Los billetes y las monedas falsos son quizás una de las preocupaciones más recurrentes entre los colombianos que temen ser estafados por esta vía, pues muchos caen por ingenuidad y otros por el alto nivel de copia que tienen algunos falsificadores. Sin embargo, hay otros billetes que pese a ser auténticos también generan temor y son aquellos que están deteriorados.
Los desgasta un excesivo cambio de manos, estar guardados en bolsillos, bolsos y billeteras, a la luz del sol, a la sombra o a la intemperie, así como el mal uso que les dan muchas personas al utilizarlos para tomar nota (en especial de números de teléfonos y direcciones), les ponen sellos, les hacen dibujos, los meten por descuido en la lavadora y la secadora o les quitan un pedazo y luego los unen con una cinta adhesiva. Esos billetes que aguantan el uso y el abuso o que incluso ya están descoloridos son también un ‘encarte’ para muchos de sus receptores, que luego se ven a gatas para que alguien más se los reciba. Al final, terminan experimentando la misma sensación de estafa que tienen cuando sin querer reciben un billete falso.
Dado que el deterioro de los billetes es inevitable, en el Banco de la República, que es el encargado de su fabricación, publicaron una guía para que tanto el público en general, como los comercios, los bancos y los transportadores de valores sepan qué hacer con esas denominaciones de dudosa reputación.
No a la suciedad
Lo primero que se debe tener claro es que los billetes se dividen en aptos y no aptos para circular, y los que se encuentran en la segunda categoría, aunque auténticos, deben ser recogidos para que el Banco de la República los destruya y emita nuevos. Un primer factor para que un billete no sea apto es la suciedad, es decir, si está manchado y se dificulta la revisión de sus diferentes elementos de seguridad.
Igualmente, se consideran no aptos los billetes que están manchados con grasa, aceite, pintura, tinta o cualquier otra sustancia, los que tienen escrituras de cifras, letras o dibujos en su superficie.
Otra práctica común, pero dañina para los billetes, son los sellos que les estampan diversas entidades o establecimientos, pues llevan a su deterioro prematuro. Paralelamente, las perforaciones ocasionadas por rasgaduras, ganchos, etc., vuelven no apto un billete, así como la sustracción o alteración de una de sus partes o de algún elemento de seguridad como el hilo. En el Banco de la República aclaran que para que un billete roto sea válido, la fracción que queda puede o no incluir el número de serie, pero en ningún caso debe ser inferior al 50 % de su superficie original.
Tampoco pueden seguir circulando los billetes ‘encintados’, que son aquellos que han sufrido algún corte o rasgadura que ocasiona el desprendimiento total o parcial de alguna de sus partes y que han sido reparados con cinta adhesiva, utilizando partes de un mismo billete.
Se pueden consignar
Una vez se tiene claro que esos billetes no deben seguir cambiando de manos por su deterioro, las personas deben saber que por esta razón se pueden negar a recibirlos o si ya son de su propiedad los pueden consignar en un banco comercial, el cual está en la obligación de aceptarlos. Otra opción es irlos a cambiar a una de las 13 sucursales del Banco de la República que tienen servicios de tesorería.
Néstor Plazas, subdirector técnico e industrial del Banco, explica que claramente la opción de negarse a recibir un billete deteriorado es más fácil en un comercio grande, que en uno pequeño o en un taxi, donde no hay más opciones. En su concepto, lo más práctico es consignar el dinero deteriorado en un banco comercial para que este no siga circulando, pues para todas las personas no es fácil ir hasta las sucursales del Emisor para hacer el cambio.
Si el billete deteriorado sale de un cajero automático, el usuario puede quejarse inmediatamente en el banco, pues ellos, así como los transportadores de valores saben cuál es la calidad mínima que deben tener los billetes.
“Este es un proceso continuo de desgaste, el cual es más rápido en los billetes de baja denominación, cuya vida útil es de unos 18 meses, mientras que los de alta denominación pueden durar en buen estado hasta 4 años”, explica Plazas, y agrega que el Banco de la República realiza encuestas de percepción del público sobre el deterioro de los billetes y se ve que hay una satisfacción del 80 % con la calidad de los mismos.
Aunque a un paso más lento, las monedas también se deterioran, especialmente porque se oxidan por mal uso (hay quienes las perforan) o cuando las ponen junto a solventes combustibles. Una moneda en promedio puede durar 10 años, pero las de 1.000 pesos pueden durar incluso 15 años. Estas también pueden ser cambiadas en las ventanillas del Banco de la República.
Pese a todo lo anterior, vale la pena aclarar que un billete auténtico, así esté deteriorado, sigue siendo válido para ser utilizado en una transacción comercial. La idea es que haya consciencia de que en el país hay una calidad mínima del efectivo que promueve el Banco de la República y que se esperaría que los bancos cumplan con ese nivel mínimo de calidad y no entreguen billetes deteriorados a sus usuarios. Si lo hacen, los clientes deberían presentar la queja.