Es indiscutible que en 2021 más colombianos se hicieron propietarios. Según Camacol, gremio de la construcción, el año cerrará con 239.499 unidades vendidas, lo que representa 7.000 por encima de lo proyectado. De ese total, 168.676 están en el segmento de interés social (VIS), es decir, son parte de la política social que irriga recursos a través de subsidios, para que los más vulnerables puedan acceder a una vivienda.

Para el segmento medio de la pirámide socioeconómica también se activó un programa de ayudas que subsidian la tasa de interés y promueven la compra de una segunda o tercera vivienda, es decir, una adquisición para inversión.

Varios son los interrogantes que surgen alrededor de esas estrategias que llevarán a que el PIB del sector edificador crezca 17,7 %, es decir, 3,5 veces más que el total de la economía en el 2022, según estimaciones de Camacol.

Por un lado, hay que tener en el visor que una participación mayoritaria de los incentivos, en el resultado que ha tenido la compra de vivienda en Colombia, es un signo claro de una baja capacidad de las familias para satisfacer sus necesidades.

En segundo lugar, no se puede perder de vista que un país como el nuestro, que durante la crisis sanitaria por la pandemia tuvo un incremento en los niveles de pobreza y en la deuda pública, probablemente ya no sea tan de ingresos medios, como antes del coronavirus. En consecuencia, los recursos necesarios para seguir con el ritmo de aplicación de subsidios podrían no estar tan disponibles.

Si bien es cierto que una política social en materia de vivienda siempre será necesaria, también lo es el hecho de que los países con economías estables se caracterizan por tener más población inscrita en franjas de la clase media hacia arriba, donde se requieren menos subsidios.

Archivo / SEMANA

En Colombia, desde marzo de 2015, se implementó el programa ‘Mi casa ya’, para facilitar la adquisición de vivienda nueva urbana con financiación a través de un Subsidio Familiar de Vivienda (SFV) y un subsidio a la tasa de interés (de 4 puntos porcentuales sobre la tasa de interés pactada en el crédito hipotecario).

Sandra Forero, presidenta de Camacol, expresa que esa estrategia ya ha ayudado a una reducción del déficit habitacional, de casi 500 mil viviendas. “Había 1,1 millones de hogares sin vivienda y ahora hablamos de 600 mil”.

Desde su perspectiva, la política está focalizada en los que más lo necesitan. No en vano, “7 de cada 10 subsidios de ‘Mi casa ya’ están llegando a hogares de menos de 2 salarios mínimos”.

La otra modalidad de subsidio que existe, y que es para incentivar la inversión, obedece a una política transitoria que va de la mano con el objetivo de la recuperación económica, es decir, “lo que llamamos política contracíclica. Ahí hay 100 mil subsidios que tienen un principio y un final (hasta que se agoten), y el 60% son para incentivar la compra de la primera vivienda, mientras que el 40% restante son para segunda o tercera”.

¿Qué tan sano es un dinamismo con incentivos?

En Colombia, de un poco más de 14 millones de hogares que se registran en las estadísticas, casi 10 millones ganan hasta 4 salarios mínimos. “Necesitan el subsidio para hacer los cierres financieros”, sostiene Forero.

Inclusive, agrega la directiva gremial, “el gran reto es llegar más abajo de la pirámide socioeconómica”.

Hay que recuperar clase media

Por lo tanto, desde el punto de vista del acceso a la vivienda, en Colombia sigue siendo importante tener una inversión social en ese sector. No por eso hay que desconocer que el país debe avanzar en la meta de recuperar y consolidar la clase media, como lo han hecho otros países, pues sería la franja poblacional que no necesita ayuda para mantener activa la demanda de vivienda, señaló la presidenta de Camacol, quien además enfatizó en que “por ahora se requiere de esos beneficios”.

Un llamado a candidatos presidenciales

Para Forero, si hay algo que vale la pena agregar a los debates electorales que se están dando en el país, de cara a las próximas elecciones, es la política de vivienda, pues en países de la OCDE, en promedio, se invierte entre 1 y 2 puntos del PIB para incentivar a que los hogares compren, mientras que en Colombia solo vamos en 0,5% del PIB.