Las emisiones mundiales de CO₂ por el sector energético alcanzaron un máximo histórico en 2022, incumpliendo de esta forma compromisos alcanzados en el Acuerdo de París, advirtió el lunes 26 de junio un estudio.
El Energy Institute, organismo británico del sector energético, presentó las principales conclusiones de este informe realizado en colaboración con las consultoras Kearney y KPMG.
“Las emisiones de dióxido de carbono procedentes del uso energético, los procesos industriales, del ‘flaring’ (la quema del gas producido al extraer el petróleo, ndlr) y el metano (...) siguieron aumentando hasta alcanzar un nuevo máximo de +0,8 % en 2022″, señaló el estudio.
Este informe anual era anteriormente publicado por el grupo energético británico BP, pero recientemente pasó a manos de este instituto. El consumo de energía primaria creció en torno a un 1 % el año pasado respecto a 2021, pero casi un 3 % comparado con su nivel anterior a la pandemia de covid-19, según el estudio.
Los combustibles fósiles siguen dominando, con un 82 % del consumo, a pesar del buen comportamiento de las energías renovables. La energía eólica y la solar alcanzaron juntas un récord de 12 % de la generación total de electricidad, gracias al mayor aumento de la capacidad de ambas.
La demanda de combustible para el transporte siguió repuntando desde los niveles previos a la pandemia, aunque China se mantuvo “significativamente” por debajo debido al impacto que siguen teniendo las duras restricciones que impuso para contener completamente el covid.
La presidenta del Energy Institute, Juliet Davenport, advirtió de que el sector va en “dirección contraria” a los objetivos firmados en 2015 en el Acuerdo de París, frente a los cuales agregó:
“En 2022 vimos algunos de los peores efectos del cambio climático, como las devastadoras inundaciones que afectaron a millones de personas en Pakistán o los episodios de calor sin precedentes en Europa y Norteamérica”.
En el Acuerdo de París, las naciones se comprometieron a alcanzar cero emisiones netas de carbono a mediados de este siglo con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C.
Este aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero refuerza “la necesidad de tomar medidas urgentes”, afirmó Richard Forrest, responsable de Kearney, recordando que 2022 fue un “año turbulento” en el que la seguridad energética encabezó la agenda debido a la invasión rusa de Ucrania y al repunte de la demanda tras la pandemia.
¿Contabilidad a las emisiones de carbono?
El organismo encargado de los estándares internacionales de contabilidad publicó el lunes una propuesta de armonización de las emisiones de gases de efecto invernadero de las empresas en Europa.
Actualmente, la mayoría de multinacionales informa sobre la cantidad de toneladas de carbono que mandan a la atmósfera cada año, pero estas declaraciones generalmente no son fiables. La nueva norma obligará a las empresas a auditar sus cifras de carbono y a definir una estrategia climática al más alto nivel.
La falta de estándares internacionales contribuye a lo que se conoce en la jerga del activismo ecologista como “greenwashing”, la “eco-impostura”, maniobras de las empresas para parecer más virtuosas de lo que realmente son.
La propuesta de la fundación IFRS, que gestiona las normas contables para 140 países y jurisdicciones, es que esta contabilidad internacional de las emisiones se empiece a aplicar en 2024. El objetivo es que los inversores dispongan de datos fiables para saber si están invirtiendo en empresas que están muy expuestas al riesgo climático y cómo puede verse afectada su cartera de acciones.
Los estándares garantizarán “que lo que realmente hacen esté detallado en un lenguaje común a todas las empresas”, explicó a la AFP Emmanuel Faber, el expatrón de la multinacional francesa Danone que preside el Consejo de Normas Extracontables internacionales (ISSB).
El nuevo estándar climático, denominado IFRS S2, define la forma en que las empresas deben contabilizar sus emisiones directas e indirectas, basándose en un método ya muy utilizado pero no obligatorio, el Protocolo de Emisiones de Gases de efecto invernadero.
La Unión Europea está desarrollando sus propios estándares con un alcance mucho más ambicioso, incluyendo la biodiversidad o los derechos humanos. Pero los estándares deberían ser compatibles, espera el ISSB, que prevé abordar estas otras áreas posteriormente.
*Con información de AFP.