Las reservas comerciales de crudo en Estados Unidos cayeron más de lo previsto la semana pasada, según las cifras publicadas el miércoles por la Agencia estadounidense de Información sobre Energía (EIA).
En la semana que terminó el 22 de julio, las existencias comerciales de petróleo descendieron en 4,5 millones de barriles (mb), frente a las expectativas de los analistas de un descenso de 1,5 millones.
Por su parte, los stocks de gasolina también cayeron bruscamente en 3,3 millones de barriles, frente a la previsión de un millón. En tanto, las existencias de productos destilados, como carburante para calefacción y gasoil, cayeron 800.000 barriles contra 500.000 previstos por los analistas.
Los precios del crudo subieron inmediatamente tras la publicación de estas cifras. El barril de Brent del mar del Norte para entrega en septiembre subía 2,08 % a 106,57 dólares hacia la mitad de la jornada, mientras que el barril de West Texas Intermediate (WTI) para entrega en igual mes ganaba por su parte 2,36 % a 97,22 dólares.
Las reservas estratégicas de petróleo también cayeron, en 5,6 mb a 474,5 mb, frente a 621 mb hace un año.
El presidente Joe Biden decidió este año utilizar este petróleo para reforzar la oferta de crudo y tratar de moderar los precios de la gasolina, que erosionan su popularidad. La demanda de productos petroleros en Estados Unidos se moderó ligeramente, en 19,97 mb diarios, un millón de barriles menos que la semana anterior.
Estos resultados y la posibilidad latente de que se suban nuevamente los precios del petróleo y por consiguiente de la gasolina, aviva los temores en Estados Unidos frente a una nueva disparada en la inflación, que ya se encuentra en máximos históricos, mientras la Reserva Federal busca alternativas para enfrentar este problema.
Se espera que la agresiva postura de la Fed enfríe una inflación al rojo vivo que superó el 9 % en el acumulado a junio, la más alta en más de 40 años, sin descarrilar la mayor economía del mundo.
El presidente Joe Biden está pagando el coste político del aumento de los precios, que achaca principalmente a la guerra de Rusia en Ucrania, que ha disparado los precios mundiales de los alimentos y la energía.
Esto, mientras el presidente de la FED, Jerome Powell, y otros han dejado claro que están dispuestos a arriesgarse a una recesión y que seguirán subiendo las tasas de interés hasta que vean evidencias claras de que la inflación se acerca de nuevo a la meta del 2 %.
En cero, a principios de año, la FED elevó la tasa de interés de referencia a un rango de entre 1,50 y 1,75 %, provocando un aumento de las tasas hipotecarias, lo que ha frenado la venta de viviendas durante cinco meses consecutivos.
Los economistas afirman que este ha sido el ciclo de endurecimiento más agresivo de la FED desde la década de 1980, cuando la estanflación -estancamiento de la economía y espiral de precios y salarios- paralizó la economía estadounidense.
El reto es sofocar la inflación antes de que se afiance peligrosamente, pero sin enviar a la mayor economía del mundo a una recesión que repercuta en todo el mundo.
Mientras crece la inflación, con el precio de la vivienda tocando nuevos récords, hay indicios de que el ritmo de aumento ha empezado a disminuir, lo que podría permitir a la FED relajar su decisión de aumentar los tipos de interés.
Así mismo, el Producto Interno Bruto del primer trimestre en Estados Unidos se contrajo 1,6 %, y se prevé que el jueves se publique la primera lectura del periodo abril-junio. Aunque las previsiones de consenso apuntan a un crecimiento modesto, muchos economistas esperan un retroceso.
Dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo se consideran técnicamente una recesión, aunque ese no es el criterio oficial.
*Con información de AFP.