¿Qué tanta solvencia tiene un país como Colombia para darle la suficiente confianza a un prestamista de la banca multilateral, de manera que le apruebe créditos a menores intereses?
La respuesta a ese interrogante es el punto de partida para entender la importancia que tiene el llamado ‘Grado de inversión’, la calificación que perdió esta nación en mayo de 2021, por parte de firmas como Standard & Poor’s y Fitch Ratings.
El Ministerio de Hacienda, en cabeza de Ricardo Bonilla, junto con el director de crédito público de la cartera de las finanzas públicas, José Roberto Acosta, sostuvieron un encuentro con las calificadoras, en Nueva York (Estados Unidos), donde se revisan las condiciones y los ajustes aplicados a la política nacional, en busca de corregir lo que motivó la rebaja en la calificación.
No obstante, la recuperación del grado de inversión, el cual permitiría que Colombia tuviera acceso a créditos más baratos en un momento de altas necesidades de recursos para invertir, no sería tan rápida, según confirmó Acosta desde Nueva York. “Será un proceso demorado. Pero desde el gobierno consideramos estar actuando en la dirección correcta: ajuste fiscal, focalizando gasto de inversión social y en infraestructura. Todo ello, en línea con metas de reducir pobreza y mejorar la equidad, dos temas cruciales que son motor de crecimiento sostenible”, indicó el director de crédito público.
Colombia tuvo grado de inversión hasta 2021, luego de haberlo obtenido con en el segundo periodo del gobierno Santos.
Doce años atrás, en el gobierno Pastrana, había perdido esa ‘presea’ que es considerada como uno de los rótulos más codiciados por una nación.
Standard & Poor’s (S&P) rebajó hace dos años la calificación crediticia de Colombia, de BBB- a BB+ con perspectiva estable, con lo cual el país —tristemente— perdió el grado de inversión que mantuvo por más de una década.
Fitch Rating también hizo lo suyo, mientras que Moody’s, la tercera de las grandes calificadoras del mundo, le mantuvo la calificación y, de hecho, se la ratificó recientemente, no sin antes advertir que había que estar alerta con el déficit y la deuda del país, además de enfatizar en la necesidad de avanzar en las reformas sociales.
Efectos
Es común que el tema del grado de inversión sea visto como algo ajeno a la cotidianidad ciudadana. Sin embargo, no se puede desconocer que es algo que toca a todos.
En primer lugar, porque esta nación, al igual que cualquier otra, necesita financiación, lo que a su vez, implica adquirir deuda, principalmente en dólares. Tasa de cambio (aunque en las últimas semanas ha estado a la baja), combinada con altos intereses, tanto por la aplicación de la política monetaria en diversos lugares del mundo para contener la inflación, es algo que encarece la toma de créditos del Estado.
Eso no es algo menor, pues Colombia tendrá que disponer de más recursos públicos, que deberían destinarse a hacer programas de beneficio ciudadano, para pagar una deuda más cara que, además, no solo involucra al sector público, sino también al privado: las empresas que busquen financiación internacional también encontrarán los créditos más caros por cuenta de la pérdida de grado de inversión.