Una de las sanciones que repercute en la economía y que ha impactado de manera severa en Europa es la del bloqueo del gasoducto Nord Stream 2 por parte de Alemania. Debido a los ataques que está viviendo Ucrania y otros factores, la obra que pretendía llevar gas desde Rusia tuvo que ser trancada.
El canciller de Alemania, Olaf Scholz, fue el encargado de anunciar el bloqueo después de que el mandatario ruso, Vladimir Putin, envió tropas militares para “garantizar la paz”; empezó en la regiones independientes y de allí arribó hasta Ucrania.
El Nord Stream 2 es un gasoducto que está conformado por dos tuberías que se sitúan bajo el Mar Báltico y que no pasa por Ucrania. Para algunos miembros de la coalición tripartita, el proyecto debía dejarse a consideración, pero ante la situación que tiene en vilo al mundo no fue posible efectuar las peticiones.
El miércoles, 23 de febrero, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, incorporó nuevas sanciones contra el gasoducto que desde 2011 está en planeación. Cabe mencionar que su ejecución permitiría abastecer a más de 25 millones de hogares europeos.
Desde luego, es necesario aclarar que Rusia tiene un alto flujo de demanda por el gas que distribuye en Europa, el cual es de un 40 %. Por otro lado, en Alemania este representa el 50 % del abastecimiento.
El Banco Mundial dice que de las rentas del elemento solamente depende entre el 3 y 4 % del Producto Interno Bruto de la Federación Rusa. Sin embargo, a comienzos de siglo ascendió a un 8 % y, por ello, la sanción que mayor gravedad podría presentarse para Putin es que el mundo deje a un lado el gas, petróleo y lo aparten del sistema de comunicación financiera Swift, dice la directora de la maestría en derecho económico de la Universidad Javeriana, Szegedy-Maszák, en un un conversatorio con el diario El Espectador.
No obstante, los habitantes del territorio son los que realmente sufren, debido a que en épocas de invierno el gas es más que necesario. En efecto, la cuestión y el interrogante esencial radica en qué pasaría si se deja de distribuir este elemento y se da paso a un cierre total.
Una de las variables con mayor protagonismo es el tiempo, ya que de este depende las sanciones o restricciones, dadas a mediano o largo plazo. Además, de esto dependería el reemplazo del gas ruso que, para Nikos Tsafos, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, ”no habría manera de que Europa reemplace los volúmenes”, publicó el canal de televisión estadounidense CNN.
La situación, posiblemente, se podría manejar. Tsafos dice que es “doloroso, pero dócil”. Por su parte, el centro de pensamiento Bruegel sostiene que si se mitiga el suministro, los inventarios en la Unión Europea se desabastecen. A pesar de que se estime una solución se correrá “el riesgo de que los países con mejor suministro no estén dispuestos a compartir los escasos recursos de gas con países en peor situación”, señala el informe de especialistas en economía.
En cuanto a la obtención de gas por otras fuentes, se complica aún más el escenario, pues Europa tendría que buscar potentes alternativas; por ejemplo, proveedores que surten a Asia. Sin embargo, según Bruegel, esto podría hacer que haya disputas que comprometen las relaciones que cada continente tiene con el contratista.
Sumado a esto, se debe incluir opciones que disminuyan la demanda, considerando otras fuentes de energía y renovación de mercados. Se calcula que el 75 % de los sistemas domésticos no son energéticamente eficientes, publicó Bruegel.
Así las cosas, el cambio no pinta un buen panorama y camino para Europa y, en esencia, Alemania. Aún cuando se ha mencionado la estrategia de sobrevivir al bloqueo del gas ruso, nada está escrito y las consideraciones con Nord Stream 2 puede que aún estén en la mesa.