares por concierto.
El patrimonio neto de Taylor Swift asciende a 1 billón de dólares, según cifras de Celebrity Net Worth. A pesar de las afirmaciones que circularon a finales de 2023, Taylor Swift no era billonaria en ese momento, ese estatus lo alcanzó a finales de mayo de este año, aproximadamente durante la mitad de “The eras” en Europa.
La artista es, posiblemente, una de las personas más famosas del planeta e indudablemente una de las celebridades más influyentes, llegando a vender, a la fecha, más de 200 millones de dólares en álbumes en todo el mundo y ha realizado numerosas giras mundiales excepcionalmente exitosas.
En octubre del 2023, Taylor lanzó una versión cinematográfica de la gira en los cines AMC, recaudando 260 millones de dólares. Gracias a su acuerdo de recibir el 50 % de los ingresos brutos iniciales, ella obtuvo 130 millones de dólares por ventas de entradas y 75 millones de dólares más, al vender los derechos exclusivos de streaming a Disney, sumando un total de 205 millones dólares.
Como resultado, a sus 34 años ya es billonaria. Antes de comenzar la gira, su patrimonio neto era de 600 millones de dólares, pero con el acuerdo con Disney y los ingresos de la primera parte de la gira norteamericana en febrero de 2024, esta cifra se actualizó a 900 millones de dólares.
El ascenso meteórico de Taylor Swift a la cima de la industria musical prevé que se consolide como la cantante que ha obtenido los mayores ingresos en la historia por sus giras musicales.