La negociación del salario mínimo es quizás el acontecimiento económico más importante de todos los diciembres, pues de ella no solo dependen el sustento de millones de colombianos, sino la viabilidad de muchas empresas, así como el costo de vida del país.
La remuneración mínima, hoy en 1.300.000 pesos, es determinante en el mercado laboral, al tiempo que tiene un gran peso sobre la inflación, dado que con ella se calculan las multas de tránsito, los deducibles de los seguros, los copagos del servicio médico y los costos de administración en conjuntos residenciales u oficinas, entre otras cosas.
Por todo lo anterior, la determinación que tomen sindicatos, Gobierno y empresarios será, como siempre, clave para el arranque de un nuevo año.
El Gobierno Petro, en el poder desde agosto de 2002, recibió una economía afectada por el derrumbe causado por la pandemia de covid-19 y el posterior rebrote, que vino acompañado de una inflación acelerada. Como resultado, cuando le correspondió su primera negociación del salario mínimo, en diciembre de ese año, tuvo que continuar con los ajustes de dos dígitos que ya había hecho su antecesor para tratar que los colombianos recuperaran la capacidad de compra perdida por el alza en la canasta familiar.
Desde 2001, cuando el país estaba buscando salir de la peor crisis económica de su historia (excluyendo la producida por la pandemia), no se registraban ajustes de dos dígitos en el salario mínimo. Ese año subió 10 % y llegó a 286.000 pesos. Veintiún años después, el presidente Iván Duque cerró su mandato con un alza de 10,7 % para ser aplicada en 2022. Con ello, el sueldo básico en el país llegó a la icónica cifra de 1 millón de pesos.
Al llegar a la Casa de Nariño, la administración de Gustavo Petro tuvo que seguir lidiando con una elevada inflación y como resultado, con la intermediación de su ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, realizaron un aumento del 16 % en el salario mínimo. Un ajuste de esa magnitud no se veía desde 1999, justo el año de la crisis. La gran diferencia es que ese año arrancó con un costo de vida del 17 % y en 2022 cerró en 13,12 %.
En 2023 y ya con más experiencia en el manejo de la economía nacional, el Gobierno Petro tuvo que realizar otro ajuste de doble dígito en el salario mínimo, esta vez del 12,07 %, debido a que la inflación se mantenía alta frente a su promedio del presente siglo (iba en 9,28 %).
El reciente descenso en la inflación es el factor que sugiere que el ajuste salarial de 2025 probablemente no será de dos dígitos. Según el Dane, en noviembre de 2024 el nivel de precios se situó en un 5,2 %. Aunque este dato no se utilizará para calcular el incremento salarial, ya que se usa el del año completo, sí indica que se cerrará alrededor del 5 %. Por lo tanto, se espera que el salario mínimo no aumente significativamente más que este porcentaje, dado que su objetivo es recuperar el poder adquisitivo perdido debido a la inflación.
El otro dato fundamental para determinar en cuánto subirá la remuneración mínima es la productividad, un indicador que calcula el Dane y que refleja la eficiencia con la que se utilizan los insumos en la producción de bienes y servicios en la economía. La entidad estadística dijo recientemente que la productividad creció hasta el tercer trimestre de este año 1,73 %, pero expertos como los de Fedesarrollo, la Andi y Anif creen que el avance fue mucho menor (0,9 %).
Aunque el dato de productividad esté en discusión, claramente no da para sumarle muchos puntos más al ajuste del mínimo. Los expertos están estimando que el alza estaría alrededor del 6,5 %, lo que no solo implica que se rompería la racha de ajustes de dos dígitos, registrados en los últimos tres años, sino que también se volvería a un nivel más acorde con el nivel de precios de la economía, ayudando además a que la cuesta de enero no sea tan empinada.