SEMANA. Fueron cuatro años al frente de Anif, dos gobiernos distintos: Duque y Petro. ¿Cómo está esa balanza?

Mauricio Santamaría. No quisiera comparar. Solo decir que estoy muy preocupado por el rumbo que está tomando el país bajo este gobierno. Las llamadas reformas me parece que son nefastas, las tres. Pero la peor es la de la salud. No solo porque es en sí muy mala, sino por las consecuencias que tiene. Un mal sistema de salud lo que hace es que la gente se muera.

Las tres reformas son muy improvisadas y tendrán unos efectos muy malos. Pero no solo eso. La política en términos del sector energético, por ejemplo, es muy preocupante. Parece diseñada para un país que no es Colombia.

SEMANA. Desde Anif usted no ha dejado títere con cabeza. Ha criticado las reformas, la no exploración de hidrocarburos, el Soat…

M.S. Lo del Soat no solo lo criticamos, sino que hicimos un estudio en el que concluimos hace medio año lo que está pasando hoy. Dijimos que el sistema de salud se iba a desfinanciar. Que el Soat iba a apretar la caja de las IPS. No aumentaría la afiliación, porque ese era el gran argumento del gobierno: reduzco el Soat y la gente va a correr en pila a afiliarse. Cuando salió el ministro a decir lo que finalmente pasó parecía que estuviera leyendo nuestro documento.

Eso demuestra improvisación. Sabemos claramente que la mayor siniestralidad -y no por unos punticos- proviene de las motos. Tanto en accidentalidad como en mortalidad. Si alguien va a cobrar un seguro tiene que tener una prima que sea acorde con la siniestralidad. Y no lo era ni siquiera antes de la rebaja implementada.

El resultado no podía ser peor: no se aumentó la cobertura, se incrementó la accidentalidad y se desfinanció el sistema en casi un billón de pesos, lo que va directamente a la caja de los hospitales, que son los que prestan el servicio.

Soat, no se incribieron todas las motos que esperaban. | Foto: Montaje Semana / Foto suministrada / Getty

Es decir, algo que funcionaba bien, lo cambiaron. Donde hay un accidente llega una ambulancia.

SEMANA. Pero usted dice que funciona bien una realidad en la que hay cartel de ambulancias, que se pelean por llevar a los accidentados a los hospitales.

M.S. Independientemente de la corrupción de particulares, de las bandas dedicadas a explotar el Soat con accidentes de motos... Todo eso es cierto. Pero entonces, solucione el problema de la corrupción, no acabe lo que funciona.

Varios funcionarios salieron a confirmar que la medida con el Soat había sido un error. Ahora todo termina en que, el año entrante deben meter en el Presupuesto un billón de pesos para cubrir el hueco del Soat. Todos los ciudadanos contribuyentes tendremos que pagar los subsidios del Soat, los carteles del Soat. Esto lo que demuestra es una pésima planeación y mal uso de los recursos públicos.

Reforma a la salud | Foto: SEMANA

SEMANA. La reforma a la salud es nefasta, dice usted. ¿Qué es lo más malo?

M.S. Acaba con lo que funciona. Y toda la plata de la salud son 85 billones de pesos, no estamos hablando de tres pesos. Es un costo que está lejos de la educación o el gasto militar. La salud es lo que se nos come a nosotros la mayoría de la plata.

El sistema tiene que responder por la salud del rico igual que por el pobre. Yo lo viví. Yo era el ministro de Salud y mi esposa, que era paciente con cáncer, recibía la quimioterapia en el mismo lugar, sin ninguna diferencia, con todos los demás pacientes. Ahí vi cómo funciona de bien: la gente tiene el mismo derecho sin importar de dónde proviene.

La segunda gran cosa que tiene la reforma es que las EPS, guste o no le guste a la gente, son el único agente dentro del sistema que controla costos. La EPS no pagan facturas desorbitantes; no pagan cobros falsos. Eso no quiere decir que no comentan errores. Los cometen, pero para eso está la Superintendencia de Salud, para sancionar cuando sea el caso. Pero imagínese cuando la salud esté en manos de los gobernadores y alcaldes, ¿quién va a controlar ese gasto?

El tercer gran logro que tiene el sistema es que le brinda a la gente la oportunidad de escoger.

Ahora, con la reforma, se argumenta que 85 billones de pesos no lo deben manejar los privados. Es que no los manejan. Los recibe la ADRES, con un mandato muy claro en qué se pueden gastar.

Entonces, se pregona que las EPS no van a manejar la plata, para que así se le pueda dar salud a todo el mundo, ¿cómo?: quitando la libertad de elección, un logro que lleva 30 años; obligando a ir a un centro de atención primaria, que, de primerazo, no existen (dónde están).

Hubo muchos problemas que se corrigieron con la Ley 100 y ahora vamos a retroceder. Los afectados eran los pobres, que hacían filas de 8 horas o se morían ahí; no los ricos, que tenían su médico o se iban a Miami.

SEMANA. Pese a todo eso que usted plantea como bondades del sistema, la gente se queja del servicio.

M.C. Las quejas más frecuentes son las autorizaciones y los tiempos de espera para ser atendidos por un especialista. Eso sucede, no por el sistema, ni por las EPS, sino porque no hay especialistas, punto final.

SEMANA. También se habla de restricciones que ponen las EPS a los médicos para remitir a un especialista o indicar un examen que requiere el paciente. Esto, para ahorrar costos.

M.S. Esa es una pelea grandísima que existe en todas partes del mundo. En Inglaterra, por ejemplo, hay un protocolo para cada enfermedad; en Canadá, que dicen que el sistema es la maravilla, los médicos no pueden recetar ciertas cosas. Tienen que demostrar -como ejemplo- que la persona es alérgica al medicamento habitual para poder acceder al que está en primera línea.

La población colombiana se envejeció y cada vez se reducen los nacimientos. | Foto: El País

SEMANA. ¿Qué tiene de bueno la reforma a la salud?

M.S. Nada. Es mejor borrarla. Borrón y cuenta nueva. Es cierto que hay mucho que corregir: las diferencias regionales son abismales. Nariño es un caso paradójico: usted va a Pasto por un servicio y se siente que está en Londres. Pero si requiere atención en Barbacoas o a Tumaco está en Tanzania. El sistema funciona bien en lugares densos y poblados, pero mal en los apartados. Ahí si hay que tener sistemas públicos.

SEMANA. La reforma pensional, muchos dicen que es buena, que tiene consenso y es justa. ¿qué opina?

M.S. La realidad es que no es buena. Es inconveniente. Tiene algo muy bueno, que es lo del pilar solidario, que ya existe. No es que se lo hayan inventado ahora. El concepto del Ministerio de Hacienda le dio la razón a Anif, dijo que si incrementa el pasivo, pero está bien. También dijimos, cuando hablaron de un subsidio de 500 mil pesos a los adultos mayores, que no alcanzaba, que lo bajaran a la mitad, que es la línea de pobreza. Finalmente tuvieron que hacerlo.

El pilar contributivo obligatorio (el que pasa a Colpensiones), es terrible. Generaliza el subsidio, para ricos y pobres, hasta 3 salarios mínimos. Le pone un límite, pero se lo da a todo el mundo.

Lo más grave es que acaba con el ahorro de Colombia, un país no puede crecer ni salir de pobre, sin ahorro. La gran fuente de ahorro son las pensiones y las van a coger. Países que ahorran de verdad tienen 50 puntos del PIB. Acá el ahorro total son 12 o 13 puntos del PIB y van a tomar 3.

SEMANA. En política, ¿en qué lado se ubica usted?

M.S. Yo siempre critico lo que merece crítica. No me gustan los extremos, ni la extrema derecha ni la extrema izquierda. El centro me parece que es carreta. El extremo en el que estamos hoy está siendo nefasto. La extrema derecha también me parece nefasta.