Según el Dane, la inflación de alimentos alcanzó 24,61 % en julio, lo que es más del doble que la inflación general que azota al país.
Dentro de ese grupo y, en general, entre los 188 productos que conforman la canasta familiar, la yuca es el que más ha subido, con una variación anual de 141,72%.
Así lo confirman en centrales de abastos, como la de Bogotá, en donde este tubérculo pasó de costar menos de 1.400 pesos el kilo antes de la pandemia, a cotizarse hoy, en promedio, a 3.800.
Si bien es cierto que la yuca no goza de la misma popularidad que otros productos como la papa y el plátano, hace parte de la canasta básica familiar de muchos, por lo que el incremento en su precio es un problema real para la alimentación de muchas familias colombianas.
Según cifras del Ministerio de Agricultura, para enero de 2020, 40% de la comercialización nacional de yuca se dio en Corabastos: fueron más de 32 toneladas del tubérculo las vendidas en esta plaza de mercado.
Sin embargo, a esa fecha de corte, el promedio de venta por kilogramo no superaba los 1.500 pesos, valor por el cual hoy no se consigue ni siquiera una libra en el mercado minorista.
Una de las razones principales por las que ha tenido un aumento de precio superior al 150% es la escasez, pues a pesar de que no hay cifras oficiales, desde gremios como la Asociación Nacional de Fabricantes de Pan (Adepan) han alertado sobre la falta de este tubérculo (clave en productos como el pandeyuca o el pandebono), así como de otros insumos necesarios para la panadería, desde hace al menos dos años.
“Hay dos razones que hoy explican por qué la yuca dulce está cara; una de ellas es que mucha gente dejó de sembrarla y otra razón es que, cuando la papa estuvo cara, la yuca se convirtió en una alternativa y eso disparó su demanda”, les dijo a varios medios Luis Eduardo Herazo, miembro de la asociación de productores de yuca Agro-Ambiente en febrero de este año, cuando la escasez ya era evidente.
Una de las razones por las que se ha dejado de lado la siembra de yuca dulce, la variedad más común para el consumo en hogares, es que la yuca amarga de consumo industrial es más competitiva y rentable para el agricultor.
Esto, porque no requiere de tantos cuidados en su proceso de cultivo y, además, los compradores finales aseguran la producción con pagos anticipados o contratos directos, dice Herazo.
El ministerio de Agricultura le da la razón; en el último informe menciona que “se ha identificado una demanda en ascenso de yuca industrial para proyectos de sustitución de maíz en la elaboración harinas e insumos para la industria alimenticia de horneados”, a la par que afirma que el desabastecimiento de esta variedad es normal en los segundos semestres del año.
Pero ello no debería serlo para la yuca dulce, pues “coincide en el segundo semestre de cada vigencia con escenarios de sobreoferta de yuca dulce que generan alteraciones abruptas de precios”, ratifica el Ministerio de Agricultura.
A esta escasez hay que añadirle otros factores que encarecen la yuca en ciudades como Bogotá, cuya oferta viene de casi cualquier parte del país. Uno de los factores externos clave es el costo del combustible, que pasó de 8.150 pesos el galón de gasolina en enero de 2021 a rozar los 9.500 este mes.
Este incremento se traslada directamente al producto, por lo que parte de la inflación de alimentos que vive el país está atravesada a su vez por el aumento del precio de los combustibles.
En el caso de la yuca que se consume en Bogotá, el incremento puede ser muy alto, pues el tubérculo puede viajar grandes distancias desde departamentos costeros como Sucre, Cesar y Bolívar, los cuales juntos suman el 37% de la producción nacional de yuca.
Sin embargo, tras el incremento de más del 150% en los precios de la yuca en los últimos dos años, parecen haber tocado un techo. De acuerdo con el boletín diario de precios mayoristas publicado por el Dane, en los últimos tres meses el precio oscila entre 110.000 y 120.000 pesos por carga de 30 kilos, es decir, los mismos 3.800 pesos por cada kilogramo de yuca.
Esta situación de aparente estabilidad puede estar próxima a cambiar. Uno de los últimos anuncios del gobierno Duque fue la eliminación gradual de los subsidios al combustible, por lo que estos seguirán con tendencia al alza.
Además, la posibilidad de una nueva reforma tributaria pone los productos de la canasta familiar en medio de nuevos impuestos a los alimentos.