La educación en Colombia ha tenido que sortear varios desafíos en las últimas décadas. Los resultados de las diferentes pruebas internacionales han demostrado cuáles son las problemáticas que se han agudizado en el sistema educativo colombiano. La necesidad de mejorar la comprensión lectora, además de las habilidades científicas y matemáticas, son algunas de las tareas que tiene el actual gobierno y los próximos de turno.
Aunque en los últimos años, los jóvenes colombianos han tenido mayor acceso a la educación superior, ya sea pública y privada, a través de iniciativas como la matrícula cero, el programa Ser pilo paga, o de programas crediticios como los ofrecidos por el Icetex y otras entidades gubernamentales o privadas. La oferta de becas también han permitido una mayor cobertura.
Pese a ello, el panorama sigue siendo complicado para muchos jóvenes en el país, que aunque logran sortear los desafíos del sistema y obtienen su título, se encuentran con un mercado laboral complicado y que puede representarles mayores obstáculos en medio de su proyecto profesional.
Hace algunos días, una encuesta hecha por la Fundación de Empresarios por la Educación, en alianza con el Centro Nacional de Consultoría, reveló cuál es el panorama que viven los jóvenes en el país actualmente. El estudio analizó las percepciones que tienen los jóvenes en relación con el sistema educativo colombiano. Los consultados tienen edades entre los 12 y 28 años.
La mitad de los jóvenes colombianos no cumplen las expectativas laborales que se trazan en sus carreras
Uno de los datos que más llamó la atención del estudio fue el que se refiere a las expectativas y el acceso al mundo laboral. Una de las preguntas que elaboró el sondeo fue respecto a la relación entre su trabajo actual y los estudios que ha realizado.
A la pregunta: ¿Cuál es la relación entre el trabajo actual y los estudios que has realizado?, la mayoría de los jóvenes, más exactamente el 59%, aseguró que su trabajo no está relacionado con su campo de estudio.
Por otro lado, el 26% de los encuestados, respondió de manera contraria, asegurando que su trabajo actual sí se relaciona con su campo de estudio.
Finalmente, el 15% restante aseguró que su trabajo está parcialmente relacionado con el campo de estudio.
Otro de los datos relevantes dentro del estudio fue el de las dificultades para encontrar trabajo. La mayoría de los jóvenes, cerca del 66%, aseguró que las empresas solicitan demasiada experiencia para los cargos mencionados. Otra de las dificultades es que los salarios son bajos, con un 45% y que los trabajos están lejos de su casa, con un 26%.
Para los jóvenes, el tipo o la calidad de educación no tendría mucho qué ver con los problemas del mercado laboral, pues cerca del 61% de los encuestados consideran que recibieron una buena educación para el mercado laboral actual y del futuro.
¿Por qué se les dificulta encontrar empleo en sus carreras?
Tras los hallazgos, SEMANA consultó con el profesor universitario y experto en temas de educación, Luis Felipe Jiménez, respecto a las razones principales que podrían motivar esta situación. Este aseguró que hay una serie de razones que configuran el escenario desfavorable para los graduados.
Uno de los principales problemas es que muchos de los jóvenes reconocen a la educación superior como una garantía para conseguir un empleo formal. Sin embargo, ignoran que el mercado laboral no necesariamente tiene la capacidad de absorber a los jóvenes que se gradúan, en la posición y con el salario de enganche que ellos desean.
“Muchos jóvenes que están saliendo de las instituciones universitarias, tienen una tendencia a buscar empleos que, por un lado, les cumplan sus expectativas salariales y, por otro lado, que les cumplan sus expectativas de enganche inmediato. Esto hace que muchas veces en esa búsqueda de la inmediatez, pues no necesariamente consigan un empleo que esté relacionado directamente con sus estudios”, comentó Jiménez.
Aunque existen incentivos a nivel legislativo, que han motivado las contrataciones de jóvenes en el sector privado, lo cierto es que estas iniciativas tampoco tienen la capacidad de absorber a todas las disciplinas y áreas del conocimiento.
“Podríamos observar, por ejemplo, que ciertas áreas del conocimiento tienen prevalencia sobre otras. Podemos hablar, por ejemplo, que en Colombia las ciencias sociales, las ciencias humanas, las bellas artes tienen tasas de enganche de empleo formal de sus egresados mucho menores a las que tienen, por ejemplo, las áreas del conocimiento como la ingeniería, la economía y el área de administración y negocios. En los últimos años, se ha visto un incremento importante en áreas como las matemáticas, las ciencias naturales, la agronomía y las ciencias de la salud”, agregó.
El capital social y la calidad en la educación, dos de los obstáculos que enfrentan
Jiménez se refiere además a otro tema crucial dentro de la problemática, que se relaciona directamente con el capital social a los que los jóvenes están expuestos en las instituciones de educación. Es decir, los contactos que pueden tener cerca y que en un futuro les puede representar una oportunidad laboral.
Asegura que para muchos expertos en economía laboral y desarrollo, la combinación perfecta para lograr un enganche tiene que ver con el capital intelectual o capital humano y el capital social.
“Ciertas instituciones universitarias o ciertas trayectorias para algunos estudiantes representan mejores conexiones y esto está correlacionado directamente, por ejemplo, con la calidad de la institución de donde proviene. Podríamos decir que a más alta calidad en las instituciones de educación superior probablemente el estudiante tendrá mejores relaciones o tendrá un capital social mucho más estructurado, lo que al final del día le va a permitir de alguna manera tener una mayor probabilidad de éxito en la consecución de su primer empleo”, indicó.
Por otro lado, los jóvenes que han tenido una formación en distintas áreas del conocimiento, pero en universidades de baja calidad o que no están expuestas a un capital social importante, tendrán una menor probabilidad.
Por último, el experto también tocó un tema crucial, que es el talón de Aquiles de muchos perfiles profesionales. La experiencia.
“El mercado laboral está interesado en contratar jóvenes sin experiencia primordialmente en áreas a nivel de la tecnología con distintas habilidades técnicas en términos de servicios, en términos de desarrollo, en términos de atención al cliente, relacionamiento, pero no necesariamente en conocimientos o en desarrollo de habilidades cognitivas de alto nivel”.
Agregó además que, “si un joven tiene poca experiencia en una tarea en específico, con una formación de alto nivel. Es decir, si se formó con un pregrado, una especialización o una maestría, tendrá menos probabilidad de enganche en el sector laboral o en el mercado laboral, contrario a un estudiante que tiene una formación técnica o tecnológica en un área en particular, pero que cuenta con algún grado de experiencia”.
Los retos del sector educativo, el mercado laboral y la legislación actual
Son varias las discusiones que deben darse en el sector educativo, apunta Jiménez. Una de las más importantes es la formulación de políticas integrales que les permitan a los jóvenes identificar un camino claro desde la formación básica y media. Es decir, existe la necesidad de que la educación se vincule desde una etapa temprana en la actividad económica laboral.
“La velocidad con la que los intereses de los jóvenes han venido cambiando no es la misma velocidad con la que las instituciones de educación superior pueden responder. Los procesos de cambio de los programas curriculares o los programas de formación ante el Ministerio de Educación, por ejemplo, toman un tiempo y tienen que responder a una pertinencia y a una apuesta de universidad. Por tanto, esos cambios no suceden de manera inmediata y de la misma manera el mercado laboral no necesariamente está esperando o puede darse el chance de esperar a que estos cambios sucedan al interior de los programas universitario”, indicó.
Es por ello, que deben darse políticas integrales. Esto significa que se de una conversación sobre cómo diseñar un sistema de educación superior en Colombia, debido a que el país todavía no se acerca a un sistema conectado, en donde cada una de las partes participantes tengan un aporte y tengan un rol en la formación de los jóvenes.
Apuntó además a que, a través de estas políticas es importante abordar problemáticas como las brechas. “Afortunadamente la cobertura de la educación superior en Colombia ha aumentado, pero no tenemos cómo responder a esa demanda de jóvenes que egresan de las universidades. No nos sirve de nada tener un gran porcentaje de estudiantes egresados de la educación superior, tanto técnicos, tecnológicos y universitarios, si no trabajamos para que tengan la oportunidad en el mercado laboral”, concluyó.