El PIB del sector constructor se contrajo 3,7 por ciento en el segundo trimestre de 2023. En el mismo periodo, el área en proceso de construcción registró un crecimiento anual nulo, las obras paralizadas repuntaron 6,9 por ciento; se aprobaron 26,5 por ciento menos metros cuadrados para edificar que un año atrás y las ventas de viviendas nuevas profundizaron la caída que se inició desde finales de 2022.
Esta actividad, vital para el país, parece no tener un dato positivo. Así lo confirma Guillermo Herrera, presidente de Camacol, el gremio de los constructores, quien no duda en asegurar que “el tablero de indicadores del sector está todo en rojo”. Agrega que, ante las menores ventas de vivienda y la disminución en lanzamientos de nuevos proyectos, desde enero hasta agosto de este año perdieron la mitad del mercado que tenían un año atrás. “En los primeros ocho meses de 2022 se vendieron 173.500 unidades de vivienda y este año han sido unas 87.000, es decir, se dejaron de vender 86.000 unidades, que hubieran representado una inversión en la economía de más de 16 billones de pesos. Esta caída se ha vuelto una constante, pues completamos 14 meses de bajas en ventas”, sostuvo.
Por ende, desde marzo pasado Camacol le ha pedido al Gobierno que cree una estrategia contracíclica de intervención para contener tanto la contracción del sector como las dificultades de acceso a vivienda de muchos colombianos.
Tradicionalmente, los Gobiernos se han apalancado en la construcción para hacerles frente a las crisis económicas. Así, tras la del Upac, se crearon las preventas; luego de la crisis global de 2008, nacieron los subsidios Frech (Fondo de Reserva para la Estabilización de la Cartera Hipotecaria), que ayudan con las tasas de interés a los deudores de vivienda; y en 2015, después de la caída de los precios internacionales del petróleo, se creó el programa Mi Casa Ya, que da subsidios para compra de vivienda de interés social (VIS) o prioritaria (VIP).
En efecto, este sector no solo es un gran empleador, con más de un millón y medio de personas –lo que, según cálculos del BBVA, equivale al 7 por ciento de los ocupados del país–, a los que se suman unos 2,4 millones de empleos indirectos. Además, está encadenado con otros 34 subsectores económicos, que van desde los insumos para la construcción hasta la logística, el transporte y la alimentación de los obreros.
Herrera asegura que el deterioro en la actividad de construcción en los próximos meses, sin duda, implicará que algunos trabajadores no puedan continuar con su empleo “porque no tenemos más gasolina para seguir construyendo”. Por eso, insiste en que se necesitan decisiones y anuncios del Gobierno nacional y de los Gobiernos locales, al tiempo que reconoce que el presidente Gustavo Petro y los ministros de Hacienda y de Vivienda han manifestado que la vivienda será uno de los ejes centrales de la estrategia contracíclica, “entonces, esperamos un plan robusto en ese frente”.
Más recursos
Además de modificar los subsidios para focalizarlos y llegar a los que más los necesitan, recientemente la ministra de Vivienda, Catalina Velasco, anunció la destinación de 2,5 billones de pesos para que el sector sea el motor de la reactivación, con nuevas líneas de crédito para los constructores y para las organizaciones comunitarias que van a ejecutar los proyectos de Cambia Mi Casa, un programa de mejoramiento de vivienda.
La idea es ofrecer financiación a los constructores a través del Fondo Nacional del Ahorro (FNA) con la promesa de costar 100 puntos básicos menos que el mercado. El FNA también les ofrecerá una tasa preferencial de UVR + 0 a las familias con ingresos hasta por dos salarios mínimos que deseen comprar una vivienda de interés prioritario. “Nosotros sabemos que, si hay crédito hipotecario para las familias, se genera la posibilidad de que los proyectos hagan punto de equilibrio y que comiencen nuevas obras”, puntualizó la ministra.
El presidente de Camacol respalda el anuncio de las nuevas líneas de crédito para el sector, pero indica que también hay que estar pendientes de la discusión del presupuesto para el próximo año, el cual debe tener en cuenta que se necesitan recursos para que 70.000 hogares, que ya han venido adelantando sus procesos de compra, puedan recibir su vivienda en 2024.
“Aquí lo más importante es generar confianza y, aunque en el actual Plan de Desarrollo se dice que va a haber recursos para estos cuatro años, la discusión estará en cómo se reparten, sobre todo, en un momento de contracción económica, en el que sin duda habrá que hacer un esfuerzo presupuestal más importante para que el mercado de vivienda deje de caer”, dice Herrera.
La economista María del Pilar López, profesora de la Universidad de los Andes y experta en temas de vivienda, considera que los malos números actuales son resultado de dos factores: la desaceleración económica, asociada a las altas tasas de interés, que suelen golpear duro al sector vivienda; y la demora en el desembolso de los subsidios, fundamentales para esta actividad y, en especial, para la vivienda VIS. “Con esos dos factores en los primeros siete meses del año, la vivienda se fue al piso, pero en el último mes ya por lo menos en VIS se está empezando a ver recuperación, jalonada directamente por la política de vivienda actual”, dice esta experta.
Añade que el cambio en el esquema de subsidios es adecuado ante recursos limitados y para focalizar mejor, solo que no comparte el plazo para la transición del esquema anterior al actual. “Eso generó mucho desconcierto sobre las nuevas reglas que se estaban implementando”, afirma López, quien, no obstante, es optimista y cree que las cifras mejorarán.
El equipo de investigaciones económicas del BBVA estima que el sector de la construcción será el único que caerá este año y el entrante, con datos de -6,3 y -5 por ciento en 2023 y 2024, respectivamente, debido al menor gasto de los hogares y a que prevén un deterioro del mercado laboral.
Herrera, por su parte, considera que a tan solo tres meses del fin del presente año difícilmente el sector podrá dar la vuelta, así que terminará en negativo. El 2024 será un año de retos, aunque lo ve con optimismo. “Nosotros confiamos en que las tasas de interés corregirán y en que los compromisos que ha venido anunciando el Gobierno nacional se van a concretar. Por eso, el próximo año debería ser de recuperación”, sostiene.
De ser así, se espera que más familias puedan convertirse en propietarias, aunque no habría buenas noticias en los precios de la vivienda nueva, pues aumentaron 10,1 por ciento anual en el segundo trimestre de 2023, siguiendo la tendencia de los últimos dos años y alcanzando el dato más alto desde 2014. Un informe de Davivienda señala que los mayores precios se deben al incremento en los costos de la construcción, así como del salario mínimo, el cual sirve como indicador del valor de la vivienda VIS.
La vivienda es la piedra angular de muchos hogares y del país entero. Se requiere que despeguen pronto los nuevos programas a fin de que se pueda mantener el empleo y contener un mayor freno para una economía que hoy está en obra gris.