El precio de los alimentos en Colombia está incrementando desproporcionadamente. Ahora comprar una libra de papa, huevos o carne se ha convertido casi que en una proeza. Las cifras no son alentadoras y lo que antes no sobrepasaba los 2.000 pesos que, aún así, parece ser un precio alto, una libra del tubérculo que muchos consumen está en aproximadamente 3.250 pesos.

La papa es uno de los alimentos más importantes para los colombianos, pues su cosecha se da en el territorio nacional y muchos reconocen a Colombia como el país de la papa. Sin embargo, factores como la inflación y exportación no están aportando significativamente a su compra.

Por lo general, un almuerzo de consumo básico o el famoso “corrientazo” contenía papa, pero como su precio está por la nubes varios comerciantes la han dejado atrás y reemplazado por alimentos como el plátano o más ensalada.

Las quejas son varias e involucran no solo a los dueños de restaurantes, a los trabajadores de plazas de mercado como Paloquemao, la central de Abastos y por supuesto a las miles de amas de casa que cocinan día a día. Por ejemplo, en la localidad de San Cristóbal, en el barrio La Victoria, en el suroriente de Bogotá, una libra de papa cuesta aproximadamente 3.250 pesos, según el establecimiento o tienda donde se compre.

“La comida está muy cara, lo que antes se compraba con 10.000 pesos ahora no alcanza ni para una cubeta de huevos. Una libra de papa vale más de 3.000 pesos y el otro día pagué menos”, mencionó Marina Luz Gutierrez de 66 años.

Central de Abastos de Bogotá venta de papa | Foto: GUILLERMO TORRES REINA

El hecho es que el aumento de precio de los alimentos de alto consumo en el país es una realidad que está afectando a los habitantes centrales y de la periferia, principalmente a aquellos que viven en condiciones de pobreza moderada. Sin dejar a un lado a las personas totalmente vulnerables para quienes comer una papa, por estos días, es casi imposible.

Las garantías de la alimentación son uno de los pilares fundamentales que el Gobierno debe suplir ante la población, comer se ha convertido en prácticamente un lujo y las denuncias en redes sociales se han hecho visibles. “El país de la papá y ni papa podemos comer”, dice una escritura expuesta que se ha hecho viral en las plataformas digitales.

“Muchos de los alimentos en Colombia están carísimos porque se exporta más allá de lo justo, dejando al país bajo la carestía y la inflación”; “terrible el precio de la papa y muchos alimentos. Lo afortunado de la situación es que la papa se puede sustituir”, y “es necesario que en Colombia se vuelva a producir los insumos que necesitan los campesinos para la siembra de alimentos, mermar la importación de alimentos como la papa o el arroz, la crisis del campo desde años atrás, es culpa de malos gobiernos”, son algunas de las declaraciones que se pueden leer en la red social Twitter.

La situación del precio de los alimentos aún no tiene una salida óptima y eso está haciendo que casi 5.000 productores de papa consideren dejar su cultivo para 2022.

Medios locales alertan sobre la afectación que involucra a los productores de papa boyacense. Según declaraciones, factores como los altos precios de los insumos, el aumento de las importaciones, la cantidad de intermediarios y algunos fenómenos climáticos influyen en la problemática. Además, se catalogan como los principales ejes de degradación en el campo colombiano.

Ante la afectación, Germán Palacios, gerente de la Federación Colombiana de Productores de Papa (Fedepapa), se pronunció y dijo que el panorama a nivel nacional no va por muy buen camino. En consecuencia, manifiesta que aproximadamente el 15 % de los productores de papa colombianos dejarían de lado su labor y, posiblemente, buscarían otro oficio.

Teniendo en cuenta las cifras compartidas por la cabeza principal de la entidad gremial que contribuye con el mejoramiento del sistema productivo de la papa en Colombia, hasta diciembre de 2021, al menos el 80 % de los productores de este alimento tienen menos de una hectárea de cultivo. Para 2022, la cantidad podría disminuir, puesto que muchas personas, que viven de la agricultura, no soportan más las problemáticas del campo y las condiciones en las que se han visto involucrados; se trata de un impacto económico, social y ambiental.